viernes, 18 de enero de 2019

CRONICAS DEL ( 87 )

LA  UNIVERSIDAD ,  MORIR  EN  ACTO DE SERVICIO


  Una buena amiga por estos pagos ,  que goza de fino humor ,  me pregunta si aún tengo que hacer cosas en la universidad ,  al cabo de diez años jubilado ,  vista mi actitud de ir al despacho casi todos los días .  Y añade que sería bueno para mí morir en acto de servicio .
   Le respondo que ,  mientras tenga la cabeza y el cuerpo en adecuada disposición ,  seguiré haciéndolo ,  es una cuestión vital yde principios y de convicciones ,  pues que el magisterio es como el sacerdocio ,  imprime carácter y nunca se termina la tarea ,  siempre habrá estudiantes que quieran y necesiten aprender algo .
   ˆPor eso no comprendo a bastantes de mis colegas , que están deseando el día de la jubilación para desaparecer de las aulas ,  quizá porque han considerado su trabajo como algo muy oneroso ,  tal que la maldición bíblicar ge ganar el sustento con el sudor de la frente .
   Lo respeto ,  pero no lo comparto .  Máxime cuando ,  pasado cierto tiempo los veo vegetar y quejarse del mucho tiempo disponible y nada que hacer .
   Yo siempre ando con alguna ocupación ,  bien de mi propio trabajo personal ,  bien para dedicar un rato a las varias incitaciones que nos proporciona la vida .  La inactividad es un vicio dificilmente perdonable ,  que también es cierto aquello  de la mucha miel y pocos los segadores ,  igualmente bíblico ,  evangélico mejor .
  Recuerdo ,  Carmen , la actitud de un viejo maestro al que mucho queríamos los dos .  Un día me lo encontré subiendo las escaleras del aulario .  Me detuvo con gesto amable y mirada entre nostálgica y triste .  Me dijo con expresión apagada :   "Ya ves ,  amigo ,  es la postrera vez que subo estas escaleras ,  para dar la última clase .  ¿Qué ha de venir después? .
   Como lo ví bastante abatido ,  no quise responderle que tendría muchas cosas por hacer ,  unas pendientes ,  tras nuevas y que ,  dada su sabiduría contrastada , en cuelquier momento encontaría discípulos a la espera de sus necesarias y buenas enseñanzas .
   ¿Cuántos días nos lo encontramos ,  Carmen ,  paseando sólo por nuestras vecinas calles ,  pues que vivíamos en casas cercanas?
   Te repito lo que sabes muy bién ,  la enseñanza es una bendita y compensadora adicción ,  compartida por los dos tantos años indudablemente felices .

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