viernes, 26 de diciembre de 2014

El recuerdo, siempre




 Dos breves noticias esta mañana. La primera se refiere al post en borrador  sobre los escritores alevines, jóvenes o simplemente deseosos de llegar a escribir no sólo como emanación de las emociones vividas a diario. Lo escribí hace un tiempo y hoy me decido a publicarlo. El hecho de compartir, como dicen los niños en los modernos colegios.
   La otra es de jardín, que me sugirió el título "Las amarillas hojas del granado", endecasílabo sáfico que redondea el hecho de haber encontrado un libro al pié del árbol, levemente oculto bajo una capa de hojas entre amarillas y verdes. Alguien lo dejó allí. Mañana escribiré un comentario más amplio. Esto de los árboles y los libros siempre me pareció fundamental y atractivo, virtudes mediantes.
  La naturaleza , durante lilenios, siempre fué fuente nutricia de la virtud que, con los siglos, cristalizó en forma de libro para bien de la humanidad y su progreso. En esta ocasión, el libro que dejaron bajo el granado era "Corazón", de Edmundo d´Amicis, texto que los niños de mi generación (ominosa postguerra) leíamos en la escuela con toda naturalidad y satisfección, hasta que un obispo protervo de Andalucía dió en prohibirlo "porque no nombra a Dios". Así querían  imponer la religión aquellos mentecatos escasamente ilustrados y con escasísimo amor por los demás: el dogma cardenalicio por encima de los hombres desvalidos en este valle de lágrimas. Dios los haya perdonado, que el infierno tan temido es demasiado largo.
   El libro, como sabéis, cuenta la historia de una escuela en forma de diario casi exclusivo. Y el cuento periódico para la narración de magníficas historias protagonizadas por niños. Os recomiendo su lectura. Váis a sufrir bastante, quizá lloréis algunos, pero resultaréis compensados porque allí están casi todas las virtudes que adornan a la humanidad sufriente y feliz. Como ejemplo, os recuerdo "El pequeño vigía lombardo", que tanto me impresionó a los ocho años y desde entonces.
   Mutatis mutandi, todo lo que allí váis a leer lo estáis viviendo en la actualidad .

Escritura de jóvenes alumnos

   Lo reconozco al cabo de los años. Es duro leer textos de alumnos jóvenes o simplemente de jóvenes que desean converetirse en escritores. Y lo es porque, a veces sin culpa suya inicial, muchos vienen con caminos y por veredas que no debieron transitar todavía. Son jóvenes y, por lo mismo, iconoclastas y apresurados, con evidentes deseos de alcanzar la publicación sin advertir peligros precedentes y a posteriori. Los precedentes se suelen centrar en la muy generalizada falta de preparación técnica: muchos estiman que la emocionalidad inteligente suple muchas cosas, incluídos estudio y trabajo técnico que ayude al cerebro. Otros simplemente desprecian las normas, pues que la libertad de escritura garantiza la modernidad no sujeta a cánones. Algunos estiman que la juventud es un valor en sí miasma. Difícil luchar contra tales vientos y mareas.
   Un antiguo alumno acaba de remitirme algunos poemas, él dice que fronterizos entre el être et le neant. Es cierto el mensaje que los unifica, pero apenas pasa de ahí. ¿Cómo decírselo si ha empezado indicándome que se los van a publicar en una revista importante? ¿Cómo desanimarlo? ¿Cómoadvertirle que debe leer mucho más, que la poesía de tinieblas medieval ya cumplió su ciclo, que el romanticismo realizó su trabajo de renovación expresiva y libertaria? ¿Cómo recordarle que los desahogos personales, incluso los más inquietantes y profundos, quedan bien en un diario elevado, proteico, consultado con amigos de verdad, con o sin compartir, y si en el futuro el soplo poético llega ,entonces será el momento de incorporar y la música y la imaginación, para converetir en poema lo que antes sólo fué pertinente y adecuado ensayo metodológico?
   La poesía es música e imagen, por encima de otras muchas consideraciones. Conviene recordar a Mallarmé:"Los poemas se hacen con palabras". Y cerrar por hoy con Machado:"Ni mármol duro y eterno, ni musica ni pintura, sino palabra en el tiempo". Lo difícil es entender y aceptar qué sea la tal palabra, qué pueda ser el tiempo y, sobre todo, qué pretendió decir Machado con la integración especular de ambas realidades para el resultado último de la nueva unidad itinerante. El ruído con que rueda la ronca tempestad, que dijo el neoclásico casi romántico.

jueves, 25 de diciembre de 2014

La imagen habla sola: Ramón Gaya y Francisco Brines


   Es la primera imagen que incorporo al blog. Probablemente repetiré la experiencia en el futuro, aunque no tengo muy claro eso de mezclar imágenes y palabras. En ocasiones, la imagen apenas necesita breve apoyatura de la palabra. A veces, al revés, las palabras no precisan de la imagen para su entera expresión. Nunca creí aquello del adagio chino: una imagen vale por mil palabras; vale igual lo contrario: una palabra puede despertar mil imágenes. Como en otros muchos aconteceres, en gran medida depende del receptor. Cuanto menos formado, más necesitará de la imagen; y a la inversa, pues que la imagen corresponde al periodo de la niñez, cuando todo se  aprende partiendo desde cero. La palabra supone más edad, mejor capacidad comprensiva, abstracción necesaria para el razonamiento. Del instinto a la razón, de la imagen a la palabra






  En esta fotografía está Ramón Gaya, excelente pintor al margen de las modas, y discreto escritor. También aparece Francisco Brines, excelente poeta. Muy amigos ellos dos. Bastante amigo mío Francisco, un poco menos Ramón, al que traté con afecto que me devolvía con creces. recuerdo una memorable conversación en el hall del hotel Rincón de Pepe, cuando los tiempos eran mejores, entre otras razones porque aún todos estábamos vivos. Casi dos horas de charla dieron para mucho, porque Gaya era hombre culto y hablaba con clásica discreción de temas y asuntos excedentes de su propia pintura. La universidad de Murcia le concedión el título de Doctor honoris causa, nosotros aportamos un pequeño grano de arena y todo resultó impecable. Y bien que me alegro.
   De cuando en vez visito su museo, que me reconforta. De vez en cuando releeo a Brines, que me reconforta igualmente. Y de eso, al cabo, se trata, de recibir imágenes insustituíbles que sean capaces de enriquecernos, de leer palabras que logren alcanzar nuestro corazón conmoviéndolo. Devoción, receptividad y cercanía en los gestos y actitudes de las tres personas que rodeamos al pintor Gaya.
   Los chicos del fondo son alumnos, mayoritarios, que habían asistido a un recital de Brines, una vez más invitado por amistad y con la misma moneda correspondido. Después, los implicados fuímos a modesto yantar nocturno con felicidad psicobiológica, que lo cortés no quita lo valiente y no sólo de belleza poética en palabras vive el hombre. Pero esta es otra historia que habré de narrar en su día.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Concierto de Navidad



   La familiar asociacións e llama Euterpe y trabajan la másica especialmente para niños, donde radican todas las hermosas virtualidades de un mundo mejor cara al futuro no lejano. Y pues me ocupo de libros y virtudes, aquí tenéis una: todos los niños en estas fechas debieran leer "Cuento de Navidad", de Dickens. Allí las virtudes cardinales, allí el vicio de la codicia y el desprecio por lo humano, allí las grandes lecciones de ética que, o se aprenden en la niñez o no se aprenderán jamás.
   Lydia, la nieta de nueve años, y su amiga María llevan tiempo aprendiendo a tocar el violín dentro de la orquesta que la profesora, rubia y todavía joven, dirige y promociona. Colocaron a las dos (las menores y nuevas en esta edició) en el centro para el concierto navuideño. Muy modosas ambas, pendientes con gran devoción de los gestos y palabras de la directora, interpretaron varias piezas clásicas y algunas modernas. A la perfección en sus tiempos y medidas. Los aplausos les producían rubor y satisfacción a la vez.
   Muy hermoso todo con el colofón de las familias en presencia silenciosa, oferente y satisfecha. Las palabras, la música, el afecto creciente, la familiaridad, la devoción, el encanto de vivir creciendo en semejante ambiente. La cabeza, el corazón, la niñez como premonición magnífica de unos hombres y mujeres que se ocuparán de lo humano para no retroceder jamás. Un pequeño Himno a la alegría que se hará gigante, sin duda.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Aquel joven que fué



                El joven despertó y abrió los ojos.
               Imaginó que leía,pero el libro
               dormido estaba en el atril dorado.
               La nebulosa, en fín, rompe sus velos
               y en el desierto aparece la luz.
               Unos pasos pequeños
               y suena la madera dolorida:
               "No me podrán quitar...
               Leer, dormir, vivir, tal vez soñar".

                         De "El viento rojo en la montaña".

Zauma, la maravilla en palabras

  Terminemos hoy. Advertí que hubo una época original de la revista, acogedora de los escritores, en Murcia, más significativos, universitarioso no, aunque todos a la sombra de los claustros, bien amparado, protegidos y estimulados. Los textos diz que fluían con naturalidad espontánea y abundancia de fuente manadora. Poco más puedo aportar, porque lo desconoz, pues que bastante teníamos los estudiantes en agraz con los cursos y exámenes como para ocuparnos de literatura y otros vicios estimulantes.
   Pero pasaron algunos años, con pocos cambios, aunque algunas pequeñas ventanas comenzaban a abrirse. Ya no era necesario editar las cosas a multicopista prehistórica, algún presupuesto se allegaba,determinadas instituciones acogían empresas artísticas y literarias con cierto grado de amor. Posiblemente contemplábamos el otro lado del espejo de Alicia. El caso es que yo había constituído un equipo para ventear la literatura como algo vivo y muchas personas colaboraban, gratis et amore, para que empresa resultara bien dentro de lo posible.
   Volvimos los ojos a ZAUMA y decidimos revivirla para una nueva época renovada, como correspondía a nuestra edad y condición. Convocamos, sin exclusión, a todos cuantos escribían en la tierra,  sobre una base mínima: que escribieran bien, con algo interesante que decir y un poco de estilo personal. Lo dejábamos a criterio y autoexigencia de cada uno. La cosa funcionó porque se mostraron rigurosos, tan distinto de ahora, que cualquier mulatillo palangana de las letras vocea sus mediocres textos tal que obras maestras por descubrir.
   A la convocatoria todos acudieron. Y también los pintores, llamados para el diseño de la portada en cada número. Aquello fue casi la gloria literaria. Con periodicidad reglada, nos reuníamos en el verde Hemiciclo de la Facultad de Letras, con grave escándalo farisáico de algunos colegas y estudiantes, que consideraban profanación académica lo que tan sólo era manifestación libre de unas formas y modos propios de la Universidad digna de tal nombre.
   Decidimos que la Revista fuera oral. A cada sesión vendrían tres escritores complementarios, organizados por un moderador con vistas al coloquio. Suficientes copias para que los asistentes pudieran seguir la lectura comodamente. Los tres escritores leían sus propios textos y, tras los aplausos de aceptación, abríamos el coloquio,que siempre resultó vivo y ágil y había que interrumpirlo porque la hora de cierre nos invadía.
   La colección es preciosa y ocuprá el lugar merecido en el Archivo de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, tan poblado y con tanto amor llevado a cabo por equipos renovados en el tiempo y escritores magníficos que por aquí desearon pasar para dejar su huella imborrable.
   Reseño al final que organizamos una Antología para la permanencia escrita. Doloroso trance, porque tuvimos que elegir pocos textos entre los numerosos apilados, textos que se movían entre la exquisitez sensible de la más diáfana lírica y la humorística chanza del panocho entrañable. Sufrimos, pero se alcanzó el consenso y todo resultó a satisfacción. Quienes deseen lo inmediato esencial, ahí tienen el volumen de lo antologado. Y quienes necesiten más, podrán consultar todos los alquitarados textos de cada sesión en los pertinentes anaqueles y cubetas de madera.
   El recuerdo ya es una celebración compensadora.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Zauma y el poder de la voluntad



   Imaginen los amables y avisados lectores el siguiente comienzo de clase, aula pequeña, veinte alumnos trabajados, profesor de aspecto decimonónico, gafas de concha y grave voz un tanto temblorosa:"Partiendo del poder zaumásico de la voluntad, la filosofía se revela titánico esfuerzo de asimilación universal".
    Semejantes palabras podían encerrar un profundo misterio exigente de árduos trabajos intelectualas para desentrañarlo y asimilar su sentido humano tendente a la fundamentación de la filosofía como principios y como sistemas que, filósofos mediantes, habrían ido constituyendo el devenir del pensamiento humano desde las cavernas hasta nuestros días.
    Hace más de medio siglo, pero reconozco que los alumnos quedamos muy imoresionados y, dados los usos y costumbres de la época, no nos atrevimos a preguntar y sugerir algunas aclaraciones. Buscamos en los correspondientes diccionarios y también es de justicia reconocer que no todo quedó claro y transparente, aunque cierto fuera que la palabra zauma ya permanecería por siempre en la memoria.
   Pero la memoria personal e histórica juega sus bazas y, con cierta ironía, unos meses después descubrimos que una revista de nuestra universidad se llamaba ZAUMA y era literaria con dedicación preferente a la poesía.  Muy agradable sorpresa para los que entonces éramos normales estudiantes de Letras, mucho más preocupados por integrarnos en el curso que por estas exquisiteces literarias. El caso es que participamos poco y desde lejos, que la enseñanza entonces era así, adolecedora de mucho, enriquecedora de poco, incluída la libertad de opinión y escritura, con lo que no me quejo, antes al contrario, creo que no lo hicimos mal del todo y aquí continuamos como si tal cosa, con recuerdos vivos y futuros vivificantes.
   Pasaron los años y acontecieron muchas cosas dignas de recordación, tanto para incrementar lo bueno, cuanto para evitar lo malo. Que vivir sin memoria o con su entidad aletargada es mala conducta en todo caso. Un buen día supe que me quedaba como profesor fijo en la universidad. Otro advertí que la clases intramuros eran importante, pero no más que las extramuros. Y salimos a las calles, a la ciudad, a las plazas recoletas, a los colegios mayores hoy desaparecidos, a las pequeñas residencias, incluso a las casas particulares de los estudiantes con pequeños grupos de aficionados a la lecrura y la escritura.
   Jóvenes, emprendedores y con ganas de hacer justicia educativa, variante discursiva de aquel gran caricato mexicano. Rapidamente junté a mi alrededor un equipo de trabajo renovado cada principio de curso. Estudiantes de todos los cursos a los que daba clase, profesores de instituto, no pocos maestros de primaria, todos vocacionales y con ganas de trabajar en lo que fuere de nuestro campo. Excelentes sembradores, buena semilla y amplísima tierra por roturar, campo abonado para todos nosotros. Otro día os contaré las relaciones amables, los frutos nada tardíos, los conocimientos de grandes escritores, la formidable alegría de vivir que a todos nos embargaba.
    Ahora recuerdo que una tarde de reflexión y abundante café alguien propuso revivir la vieja revista ZAUMA, muchos años en el olvido-recuerdo. Dicho y hecho. Apenas dos meses después, se producía el primer número a bombo y platillo, con precioso programa impreso incluído. En el hemiciclo de la Facultad de Letras, aquel de las cómodas butacas verdes de cuero y estrado elevadísimo de mármol negro veteado en verde y gris. Digo "se producía" y no "se publicaba", por una razón fundamental que descubriréis en el próximo post (horror) o personal escrito de esta serie bloguiana (otro horror) dentro de no muchas horas, muchos días... Como en "Las mil y una noches" o en "La policia montada del Canadá"   Los viejos lectores y visionadores del lugar conocen por qué me permito esta pequeña broma.