sábado, 30 de abril de 2016

A vuelapluma, Doctorado honoris causa



  Ha sido la ceremonia esta mañana, en el Paraninfo de la Universidad, un profesor de Historia y Didáctica de la Historia, mezcla de dos Facultades que nunca debieron estar separadas, pues que no se puede explicar Historia (ni cualquier otra asignatura) sin hacerlo desde la perspectiva, también, de la Didáctica. esto lo sabían bien los profesores de las antiguas Escuelas del Magisterio, que unos analfabetos irredentos barrieron del mapa educativo por mor de la nomenclatura altisonante y, en general vacua, exigida por otros acomplejados. y también lo sabían los profesores de Historia en las Facultades de letras. 
  Yo tuve la suerte de graduarme en ambos centros. Buenos profesores en Magisterio (Albacete) y buenos profesores de Historia en Murcia. En aquellos tiempos ominosos, pero exigentes y fecundos por parte de los esforzados estudiantes (ojo al adjetivo), las asignaturas llevaban aparejados el marbete "y su didáctica" (Magisterio), así como en las Facultades, más especializadas, los historiadores  "debían" aplicar la propia didáctica (que algunos llamaban metodología pedagógica) si no querían dejar la Historia colgada de una alcayata en la pared.
  Todo eso y mucho más ha quedado en evidencia esta mañana, con el Paraninfo a tres cuartos de aforo poblado. Eso sí, con cuatro rectores y bastantes autoridades de diversos campos. Todavía con esta obsolescencia en la universidad.  !"Leoncitos a mi, y a estas horas!", que diría el gran manchego si a estos actos herrumbrosos, como las famosas lanzas medievales, asistiera. Todos parecían encantados de conocerse, algunos embutidos en el traje talar o académico, otros con pantalones vaqueros, quienes preguntando de qué iba aquello, y los pocos estudiantes de "Magisterio primaria" sorprendidos porque los jefes hablaran en latín.
 Para quienes lo ignoran, os diré lo que es y significa un Doctorado honoris causa.
  La Universidad está llena de profesores, ayudantes, adjuntos, colaboradores, catedráticos, eméritos, legión), pero no todos los que saben mucho están en la Universidad. De modo que, a cierta altura de los tiempos y las circunstancias, alguien se dio cuenta de que hay muchos "grandes" en lo suyo que, por causas en general burocráticas, no siguieron el camino universitario. Consecuencia: en atención a sus múchos méritos y sabiduría, era necesario incorporarlos a los Claustros, para que enseñaran mucho y bien, complementando la bien y mucho que enseñan los profesores ordinarios. Pongamos tres ejemplos: un gran pintor, un gran escritor, un gran pensador.
  Así comenzó la historia de los Doctores honoris causa. Muy buen comienzo. Nota a pie de página: doctor significa el culmen de la sabiduría académica. Prestigiada palabra a tal extremo, que una profesión elevadísima, la medicina, la tomó como genérico de todos sus profesionales. Continuaremos por estas trochas y veredas.




miércoles, 27 de abril de 2016

A vuelapluma, ideas y emociones

  "En eso se echa de ver, profesor, que usted ya no es joven. La pluma y sus variantes como símbolo y herramienta para la escritura. Se lo hemos dicho en ocasiones, usted no es viejo, sino antiguo". Siempre dispuesto al aprendizaje, la reconvención cervantina me produce halago doble: de una parte, aún estoy en disposición de aprender deleitando, es decir, sigo vivo por la vida; de otra, disponer de estos beneméritos alumnos que vienen al despacho, trabajan y alegran las mañanas con su joven y vocacional presencia.
  Cierto, la pluma para escribir. En algún momento añoraba la des aves, aquellas también cervantinas "bien cortadas péñolas, que tanto y tan bien escribía. Luego me llegó la de mojar en tintero, cuya mejor anécdota la viví en el examen de ingreso en Bachillerato: había que llevar al Instituto recado de escribir: tintero, pluma, lápiz y goma de borrar. Preciosa vivencia para el futuro y el porvenir que se haría histórico. A continuación, la pluma estilográfica, identificada con nuestra generación desde la niñez: poseer una era signo de distinción y orgullo infantil en el colegio que, referido a mí, tantas seducciones no sólo amorosas me propició.
  Suceden muchas cosas a diario, relacionadas con los libros o con las otras virtudes, que merecen y me sugieren comentarios, con los que llenaría mi espacio en face book, lo que no me apetece porque allí, diariamente, incorporo un texto teórico y otro de creación, para un círculo abierto que cada vez funciona mejor.
  En consecuencia, abro en este momento un apartado aquí para semejantes reflexiones o noticias. Y empiezo por lo que sucedió ayer en el Casino de Murcia. Una fiesta multicolor, de versos, música y danza. Cuatro poetisas (prefiero el término) leyeron sus versos, tan emocionantes, tan distintos, tan complementarios. Crearon un buen ambiente. Entre dos y dos, una bailarina cabal y buena concertista de castañuelas (durante mucho tiempo prefería llamarlas crótalos) interpretó una conocida pieza musical, sobre todo en el mundo del flamenco. 
  Leyeron las dos siguientes, muy bien también. Y para cerrar. la bailarina y un su discípulo con el síndrome de Down, interpretaron "La boda de Luis Alonso"  y el "Concierto de Aranjuez". Estupendo dúo.
  Estupenda noche,cerrada con el sorteo de varios libros. Me tocó uno (número 61 en la papeleta) y no deja de ser curioso: medio siglo leyendo y explicando libros para que, al final, se produzca este pleonasmo. Feliz por mi parte.
  Quizá hace unos años no habría asistido a la fiesta de la palabra en verso. Y, al enterarme, habría emitido juicios duros contra la situación. Hoy todo lo contrario. Unas beneméritas personas de cierta edad con todo entusiasmo dedican su tiempo e inspiración a estas escrituras. ¿Son grandes escritores? Pues no. ¿Y qué? Siempre que no pierdan el seso como Don Quijote, bienvenida sea su presencia y tarea. ¿Y los jóvenes poetas, no es posible que alguno escale grados de calidad con el tiempo? Pues claro que sí. Conclusión, cada vez los protejo y aliento más sin engañarlo. Y me siento muy a gusto entre sus trabajos y sus días.




viernes, 22 de abril de 2016

Libros gratuitos, buena medida.

  La profesora Liliana Tabacova, desde Bulgaria, destaca la noticia: para aprender inglés, van a ser distribuidos libros gratis. Me parece formidable. Y lo amplío, como ya tengo dicho miles de veces, y escrito algunas menos, pero muchas.
  Hay determinadas circunstancias y ocasiones en que los libros, or ley, deberían ser gratuitos para todas las personas que los van a utilizar en el trabajo diario. Y después, llevarlos a casa como merecido regalo por el favor que han hecho a la sociedad (y a ellos mismos) aprendiendo a leer y asimilando todo lo que la lectura propicia. El día en que los torpes, mediocres y avariciosos políticos lleguen a entender ésto, el mundo empezará a cambiar para mejor. Y es que, por sabido se calla, los políticos han llegado a ser como una plaga bíblica: irremediable y destructiva. A esto hemos llegado por no leer adecuadamente a Platón y Aristóteles, por no regalarles los citados libros cuando eran niños y, por lo mismo, evitar que los tuvieran en los anaqueles de su casa, por si en algún momento pudieren haber tropezado con ellos. Falta de previsión educativa que algún día se remediará.
  Volvamos al carril, para indicar dos de las necesidades gratuitas: la enseñanza primaria y el bachillerato. Así de claro, sencillo y contundente. Puede hacerse y es necesario que se haga. Aunque sólo fuera por razones económicas: el ahorro en armas  sería tal, que bien aplicados esos dineros erradicarían el hambre sobre la tierra. Ruego a los economistas conservadores que hagan las cuentas y den los resultados, para empezar, a los propios políticos conservadores, que a los otros menos renuentes ya les llegará el turno, pero primero los recalcitrantes.
  Ha leído usted bien. Libros gratis para todos los niños pequeños (sic, anda que los modernos psicólogos behavioristas están buenos) que pueblan nuestras escuelas: escuela, sin eufemismos de colegio y sus adjetivaciones distractivas y engañosas. Con una aclaración previa: serían muy pocos libros "los de estudio" y algunos más los de lectura, nada de esas bochornosas mochilas rompedoras de columnas vertebrales. Y unos pocos cuadernos diarios, con algunos lápices y dos bolígrafos de material duro y buena escritura. Por supuesto nada de electrónica en las  "de aprender lo básico",siempre doloroso y con esfuerzo, pues que las tablets y similares ya se encargan ellos de buscarlos y aprender  a ser mecanicistas y bobos ante una pantalla, manipulables desde cualquier instancia de poder establecido.
  En esta etapa, los niños aprenden lengua (nombres sobre todo) para conocer el mundo. Y matemáticas, para medir con exactitud ese mundo al que salen sorprendidos. ¿Entienden lo que quiero decir?
  Después llega la etapa de bachillerato, hasta los 17 años más o menos. Con el bagaje cultural cumulado, ya están en disposición de las abstracciones, capacidad para organizar el mundo en ciencias y letras (simplicidad de fórmula cuasi maniquea, para entendernos), acceso al arte y organización de su propia estadía en la tierra. Aprenden a pensar, a razonar, a utilizar el cerebro como conviene, reservando a las emociones el lugar que les corresponde, sin exagerar ni desvirtuar la realidad propia y ajena,adquiriendo poco a poco la idea y praxis de lo social, porque el hombre es un ser social por naturaleza. La filosofía, la ciencia, la tecnología y la creación sustentan el aprendizaje en esta etapa fundamental. Y los libros constituyen una de las piedras filosofales de la edad en que se adueñan del universo, y aprender a someter las hormonas camino del equilibrio: sin marginarlas ni concederles más importancia de la que tienen. Instinto y razón en proporción humana. 
  Los libros en la universidad son otro cantar bien distinto. pero en la niñez y adolescencia (primaria y bachiller) deberían ser todos gratuitos. Empezando por las bien dotadas de los centros de estudio. Y terminando por la biblioteca particular de cada niño y cada joven preuniversitario. Una inversión que,de llevarse a cabo, reservaría ingentes cantidades de dinero para otras actividades hoy abandonadas. Es cuestión de verlo y aceptarlo. pero claro, con unos cernícalos (sentido etimológico y de zoología) como los que tenemos al frente de ayuntamientos, regiones, nación, sindicatos y agrupaciones de ricos (léase empresrios, !qué fino y delicado!), bien poco se puede hacer, más allá por la lucha encarnizada por el pírrico poder que unos alcanzan y otros pierden. Pero igualmente claro, si están ahí es porque los hemos elegido. Y alguna responsabilidad tendremos en este desgobierno de todos nuestros pecados. Y pese a todo, insisto, libros frente a barbarie, plebeyez y plaza pública de gritos aplastando a las palabras.  Hay que recordar la frase antigua, tan sonora como vigente: Luz y progreso, frente a barbarie y oscurantismo.


  

martes, 12 de abril de 2016

Si el prior juega a las cartas ¿qué hará la comunidad?


 Recordad que os prometí volver al blog con más frecuencia. ya véis que lo intento cumplir, aún sin abandonar la más ligera escritura de face book, pues que ambas formas pueden y deben armonizarse de modo complementario.
 Recibo información diaria y compruebo que la corrupción se ha convertido en deleznable pandemia a la que no podemos, o no sabemos, aplicar terapia para su erradicación. Muy mal está que existan los corruptos; mucho peor, que campen por sus respetos y a sus anchas por calles y plazas, impunes la mayoría porque las leyes las han hecho los mismos corruptos, cuando aún no lo eran pero lo pensaban,coincidiendo con los que ya dominaban el juego, que las generaciones también están para esto, para heredarse  sucesivamente y cuidar del negocio y la ocultación. No hay que esperar leyes que barran la corrupción, por tanto.
   Porque si los jerifaltes de antaño, y hogaño, quisieran limpiar el paisaje, la fórmula es sencilla: nómbrese una comisión de incorruptibles (que los hay, solo que silenciados y marginados), recábese toda la información de todos los paraísos fiscales y en seis meses se habrán logrado dos cosas: todos los corruptos en la cárcel y todos los paraísos fiscales cerrados, porque ya no habrá posibilidad de un cliente más.
  Ahora bien ¿quién pondrá el cascabel al gato, según reza la conocida fábula?. También fácil, si colectivamente se quiere. Los millones de ciudadanos honestos (hay que suponer que la mayoría lo son) deben salir a la calle sin alharacas ni otras parafernalias igualmente fariseas, y decir: se terminó la fiesta de los corruptos, pues que nosotros no lo somos y estamos decididos a terminar con las trampas saduceas. Primero, votaremos unicamente a los que se presenten y aún no nos hayan engañado, mentido y saqueado. Y al primer tropiezo de los nuevos, todos a la calle porque se van a presentar, para ser elegidos, los ciudadanos honrados que ahora dormitan en sus casas.
  Tampoco hay que olvidar esto: si la prostitución existe se debe a quienes pagan, nada más. Una educación sexual oportuna y nadir dispuesto a pagar, acaban con ella. El resto de la corrupción, exactamente igual. Ahora bien, si el común de los mortales habla pero no actúa, incluso admite que llegado el momento... No vaya a suceder que critiquemos lo que, a lo peor, podríamos hacer llagado el caso. Que la capacidad para justificar en uno propio lo que negamos en los demás, es proverbial. Sabido es que el corrupto encuentra más "razones" que el honrado, para su defensa.
  Hay que afrontar la realidad y que cada palo aguante su vela. Pero ¿qué tiene que ver esto con los libros? Pues todo, amigos. Los libros siguen siendo la base de la educación. Y la educación es la plataforma que arrasa todo tipo de corruptelas, de las elementales a las trágicas. Pero cuando alguien dice: "Es un niño, no hay que culpabilizarlo porque le haya dado una mala contestación al maestro". Justo en ese momento estamos poniendo las bases de la corrupción, que no tardará en llegar.  Un gran intelectual escribió: "Para alguien que ha leído a Dickens, le resultará mucho más difícil disparar a un semejante".  Pues eso, leer mucho y bien. y cuando eso suceda, se cumplirán todos los derechos humanos sin que nadie tenga que recordar.


lunes, 11 de abril de 2016

Escribir en los periódicos, todavía es llorar.


   Si Larra levantara la cabeza, completamente avergonzado, la volvería a ocultar de manera irremisible. El inventó el periodismo moderno, que supone tres cosas elementales, si que difíciles de lograr a lo que se ve. Una, capacidad de pensamiento,sentimiento y solidaridad. Dos, preparación adecuada (estudio) para saber escribir y hacerlo en todas las secciones y registros del periódico. Tres, deseo irrefrenable de comunicar con los lectores. Todo ello, sin cortapisas ni concesiones cómplices a la mediocridad reinante, porque el periódico debe exigir a los lectores un mínimo de comprensión preparada, ya que sus páginas no son reducto de escuela primaria para enseñar las primeras letras y las cuatro reglas.
   Todo esto, elemental, se ha sabido de siempre. y se ha actuado en consecuencia. Hoy se desconoce. Y si al la ignorancia de directivos y, gestores y empresarios, unimos las nuevas tecnologías, el fin del periodismo escrito es la crónica de una muerte anunciada.
   Precisamente por estas y otras muchas circunstancias, los periódicos tradicionales, no importa su formato, deberían elevar las exigencias y reducir su presencia para los no pocos, aunque tampoco muchos, lectores que conserven la tradición de coger un diario entre sus manos y dedicarle un tiempo suficiente para leer, placer e instrucción mediantes, sus páginas. Yo sé que esto es difícil de entender para las mentes que no ven más allá de sus narices y piensan que el negocio rápido es la tarea y el fin. Así les luce el pelo de la dehesa proporcional y así van a terminar de arrinconados, tras cerrar los últimos portones de unos periódicos que están terminando en almonedas, regaladores de premios propios de boutiques y tiendas de ultramarinos, amén de utilizadores de un lenguaje que no supera en mucho el común de las cuevas de Altamira.
  Expongo estas pequeñas ideas y recuerdos, porque llevo cuarenta años colaborando en la prensa diaria. Comenzó mi aventura un día durante la clase de Comentario de Textos en la Facultad de Letras. Bastante joven yo, muy jóvenes mis alumnos. Una mañana, levantó la mano una alumna porque deseaba hacer una observación: por entonces y sin desdoro personal, aún se solicitaba permiso para hablar en clase.  Y dijo lo siguiente: "Profesor, ¿por qué habla usted en clase distinto y más difícil? Esta mañana le escuchaba, en la cafetería, hablar con el camarero y se le entendía todo".
  La respuesta era fácil. Si habláramos en todas partes con el mismo registro de lengua, la comunicación resultaría chata y ramplona, de muy difícil evolución, practicamente imposible el crecimiento racional y sensible de la lengua.
  Y en esa gama de posibilidades entran las colaboraciones periodística. Des una elemental crónica de fútbol a los artículos de opinión, pasando por específicas colaboraciones, el periódico puede y está obligado a  ofrecer una variada gama de textos capaces de satisfacer las exigencias de los distintos lectores.
  En consecuencia, un buen día decidir escribir artículos cultos sobre literatura, lengua, educación y pensamiento (no filosofía) como extensión de las propias clases en la universidad. Así lo hice durante algunos años, de manera esporádica y en muy diversos periódicos. Hasta que llegó la oportunidad de una colaboración continuada, que aproveché hasta nuestros días. 
  Habíamos tenido una movida Junta de Facultad, en Letras, a propósito de programas, planes de estudio y cambios necesarios en una universidad anquilosada, obsoleta, inasequible al desaliento de la inercia y el complejo de campanario, `por otra parte mal entendido. La noticia saltó a los medios, reseñando mis intervenciones. A los pocos días, me llamó en director de La Verdad, periódico importante por estos pagos. Me hizo la propuesta, hablamos largo y tendido, llegamos a un acuerdo básico y sólo le propuse tres condiciones amables, facilmente compartidas.
Primera, no cobraría porque mi trabajo en la universidad significaba un salario suficiente. Segunda, los artículos se publicarían tal y como salieran de mi máquina de escribir. Tercera, irían destinados a lectores de cultura media alta, preferentemente universitarios.
  Aquello sucedió en 1975, año de tantas efemérides y recuerdos. El primer artículo versaba sobre Antonio Machado y me consta que alguno de mis respetados maestros no se sintieron muy a gusto. Eran otros tiempos, yo andaba nel mezzo del camin di nostra vita y me resultaba fácil entenderme con los pasados y los muy jóvenes que se acercaban. Desde entonces acá, unos mil doscientos artículos de prensa escrita, que constituyen capítulo importante dentro del amplio Archivo profesional acumulado, sobre todo, a la sombra de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, mi refugio y punto de proyección universal, corriente de ósmosis para tantos escritores, profesores y críticos de aquende y allende los mares, Menéndez Pelayo dixit.
  A este propósito, las relaciones con los responsables universitarios y los directivos de los medios de comunicación siempre fueron buenas, educadas y agradables.  Pero héte aquí que los tiempos cambian y las costumbres mudan, no para mejor en algunos casos, como pronto comprobaréis. 
  Durante los últimos años he llevado una sección bajo el marbete Atalaya del tiempo. Acordamos que serviría para ir presentando, analizando y ordenando lo mucho realizado por la citada Cátedra y sus distintos y sucesivos equipos de trabajo, con extraordinarios resultados también para el periódico, al que proporcionábamos valiosos materiales y exclusivas importantes. de modo que la satisfacción era mutua, con dos personas destacadas por su parte: Gontzal Díez, buen escritor y magnífico periodista de cultura, que tantas impresionantes entrevistas hizo a los grandes escritores que por aquí pasaron y vivieron. Y Pachi Larrosa, responsable de los artículos de opinión, de amable y muy educado trato.
  Pero un buen día, es un decir, llegó a mi correo electrónico un malhadado texto comunicando el fín de estas colaboraciones  "por renovación de las firmas", al parecer. Al principio no daba crédito a lo que estaba leyendo, un correo torpe, infantil y bastante zafio en cuanto al contenido. pero la forma de comunicación, aún más ramplona. Sentí auténtica vergüenza ajena. Y, no fiándome del emisor director que semejantes trazas de comunicación utilizaba, reprimí el impulso inicial para lograr un último texto de despedida, con mensaje subliminal para él, que no entendió en absoluto, a juzgar por lo que después aconteció y que contaré en próxima entrega. y por más increíble que pueda parecer a las personas discretamente cultas y educadas, así se suelen manifestar algunas gentes que pasan por el mundo creyendo que todo vale porque todo se les permite y acepta.
  Y no es así. No debe ser así. por mi parte, no tengo edad para componendas ni actitudes falsamente comprensivas con gentes de tal catadura. dentro de unos días recibirá un escrito de adecuada respuesta, por si le sirviere, aunque lo dudo, para reflexionar un tanto y actuar en consecuencia. Recuerdo la anécdota de Sócrates cuando recibió una soberana patada de un ateniense majadero y bruto. Respondió: "Porque una coz me dé un asno, ¿habré de responder con otra?".  Cierto que no, aunque sí que el tal bruto merece aclaración adecuada, para que la verdad sea restablecida y el orden ético no sufra más de lo preciso y razonable.

lunes, 4 de abril de 2016

Nostalgias del pasado

   Siempre me lo propongo, ultimamente, y casi siempre caigo en el olvido. Regresar más y mejor a este blog que tan bien funciona desde el principio, con grande y agradable sorpresa por mi parte. Voy a intentarlo de nuevo después de estas pesadas vacaciones, también pasadas felizmente, porque ya va siendo demasiada bulla y callejeo, o quizá no y sea bueno seguir en la plaza pública para olvidar lo que nos aguarda encasa en plan nacional.
  El caso es que esta mañana llegó a mi mesa de trabajo un sobre voluminoso. En el interior, una revista. En el interior de la revista, una tarjeta postal con la Bsilique Notre-Dame-Genève,  Chapelle du Sacré-Coeur, con el mensaje amable de una buena amiga escritora, Mercedes Tempelmann-Sánchez.  Me indica que le han publicado una entrevista con la reseña de sus libros.
  Efectivamente, en las páginas centrales aparece su fotografía con con el libro "Cuentos y poesías para soñar" en las manos, amén de una reseña suficiente de su trayectoria como persona y como escritora.
  Del libro citado se dice, con acierto, que contiene pequeñas narraciones de sus viajes por todo el mundo, con bellos cuentos inspirados en los diáfanos lagos suizos.
  "Amores suizos de alto voltaje" recoge las historias y aventuras de un Romeo suizo y una Julieta Americana, con trasfondo social claro.
    Y "Nostalgias del pasado" se muestra como una autobiografía dividida en dos partes, "La dama de los altos tacones"  y  "Al caer el alba, Amar".  prosa y verso bien aunados y expresivos.
    Tres libros de atractiva lectura complementaria,  de cuya gestación y evolución tenemos buena información loa amigos de Murcia, justo a través de las amistosas charlas que aquí mantuvimos cuando nos visitaba. Os invito ahora, yo, a la lectura.