viernes, 31 de julio de 2015

Teatro de texto, teatro en plazas y atrios, titiriteros

  Lo escucho y no dejo de sorprenderme. ¿Teatro de texto? Pero ¿es que puede haber, a estas alturas, un teatro que no lo sea? Decía el interlocutor que "es muy difícil, porque hay que aprenderse los textos de memoria".  Claro, y declamarlos después para que lleguen al público como conviene. ¿Se imaginan un tenor quejándose porque ha de aprender letra y música de las arias?. Pues así andamos, en estos tiempos difíciles para la lírica, que suele ser confundida con vagidos emocionales a flor de piel doméstica; pero mucho más para el teatro, que apenas trasciende los musicales, los monólogos ingeniosos, y los titiriteros de toda la vida, éstos muy necesarios como caldo de cultivo y expresión popular para la diversión y el entretenimiento.
  Pero el teatro debiera ser otra cosa, si de niveles culturales, intelectuales y de profundas emociones compartidas hablamos.Las tragedias griegas, algunas de las romanas, las comedias y dramas del mundo antiguo (Esquilo, Sófocles, Eurípides, Plauto, Terencio), el teatro medieval de iglesias, castillos y plazas, las obras de Shakespeare, nuestro teatro clásico... Todo esto debiera ser conocido y representado antes de las "innovaciones" e "inventos" que pululan por doquier. Que más vale lo bueno conocido que lo otro por conocer, pues que si seguimos considerando el teatro como simple divertimento para distraer a un público, en general, ignorante, flaco favor social y cultural estamos haciendo, a no ser que tomemos en serio la ironía demoledora de Lope de Vega: "El vulgo es necio y, pues lo paga, es justo /  hablarle en necio para darle gusto".
  Claro que el teatro, como la lectura que merece la pena, nace con la niñez  y a partir de ella debe desarrollarse. Grandes obras adaptadas como conviene a cada edad y condición. Buenos maestros conocedores que orienten a los niños en las representaciones de esas obras (antiguas y modernas, que el talento creador no es privativo de ninguna edad, por más de oro que unas alcancen a ser más que otras), teatritos y escenografías trabajadas en común, sin concesiones acomodaticias. Que los niños son pequeños, pero no son tontos. Y una vez establecida la plataforma, el desarrollo personal y colectivo se dará por evangélica añadidura, siempre fundamentado en la libertad culta que sabe distinguir el trigo de la paja.
  Cuando muy joven, en bachiller, una profesora y un profesor dignos de todo encomio, nos hicieron representar "La verdad sospechosa". Ya imagináis la pobreza de medios, carestía de casi toso, salvo la imaginación, el esfuerzo estimulado y el bien hacer final. Cuando les propusimos para el trimestre siguiente "El condenado por desconfiado", con buen criterio no nos hicieron caso. En su lugar, representamos "Tres sombreros de copa". En ambos casos nos divertimos mucho, aunque ignorábamos por entonces que estábamos poniendo en práctica la conocida fórmula horaciana, quizá extraída de la "Epístola ad Pisones".

Coda del texto anterior, con fotografía


EL TIEMPO PASA, LA ESENCIA PERMANECE

miércoles, 29 de julio de 2015

Dos condiscipulos de la Escuela Primaria, alla en Castilla

  Dos buenos amigos, los dos vivimos en Castilla la niñez y primera juventud. Y alla por la historia, siendo adolescentes, emprendimos viaje por caminos distintos.
   Todo comienza el año 1948, en el pueblo que toma nombre de rio porque se ubica junto al nacimiento del Duero, al pie del padre Urbion. El se llama Roman Martin Simon y  mi nombre ya lo conoceis. Compartimos pupitre y con eso esta dicho casi todo.
Prolegomenos para entender la historia. Duruelo de la Sierra pertenece a varios municipios, la Tierra de Pinares, de Soria y Burgos, con una peculiaridad: la propiedad de montes comunales.
   Durante mucho tiempo, la comunidad de propietarios podía vivir sin trabajar, tal era la cantidad de dinero que recibían por la suerte de pinos: unas 80.000 pts. por matrimonio ("Suerte" completa, media suerte cuando eran solteros).  Por aquel entonces, un maestro nacional ingresaba unas 10.000pts. anuales brutas. Vivían tan bien, que las mujeres solían ir dos veces diarias a la carnicería. Abundaba de todo, incluído el pan blanco sin limitación. Será difícil que las nuevas generaciones comprendan que ese era, y en gran medida es, nuestro país, al que había que sacar de dos postguerras. Aquello era una crisis. Pasemos página.
   El caso es que éramos dos amigos inicialmente, Mariano y yo. Después,  Román y yo. Curioso, ambos llegaron a ser alcaldes. De Mariano escribiré otro día, por el momento baste saber que estudió en el colegio del Pilar, Madrid, y llegó a ser un buen ebanista.
   Con Román hice la escuela primaria casi completa. Compañeros de pupitre, como he dicho, el último año de mi permanencia en el pueblo me correspondía ser el primero de la clase por curriculum. Cuando empezamos el curso, yo permanecí el segundo. Como no lo entendía, pregunté a mi padre. Como de costumbre, sacó la petaca, lió un cigarrilo y me respondió:"Dentro de unos años lo entenderás todo". Y se acabó el diálogo que no interfirió en el partido de pelota vasca de la tarde, ni en las partidas de ping.pong y ajedrez por la noche, en el Hogar Rural Juvenil que mi padre  también dirigía, por aquello del Frente de Juventudas y otras lindezas de la Falange.
   Lo que nos permitía unos ingresos extra. Confeccionábamos un periódico mural, Aire Libre, equipo de clase: media docena de alumnos entre dibujantes,  escritores y maquetadores. A los mejores murales de la provincia, la jefatura de la capital concedía un premio de 250 pts. al trimestre. Lo ganábamos siempre, hasta que el jefe provincial envió un oficio a mi  padre ( que conservo) sobre la conveniencia de hacerlo mal alguna vez para que pudieran ganar otras escuelas. Así funcionó durante dos años. Así vivíamos y así éramos felices, porque contra las zarandajas de behaviorismos y otras tonterías psicológicas basadas en la ignorancia, la niñez es la etapa más dura y fuerte de la vida, porque hay que sobrevivir aprendiéndolo todo y no queda tiempo para la desgracia: unos buenos padres, una alimentación discreta y equilibrada, mucho juego al aire libre y regular disciplina en la escuela camino de la vida. El resto lo pone cada niño mientras va independizándose progresivamente.
  Pues bien, el año de mi frustración por el puesto en clase, se produjo el milagro. Se me ofreció la posibilidad de estudiar bachiller. El mes de septiembre realicé el examen de ingreso en el instituto y hasta el momento no he dejado de estudiar.
  Dos anécdotas aleccionadoras.  Primera, las fotografias de carnet. Como en Duruelo no había fotógrafo, me las hizo el barbero de Covaleda, que tenía una cámara. Para recogerlas, tuve que hacer 20 kilómetros corriendo, entre la salida y entrada en aclase, antes de comer( tres horas en total). Segunda, en la estación de ferrocarril de Soria, despedida para iniciar los estudios. Mi padre me despide, con su sempiterno cigarrillo, me toca un poco la frente y me dice: "Ahí tienes  una gran finca por explotar. De tu trabajo y organización dependerá el fruto". El señor que me acompañaba y yo subimos al tren. Como última imagen, recuerdo la figura de mi padre entre el humo y vapor de la máquina, con el puntito rojo del cigarrillo perdiéndose en la lejanía. Desde entonces, estuve tres largos años  sin verlos: tres hermanos, madre y padre. Cuando se produjo el reencuentro, había terminado el bachiller elemental,  reválida incuída.
   Pasaron los años. Perdí contacto con los amigos de Duruelo, Román y Mariano incluídos. Y por fín regresé quince años después, como el conde de Montecristo o el vizconde de Bragelone ( un poco de humor relaja).
   Y vi el pueblo como detenido en el tiempo. La riqueza comunal había casi desapaecido. Tenían que trabajar para sobrevivir, como cualquier hijo de vecino. Lo hacían todos los días de la semana, mañana del sábado incluída. Y presumían de tener  agua corriente y water en todas las casas, no creas.
   La primera merienda en las Peñitas, reunidos los ammigos de la escuela, fue contundente y reveladora. A la sazón, yo regresaba con dos oposiciones aprobadas: Maestro nacional y Catedrático de Instituto. No se lo creían. Y cuando ya el cierzo se dejaba notar al anochecer, con fuego de troncón bien avivado, el más arevido se lanzó a senteniar:"!Qué suerte has tenido! En cambio, aquí nosotros, tirando de tablón por no habernos ido".  Castilla... ayer dominadora.
   Recuperé algunos de los amigos, otros no tanto. Con Román volví a sintonizar muy bien. Incluso  me concedió, como alcalde, el título de Hijo Adoptivo, que  me honra. Luego les vino el falso desarrollo, seguido de la tremenda crisis, de la que saldrán con dificultad, que tal es el país, la tierra y el  tiempo que tenemos. En todo caso, el resto no será silencio (Shakespeare), sino miríadas de palabras que han de llenar el correspondiente capítulo de mis pobladas memorias.

martes, 14 de julio de 2015

Una fotografía reveladora sin salir de la universidad


  He participado en un coloquio sobre la enseñanza y la educación en la Universidad, con el resultado de cierta ´aspereza espiritual´, que diría Balmes. Difícil afrontar el problema cuando las soluciones suelen ser mecanicistas, endogámicas y con el dinero y la productividad material como único horizonte. Inversión y rentabilidad económica.
   Gentes que confunden el valor con el precio, la información con el saber. Y afirman, sin rubor, que nos hallamos en la era del saber porque disponemos de mayor información que nunca, y podemos compartirla a velocidad de vértigo.
   Cuando intenté ofrecer una visión humanista, me miraron con silencio respetuoso, pero no anuente. Les recordé la etimología de universidad, su dimensión católica por universal, incluso global, el hecho de que un buen profesor pueda explicar en cualquier universidad del mundo sin mayores trabas burocrática. Y como estaba en tierra levantina, les ofrecí un ejemplo: Luis Vives lo mismo explicaba en Salamanca, en París o Lovaina con naturalidad y fluidez, arrastrando a sus alumnos.
  Hay que recuperar palabras como maestro y discípulo, precisamente para que vuelvan a surgir los discípulos y los maestros, base de toda universidad que se precie.
   Porque hay algo apodíctico: el prestigio de una universidad radica en sus maestros, sin los cuales todo lo demás resulta vicario y adventicio.
   Razón por la cual incorporo esta fotografía: una muy joven profesora, un profesor de mediana edad. Y un gran escritor-maestro, Arturo Uslar-Pietri. Los tres en el paraninfo de la universidad.

domingo, 12 de julio de 2015

Foto para la historia personal, profesional y amistosa.



  Una profesora muy joven, responsable central de la organización de la Cátedra de Literatura hispanoamericana, universidad de Murcia, así como la jefa del equipo (más de treinta personas, entre profesores y estudiantes) que por entonces ya funcionaba a pleno rendimiento, a satisfacción plena, doctora Rosario Hernández.  Profesor de mediana edad, muchos años explicando Literatura Española, a la sazón Catedrático de Literatura Hispanoamericana, doctor Victorino Polo.  Y un prócer en todo el amplio sentido de la palabra, político eminente y extraordinario escritor, Arturo Uslar  Pietri, que tuvo a bien presidir e inaugurar el magno Congreso literario  "Literatura de Dos Mundos. El Encuentro", celebrado el año 1992, con asistencia de ciento sesenta escritores, profesores y críticos, de aquende y allende los mares (Menéndez Pelayo dixit).  Una experiencia magnífica y un imborrable recuerdo.

sábado, 4 de julio de 2015

Profesores, alumnos, libros y oposiciones

  Vivimos tiempos de exámenes, junio-julio, con la expectativa de la cucurbita pepo y cucurbita melo en crecimiento, como decíamos antiguamente, cuando éramos menos los estudiantes y el horizonte se manifestaba lejano y problemático.
  También vivimos tiempo de oposiciones, esa rareza española considerada la segunda fiesta nacional (la primera son los toros, que también tiene su enjundia), con el movimiento migratorio de miles de españoles intentando lograr una plaza de profesor de enseñanza media. Buena cosa, que diría el cazurro miope. Tengo docenas de antiguos alumnos en el trance. Me han llamado antes y me siguen llamando después de la cosecha. La mayor parte, suspendidos. Pues qué bien. Y las autoridades académicas, es un decir, tan ufanas y contentas. Recomendación encarecida para todos los profesores (presidentes y vocales) que participáis: recuperad la dignidad de maestros y sacudid el polvo de funcionario probo administrativo. Que ya está bien de tomaduras de pelo y desprecio por la enseñanza.
  Breve aclaración para los no entendidos. Veréis, un buen día se convocan oposiciones: pocas plazas y miles de opositores a la caza en dispersión geográfica. Primer ejercicio: un tema del cuestionario oficial y un comentario de texto. Todo escrito. Los aprobados, realizan otro ejercicio variopinto, legislación incluída. Los que tengan la suerte de aprobar, ya son profesores a plenitud. El autor francés de las "Cartas persas" o el español de "Cartas marruecas" tendrían m ucho que decir, sarcasmo incluído, pero los opositores, también los aprobados, suelen ignorar ambos nombres.
   Vamos a ver de nuevo. ¿Dónde están los alumnos y las explicaciones ante ellos y las exposiciones científicas y pedagógicas y la selección de libros que "maestros e escolares" han de leer a lo largo de los cursos?
  Cualquiera tiempo pasado fue mejor, a veces sí. Recuerdo los tiempos ominosos de la dictadura: casi nada teníamos y mucho lo ignorábamos, pero las oposiciones eran mucho más abarcadoras, todas de ámbito nacional por la igualdad de oportunidades, con tribunal único en Madrid. Mis cátedras de Instituto: cinco ejercicios, escritos y orales con diversos niveles, amén de una Memoria sobre concepto y metodología de la enseñanza. En mi caso, incluí una Biblioteca Escolar para estudiantes entre los 10 y los l7 años (Bachiller).
  No estaba bien, pero era infinitamente mejor que la pacata corruptela actual, que parte del analfabetismo funcional y a la ignorancia permanente se orienta. Otro vendrá que bueno me hará,reza la sabiduría popular, aunque sabido es que nunca el pueblo(?) tuvo sabiduría ni fue "vox dei": todo se lo indujeron y asimilaron con intención mostrenca. Y así durante siglos, trabajando el tópico y el halago gratuito, cuando no humillante por despreciativo.
  Por bobo, malintencionado y nefasto para la educación, nunca me gustó el sistema de oposiciones. Mis diatribas habladas y escritas son notorias y múltiples. Pero mi padre, gran irónico además de Maestro extraordinario, solía decirme mientras sacaba la petaca para fumar: "Hijo, un éxito tu actitud en este campo. Te has pasado la vida despotricando y, con mayor o menor fortuna, has aprobado  las siguientes oposiciones: Maestro Nacional, Prof. Adjunto de Instituto, Catedrático de Insituto, Catedrático de Escuela Universitaria, Prof. Adjunto de Universidad, Prof. Agregado de Universidad y Catedrático de Universidad. Deberías enviar un post al Guiness".   ¿Qué seríamos sin el humor? Me pregunto.