sábado, 4 de julio de 2015

Profesores, alumnos, libros y oposiciones

  Vivimos tiempos de exámenes, junio-julio, con la expectativa de la cucurbita pepo y cucurbita melo en crecimiento, como decíamos antiguamente, cuando éramos menos los estudiantes y el horizonte se manifestaba lejano y problemático.
  También vivimos tiempo de oposiciones, esa rareza española considerada la segunda fiesta nacional (la primera son los toros, que también tiene su enjundia), con el movimiento migratorio de miles de españoles intentando lograr una plaza de profesor de enseñanza media. Buena cosa, que diría el cazurro miope. Tengo docenas de antiguos alumnos en el trance. Me han llamado antes y me siguen llamando después de la cosecha. La mayor parte, suspendidos. Pues qué bien. Y las autoridades académicas, es un decir, tan ufanas y contentas. Recomendación encarecida para todos los profesores (presidentes y vocales) que participáis: recuperad la dignidad de maestros y sacudid el polvo de funcionario probo administrativo. Que ya está bien de tomaduras de pelo y desprecio por la enseñanza.
  Breve aclaración para los no entendidos. Veréis, un buen día se convocan oposiciones: pocas plazas y miles de opositores a la caza en dispersión geográfica. Primer ejercicio: un tema del cuestionario oficial y un comentario de texto. Todo escrito. Los aprobados, realizan otro ejercicio variopinto, legislación incluída. Los que tengan la suerte de aprobar, ya son profesores a plenitud. El autor francés de las "Cartas persas" o el español de "Cartas marruecas" tendrían m ucho que decir, sarcasmo incluído, pero los opositores, también los aprobados, suelen ignorar ambos nombres.
   Vamos a ver de nuevo. ¿Dónde están los alumnos y las explicaciones ante ellos y las exposiciones científicas y pedagógicas y la selección de libros que "maestros e escolares" han de leer a lo largo de los cursos?
  Cualquiera tiempo pasado fue mejor, a veces sí. Recuerdo los tiempos ominosos de la dictadura: casi nada teníamos y mucho lo ignorábamos, pero las oposiciones eran mucho más abarcadoras, todas de ámbito nacional por la igualdad de oportunidades, con tribunal único en Madrid. Mis cátedras de Instituto: cinco ejercicios, escritos y orales con diversos niveles, amén de una Memoria sobre concepto y metodología de la enseñanza. En mi caso, incluí una Biblioteca Escolar para estudiantes entre los 10 y los l7 años (Bachiller).
  No estaba bien, pero era infinitamente mejor que la pacata corruptela actual, que parte del analfabetismo funcional y a la ignorancia permanente se orienta. Otro vendrá que bueno me hará,reza la sabiduría popular, aunque sabido es que nunca el pueblo(?) tuvo sabiduría ni fue "vox dei": todo se lo indujeron y asimilaron con intención mostrenca. Y así durante siglos, trabajando el tópico y el halago gratuito, cuando no humillante por despreciativo.
  Por bobo, malintencionado y nefasto para la educación, nunca me gustó el sistema de oposiciones. Mis diatribas habladas y escritas son notorias y múltiples. Pero mi padre, gran irónico además de Maestro extraordinario, solía decirme mientras sacaba la petaca para fumar: "Hijo, un éxito tu actitud en este campo. Te has pasado la vida despotricando y, con mayor o menor fortuna, has aprobado  las siguientes oposiciones: Maestro Nacional, Prof. Adjunto de Instituto, Catedrático de Insituto, Catedrático de Escuela Universitaria, Prof. Adjunto de Universidad, Prof. Agregado de Universidad y Catedrático de Universidad. Deberías enviar un post al Guiness".   ¿Qué seríamos sin el humor? Me pregunto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario