martes, 14 de julio de 2015

Una fotografía reveladora sin salir de la universidad


  He participado en un coloquio sobre la enseñanza y la educación en la Universidad, con el resultado de cierta ´aspereza espiritual´, que diría Balmes. Difícil afrontar el problema cuando las soluciones suelen ser mecanicistas, endogámicas y con el dinero y la productividad material como único horizonte. Inversión y rentabilidad económica.
   Gentes que confunden el valor con el precio, la información con el saber. Y afirman, sin rubor, que nos hallamos en la era del saber porque disponemos de mayor información que nunca, y podemos compartirla a velocidad de vértigo.
   Cuando intenté ofrecer una visión humanista, me miraron con silencio respetuoso, pero no anuente. Les recordé la etimología de universidad, su dimensión católica por universal, incluso global, el hecho de que un buen profesor pueda explicar en cualquier universidad del mundo sin mayores trabas burocrática. Y como estaba en tierra levantina, les ofrecí un ejemplo: Luis Vives lo mismo explicaba en Salamanca, en París o Lovaina con naturalidad y fluidez, arrastrando a sus alumnos.
  Hay que recuperar palabras como maestro y discípulo, precisamente para que vuelvan a surgir los discípulos y los maestros, base de toda universidad que se precie.
   Porque hay algo apodíctico: el prestigio de una universidad radica en sus maestros, sin los cuales todo lo demás resulta vicario y adventicio.
   Razón por la cual incorporo esta fotografía: una muy joven profesora, un profesor de mediana edad. Y un gran escritor-maestro, Arturo Uslar-Pietri. Los tres en el paraninfo de la universidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario