sábado, 25 de abril de 2015

Hoy miro a las galer´´ias del recuerdo



      Siempre que se produce un acontecimiento importante, no importa cual sea o haya sido el momento de mi vida, no puedo evitar, ni quiero, que alguna imagen querida, transcendente del tiempo, acuda a mis mientes para equilibrar, temperando, lo vivido con lo recordado, lo que nos llega de fuera con lo que brota de nuestro interior, lo que pensamos con lo que sentimos y anhelamos, la naturaleza en paisaje que se transforma y estado de ánimo,  tanto como decir paisaje del espíritu.
   Hoy celebramos la fiesta del Quijote, libro por antonomasia. Pensaba viajar todo el día por tener mañana una reunión pedagógica en la capital del reino, pero al cabo el viaje se frustró, si que la imaginación y el sueño permanecen intactos y despiertos para la evocación y el placer renovado.
  Y entonces aparece la imagen, mitad silvestre, mitad urbana, una pequeña población de mi vida determinante, con dos grandes poetas al fondo y en el principio, el que me inició en la modernidad y el que me acompañaba, desde muy joven, con sus versos y prosas constructoras de tantan ideas y emociones. Nunca podré prescindir de los dos, Bécque y Machado. Nunca podré prescindir de Soria, ciudad en la que viví y que me vivió para tantos años de amor y de esperanza, supuesta la fe que ya venía con las puertas abiertas.

miércoles, 22 de abril de 2015

La torre y el campanario, las cigüeñas



   Pequeña iglesia de un pequeño pueblo castellano, Duruelo de la sierra, el de Soria, no el de Segovia de San Juan de la Cruz. Aquí viví hasta culminar los primereos quince años de mi vida, siempre a la espera de comenzar unos estudios de bachillerato que se resistían a llegar. Mi padre, como sabéis, excelente maestro de enseñanza primaria, procedente de la Institución libre de enseñanza (con todo lo que eso supone) me ofrecía siempre la misma respuesta, mientras liaba uno de sus peculiares cigarrilos de picadura y petaca: "Este año tampoco puedes hacer el examen de ingreso. Lo entenderás cuando seas mayor.". Así desde los diez años, cuatro meses de junio consecutivos.
   Hasta que se produjo el milagro, pues que lo más grande de los milagros es que existen. y comenzó todo a ritmo trepidante. Vinieron los viajes en tren, los autocares, las distancias largas, el desplazamiento de la casa familiar, las nuevas tierras, los amigos nuevos, los primeros amores de prejuventud, tan importantes y siempre recordados para componer mejor la historia personal y colectiva. Y llegó el estudio, abarcador de tantos afanes, promotor de tantos proyectos, meta y camino que me fueron configurando persona para siempre.
  Y esta  que acompaño es una de las últimas imágenes que conservo en la retina, antes de partir, al atardecer de aquel día de septiembre de 1952. Levemente modificada por el tiempo y la riqueza. Entonces no existía la iluminación devcorativa y sugerente, la piedra sillar aún no había sido embellecida, así como nuevas son las melenas de campana, entonces bastante deterioradas. Todo lo demás permanece tal como entonces. Incluídos los dos cigüeños, nacidos en primavera y ya crecidos, dispuestos para el vuelo al calor de Africa, después de un laborioso y familiar aprendizaje de meses intensos. Toda una metáfora que bien pudiera ser nuestra.

domingo, 19 de abril de 2015

viernes, 17 de abril de 2015

Foto recuerdo

Estos días azules, este sol de la infancia





     Los libros agrupados en el anaquel de madera. Tamaños distintos, lomos diferentes, las manos que los han acariciado tantos años, auténtico placer de amor que permanece siempre abierto. Si acerco la mirada, es posible que acierte a distinguir el título de alguno. En todo caso, no importa, están ahí, los conozco, han crecido conmigo y conmigo están envejeciendo, no para la desgracia del ocaso, sino para el crecer de la sabiduría que nos está reservada con la edad, ese punto también de amor que un día, unos desconocidos con los que no coincidimos en el tiempo, dejaron para nosotros con el generoso  espíritu que los envolvía.
    Siempre llevo conmigo este último verso de Machado, que  puede ser un elegíaco y majestuoso alejandrino bien mediado por la cesura, o dos heptasílabos inseparables, como el doble perfil de renovado Jano bifronte  o el haz y el envés de una sensible hoja de abedul.
    Pero también escribo esta breve reflexión como respuesta a mi alumno y amigo Carlos Pastor, que me dejó un mensaje de leve disidencia. Al parecer, yo escribí que Machado es el mejor poeta del siglo XX español. Le pareció excesivo y sin duda tiene razón. Quizá debí decir el más completo, y es la verdad. Desde que asistió a las clases de Berson, su mundo intelectual y sensible, poético, se amplió notablemente para bien de sus lectores, siempre devotos.
   Hay que volver a sus versos consentidos, desde las canciones a los poemas filosóficos, pasando por la extraordinaria voz de "Campos de Castilla". Y visitar a Juan de Mairena y tener siempre presente la palabra de Abel Martín.
   Y entonces, completamente sorprendidos y admirados, llegar a la conclusión indiscutible: Antonio Machado es el más completo poeta español del siglo XX, abierto al infinito.


martes, 14 de abril de 2015

Günter Grass y Eduardo Galeano, palabras que permanecen

   Han muerto ayer y semeja que algo se nos escapa con dolor. Uno tenía 87 años, edad avanzada que no mitiga el llanto por su pérdida. El otro, 73, y tampoco aminora el dolor por su desaparición entre nosotros. Para los no creyentes, todo habrá terminado; para los religiosos, no importa la creencia, supone una transición que aporta consuelo. Y no es cuestión de razón discursiva ni de irracionales emociones transitorias. Aquí Heráclito y Parménides resultan hermanos, pues al cabo todo es uno y lo mismo a partir del ´panta rei´ que define nuestra miseria, pero también la grandeza que se nos ha otorgado. Esto resulta fácil de comprender, o completamente imposible, depende de la perspectiva mental y la generosidad del corazón.
   Los libros de Grass siempre me han acompañado. En ocasiones, para mi propia placentera lectura pesonal; otras veces, por razones de trabajo en clase (no importa que mi especialidad sea filología románica, pues la ramificación literaria es múltiple y necesita ser manifestada) y algunas conferencias y coloquios. Siempre destaco su capacidad de autotransformación y crecimiento, su testimonio de intelectual comprometido y la dimensión artística de su palabra literaria, especialmente orientada a la narración extensa.
   Los textos de Galeano me han acompañado más, pues mi dedicación secular a la Literatura Hispanoamericana y mis propias preferencis de lector así lo exigían. Mutatis mutandi, los tres rasgos que atribuyo al alemán son perfectamente predicables del uruguayo.
  En ambos casos recomiendo un sólo libro, aún pecando de parcial y restrictivo: "El tambor de hojalata"  y  "Las venas abiertas de América Latina" En ellos está la raíz y lo esencial de sus autores. Y si acaban su lectura, es indudable que los avisados lectores buscarán los otros libros, por una elemental ley de inteligencia y cordialidad.
   Su presencia espiritual me sugiere dos ideas de un discurso que pudiera ser interminable. Reconozco que soy persona muy afortunadapues a lo largo de medio siglo he realizado, y continúo, una tarea especialmente agradecida: explicar literatura. Lo que me ha permitido conocer e invitar a mi cátedra, sin condiciones, a todos los que, siendo grandes escritores, algo tenían que decir a los jóvenes alumnos  y a cuantas personas estuvieren interesadas por conocer y hablar con los autores de libros amorosamente leídos.
   Han sido muchos años, muchas experiencias gratas, muchas emociones compartidas. Pero también, por razón de edad y otras circunstancias, se han ido desgranando momentos de dolor por la muerte física. Me viene al recuerdo una lista ya demasiado numerosa. Octavio Paz, Camilo J. Cela, Torrente Ballester, Mario Benedetti, Ernesto Sábato, Augusto Roa Bastos, José Hierro...
  Todos dejaron su huella en esta tierra mediterránea, en estas plazas recoletas, en estas aulas preparadas para el trabajo intelectual y sensible. Con todos vivimos amistad hermosa llena de generosidad . Todos se llevaron algo de nosotros y algo suyo nos dejaron. Y cuando la nostalgia regresa, basta con acercar las manos a la estantería, coger uno de sus libros excelentes y leer. Entonces, el milagro de la presencia se producirá para el gozo renovado de vivir.

viernes, 3 de abril de 2015

El haz y el envés de l hoja

  De la hoja literaria,desde luego. Y de la musical, por añadidura casi evangélica. Aunque también pudiera ser al contrario la formulación del binomio, pues que todo funciona con el tiempo histórico en tanto proyección del personal. ¿Antes la música que la literatura, antes la literatura que la música? Lo repito a menudo: siempre depende del momento en que el hombre supo que los ruídos percibidos eran música, porque la razón sensible así se lo hacía saber. ¿Y antes de la razón que organiza, no inutilmente, el mundo?
¿Qué sucedía en ese tiempo fronterizo? La perspectiva puede ser múltiple y variada, aunque para mí es cierta la evidencia: antes la literatura, después la música y, confluyentes ambas, a partir de ese instante vienen a ser las dos una y la misma, no habrá música sin literatura, no puede haber literatura sin música. También Heráclito y Parménides tienen algo que decir aquí.
   Son el haz y el envés, queda escrito para que así se cumpla en el presente y futuro, pues que así viene siendo cumplido desde que el tiempo es historia viva. Estoy convencido. Resulta difícil imaginar un escritor sin oído musical, pues las palabras nacieron del flatus vocis y tardaron milenios en alcanzar la grafía. También resulta peregrino imaginar un músico alejado por completo de la literatura, por idénticas razones complementarias. ¿Y el lector de palabras escritas, musicales, y el músico que necesita, incluso, aprender un específico lenguaje escrito para que, pautas mediantes, pueda llegar a la partitura con necesidad de medio, no solo de congruo, y convertir aquellas grafías literarias en sonidos armoniosos, todo para gozo y placer de oyentes y lectores en simbiosis de amistad?
   Mientras escribo, escucho "La Pasión según San Mateo", precisamente porque estamos en Viernes Santo. Imposible separar las palabras de uno y las notas musicales del otro. Bach no pudo escribir su obra sin el relato musical. Y el evangelista sabía, cuestión de siglos, que su narración pasional acabaría también transcrita en música.

miércoles, 1 de abril de 2015

Semana Santa, Evangelio puro.


 Ya tenemos la Semana Santa en pleno desarrollo. Hoy, miércoles, las caravanas desaforadas de automóviles en competición van creciendo, subirán durante la noche, continuarán mañana, disminuirán dos días y volverá el Domingo de Resurrección con el regreso de la vacación y el cansancio. Hermosa sociedad. Pero si preguntamos, el 96 % de los catorce millones de conductores desalados nos ofrecerá suficientes razones para el desplazamiento.
  Y mientras tanto, todo está claro. Religiosidad y turismo, dicen. Turismo y negocio, sí; religiosidad, ni por asomo. Luego se acercan los ratoneros de altares (seglares y clérigos, indistintos) para explicar aquello de lo popular en religión, laas tradiciones ancestrales, etc. Todo muy bien. Sin embargo ¿no habrá llegado el momento de separar con claridad la religión de todos los demás poderes, para vivir una sociedad laica moderna, dentro de la cual los ciudadanos (individuales o en grupo) puedan vivir la religión elegida tal que las normas de nacimiento en su origen, sin ulteriores adulteraciones terrenales? Con el Papa que tenemos es posible que...
  En los últimos días han llegado a mi mesa de trabajo dos docenas de libros diz que religiosos, que intentan dilucidar desde la indumentaria de los cofrades en las procesiones, hasta el misterio de la trasustanciación después del Calvario.
   No he recomendado ni regalado ninguno, todos los he arrojado a la papelera, sin caridad. A continuación he visitrado los estantes más personales de mi biblioteca para extraer dos volúmenes que me regalaron hace años, muy manoseados los dos por el uso habitual. El correspondiente a la Vulgata, encuadernado en piel, papel biblia y tipografía un poco arriscada para mi edad. Y sobre todo, el Evangelio, edición trilingue (griego, latín y castellano) preparada por una monja muy devota y amiga, cristóloga excelente.
   Volveré a los dos estos días trágicos y liberadores, que comienzan siempre anunciando el dolor necesario para vivir, y terminan liberando la propia vida con exaltación de la alegría. Algo parecido deseo para todos los que concordéis con estas creencias. Hosanna. 

Tres mujeres en mi vida universitaria

   Sabéis que celebramos el centenario de nuestra Universidad, de mi Facultad de Letras, en la que llevo viviendo, como en mi segunda casa, más de medio siglo: cinco años para la Licenciatura en Filología Románica y el resto como profesor, amén de otras actividades paralelas que, al decir de José María de Heredia, vengo desarrollando con mayor o menor fortuna. El caso es que miro hacia atrás sin ira, antes al contrario, con amor profundo a las personas y las cosas que la vida me fué ofreciendo, de modo que el ala de lo recibido excede el vuelo de los posibles méritos.
   La panoplia de las celebraciones se promete amplia y cualificada. Y en su marco, el capítulo femenino está recibiendo buen tratamiento, con cierto necesario grado de reivindicación. En tal sentido, me es muy grato aportar un pequeño grano de arena centrado en tres mujeres, que fueron mis profesoras y acabaron siendo amigas entrañables.
   Comienza la historia el año 1958. En el mes de julio realizo las pruebas de ingreso y comenzamos en octubre el primero de los dos cursos comunes, con catorce asignaturas de las de entonces, aventura que sorprendería sobremanera a los estudiantes que hoy pueblan la Facultad bajo la égida disonante de Bolonia. La muy atractiva Historia del arte universal comenzó explicándola don Cayetano de Mergelina, erudito y sensible, con gran sentido del humor, viejito entrañable que, a las pocas semanas y pequeño terremoto mediante percibido en clase, pasó el testigo a su hija Virginia con todos los predicamentos.
   El arte de los egipcios como base de sustentación proyectiva, el origen de lo artístico en occidente. Después el arte griego a manera de canon que todo lo estableció y del que todo se derivaría a través de los siglos que fueron ofreciendo, quizá, variaciones sobre los temas troquelados en Grecia. La funcionalidad del arte romano, la arquitectura desde las Pirámides a las grandes Catedrales, la pintura europea a grandes rasgos y, sobre todo, la escultura mediterránea. Todo ello incrementó mi pasión por las artes plásticas, correlato de la literatura que aún me atraía más. 
    Buena profesora,  preparada, hablaba bien con voz tímida y lo memorizaba todo. Sus clases magistrales lo eran de verdad. Nunca se sentó, explicaba siempre de pié, apoyada suavemente en el borde de la mesa profesoral. Persona exquisita, de trato afable, comunicaba poco con los alumnos fuera del aula, pero en tanto que compañera con los años, siempre resultaba acogedora y propensa a los buenos consejos, tanto profesionales cuanto humanos. Conversábamos mucho en el campus y en las reuniones de profesores, hasta que las juntas de Facultad se tornaron poco atractivas por el número y la superficialidad de los debates,mayoritariamente centrados en cuestiones administrativas. Ella venía de otra universidad mejor y se le notaba rasgo y ejemplo que siempre aprecié porque mucho influyó en mi vida.
   Pasaron dos años y en tercer curso encontramos otra profesora de talante muy distinto,de muy diferentes maneras de manifestarse, abierta y enérgica, incitadora siempre, muy atractiva su eneregía para los jóvenes estudiantes. Se llamaba Teresa Soubriet, Tere para los amigos. Trabajaba con el profesor Muñoz Cortés y nos explicó el Latín vulgar, contrafigura necesaria del clásico que discurría por otros cauces en otras aulas. Lo hacía muy bien, con precisión y tino. En sus clases podíamos participar, novedad para la época. Era muy cosmopolita y aprovechaba cualquier oportunidad para invitarnos a un vino en Rambla o Los Zagales. Aportó aire fresco, que le agradecimos. Pero desapareció pronto de los claustros. La ubicábamos en otros pagos, quizá Madrid o el París de los artistas. De menor influencia, su recuerdo sigue siendo agradecido por quienes fuimos sus alumnos y un poco sus jóvenes amigos.
   Y en esto llega quinto curso con todo lo que supone la finalización de los estudios reglados de licenciatura, veteranos como éramos y ya con un cervantino pié puesto en el estribo de la transición al trabajo y la diáspora previsible. Entonces apareció la tercera mujer, profesora Margarita Zielinsky, esposa del profesor Muñoz Cortés, ambos procedentes de la Sorbona, director él del Instituto Hispánico. Su ámbito era el francés, cuyas tareas docentes compartía con el profesor Sobejano, que nos explicaba Estilística francesa con gracejo y buena pronunciación. Ella se ocupaba más de la fonética y la sintaxis con métodos novedosos y, en ocasiones, experimentales. Aprendíamos mucho y bien. Con el tiempo, sus hijos fueron alumnos míos y eso me congratula. Muchos años en la Facultad, hasta su jubilación. Amistad creciente y duradera. Con el tiempo, ya jubilados los dos, me emocionaba verlos en pareja asistiendo a los encuentros de escritores que, por aquellas fechas, organizaba la Cátedra de Literatura hispanoamericana. Así cerrábamos un hermoso círculo de docencia-discencia, con los valores humanos a flor de piel, decantados en la edad y siempre creativos.
   Tres mujeres universitarias excelentes. Tuve la suerte de conocerlas, aprender mucho de su magisterio y, sobre todo, gozar de su compañerismo y amistad. Hoy miro a las machadianas galerías del recuerdo y me siento privilegiado y agradecido.