viernes, 17 de abril de 2015

Estos días azules, este sol de la infancia





     Los libros agrupados en el anaquel de madera. Tamaños distintos, lomos diferentes, las manos que los han acariciado tantos años, auténtico placer de amor que permanece siempre abierto. Si acerco la mirada, es posible que acierte a distinguir el título de alguno. En todo caso, no importa, están ahí, los conozco, han crecido conmigo y conmigo están envejeciendo, no para la desgracia del ocaso, sino para el crecer de la sabiduría que nos está reservada con la edad, ese punto también de amor que un día, unos desconocidos con los que no coincidimos en el tiempo, dejaron para nosotros con el generoso  espíritu que los envolvía.
    Siempre llevo conmigo este último verso de Machado, que  puede ser un elegíaco y majestuoso alejandrino bien mediado por la cesura, o dos heptasílabos inseparables, como el doble perfil de renovado Jano bifronte  o el haz y el envés de una sensible hoja de abedul.
    Pero también escribo esta breve reflexión como respuesta a mi alumno y amigo Carlos Pastor, que me dejó un mensaje de leve disidencia. Al parecer, yo escribí que Machado es el mejor poeta del siglo XX español. Le pareció excesivo y sin duda tiene razón. Quizá debí decir el más completo, y es la verdad. Desde que asistió a las clases de Berson, su mundo intelectual y sensible, poético, se amplió notablemente para bien de sus lectores, siempre devotos.
   Hay que volver a sus versos consentidos, desde las canciones a los poemas filosóficos, pasando por la extraordinaria voz de "Campos de Castilla". Y visitar a Juan de Mairena y tener siempre presente la palabra de Abel Martín.
   Y entonces, completamente sorprendidos y admirados, llegar a la conclusión indiscutible: Antonio Machado es el más completo poeta español del siglo XX, abierto al infinito.


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