miércoles, 26 de noviembre de 2014

Dos anuncios, dos libros


   No quiero cerrar esta nochesin algunas palabras en torno a los libros, siempre territorio virtuoso apetecible. Terminó la tarde con una pequeña charla para hombres curtidos, no bien tratados por la vida, quizá extemporáneos a su época,  ignoro si por personal vocación o arrastrados por las aguas turbulentas de algunos torrestes irreprimibles. No importa mucho la causa o razón, lo cierto es que caminan por la vida muy necesitados. Uno de ellos duerme en los portales, otro hace crucigramas a diario y lee cuantos periódicos llegan a sus manos, un tercero es dueño de un cruce pastor alemán-belga: él me invitó a que les diera una pequeña charla sobre Antonio Machado y Miguel Hernández. Esta tarde lo hice y de allí vengo sorprendido, preocupado y satisfecho, que lo cortés no quita lo valiente.
   La primera nota me llega por mensaje telefónico grabado y que escucho al entrar hace media hora. Una buena amiga me anuncia que tiene un libro para mí. Lo hace siempre que publica alguno y son muchos ya, todos buenos, preferentemente poéticos, porque ella es muy buena escritora, culta y sensible, lo que no suele ser muy habitual y menos en la época que nos toca vivir, tiempos no sólo difíciles para la poesía. El ejercicio de la virtud, vía libros, que de ella viene me conforta y anima en vitalidad, una de tantas formas de ser virtuoso aún sin la pretensión, quizá luciferina, de santo.
,  La segunda también proviene de una amiga, más reciente aunque mayor para su edad, que pretende ser escritora porque, dice, hay pocas y no son muy buenas. Me ha escuchado muchas veces decir que para escribir bien, antes hay que leer bien, estado especial que unicamente se logra frecuentando con asiduidad los muchos buenos libros que en el mundo han sido, así como los pocos que aún pudieren aparecer en los escaparates de las librerías, es un decir en esta época de pantallas, tablets, plasmas y otras estridencias distractoras de la lectura comme il faut.  Me dice que le recomiende otro libro, porque de los dos últimos recomendados en clase, uno le parece un tostón, las "Ficciones" de Borges. Le recomiendo, para evitar discusiones porque es alumna de armas tomar en sus convicciones a menudo arriscadas y siempre firmes, las "Tradiciones peruanas" de Ricardo Palma. Aunque muy distantes entre sí, dos libros excelentes en función del relativismo einsteniano de los posibles lectores. Amigos tengo que han pasado muy bien y han salido instruidos de leer a Palma con gozo y provecho. También dispongo de otros a los  que, sin desdeñar a Palma pues lo leyeron en su momento y coyuntura, les adviene el entusiasmo cuando avanzan en las no fáciles páginas de Borges. Cuestión de pesas y medidas, de meridianos, paralelos y música de las esferas. Para lograr, entre otros, el fín apetecido: poder hablar los unos con los otros en armonía, sin discusiones de animadversión, equilibrados y conformes con lo que uno sabe, enseña y aprende con los diálogos de aspiración socrática. Como suele decir el más entusiasta de todos: "Para eso están los libros, profesor".

martes, 25 de noviembre de 2014

El Cervantes y otros Premios literarios

   Los pemios y sus extrañas virtualidades. Cada vez estoy más convencido que sirven para muy poco, incluso aventuraría que ningún buen ecritor salió de un premio, si acaso la editorial aprovechó para publicitarlo. Y a la contra, sun inconvenientes abundan, de manera especial uno: hacer creer a muchos desventurados que pueden llegar a ser escritores cuando jamás pasarán de honestos amanuenses. Tanto taller de escritura, tanta pequeña editorial avispada publicando libros a cargo del autor, tanto predicador inconsecuente y bastante amoral, tanto "personal" creyendo que puede ser escritor sólo porque cuenta cosas de su vida o de los demás de manera correcta, como hacerlo podría cualquier vecino que algo haya leídodespués de aprender lectura y escritura en la escuela.
   Por mi mesa de trabajo, profesor de literatura en diversos niveles, han pasado centenares de textos "publicables". Siempre procuré la honestidad y la honradez: emitir juicio justo según las elementales normas del oficio. Recomendé pocas publicaciones, sugerí algunas por dubitante y previsor, rechacé muchísimas. Y todo después de una pregunta pertinente: ¿por qué no te dedicas a la escultura, la pintura, la música o la arquitectura? Habitual respuesta:"Es que no tengo dotes". Y entonces les contaba la fçabula de la zorra y las uvas. Ella creía que estaban verdes, pero lo cierto es que estaban altas.
   Con el asunto de los premios me sucede algo parecido. Con los años más descreo de ellos, aunque he participado en numerosos jurados, seis años en el Cervantes. Me parece humillante para muchos que no habrán de lograrlo, claudicante para los rechazadores en juventud y aceptadores en la vejez, falto de caridad y reconocimiento digno en definitiva.
   Entiendo que debe reconiocerle la gran obra del gran escritor, digamos dos o tres por generación. Hágase con elevación de miras, sin miserable competencia con otros, lejos de propiciar banderías y maledicencias, enfrentamientos e inquinas que sólo hacen reír a los demás. El buen escritor es buen artista, vale. Búsquese un método para que la sociedad lo reconozca, respete y valore. Si los responsbles públicos lo entendieren, dispuesto estoy, como siempre gratis et amore, a ejercer de mentor que conoce bien el territorio. Y no me tienen nadie que dar las gracias, salvo que se nuestre exquisitamente educado, porque se trata de mi trabajo secular: la educación de todos y por todos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tres libros recientes, importantes

   A mi mesa de trabajo agradable, muy placentera, han llegado tres libros. "Mentiras de pies largos", "El viajero inhóspito" y "Análisis de la educación", de Carmen Arcas, Sergio Macías y Manuel Navarro respectivamente. Muy distintos, como conviene, pero bien escritos, interesantes, con algo que decir y una fermosa cobertura (Marqués de Santillana dixit) traducida en lengua correcta, profunda, denunciadora y poética íntima: quizá sobra este adjetivo pues ¿cuando la poesía no es íntima, incluídas las epopeyas antiguas, los poemas épico-cultos renacentistas o las escrituras de acera y andar por plazas que nos invaden, no inutilmente, ahora mismo y sin prvisible remedio? Escribir bien y escribir consecuente no suele ser habitual: aquí encontraréis ambas realidades.
   Leed los tres textos, lo váis a pasar bien, que es de lo que se trata.

viernes, 7 de noviembre de 2014

La virtud en libros

  Me alegra la cantidad de consultas sobre la posible relación de los libros con la virtud. Y me place ofrecer mi punto de vista, que comienza por una definición apodíctica: todo está en los libros. Y ello por una razón entre tantas otras . Los libros han ido recogiendo la experiencia individual y colectiva de la humanidad, decantándola por mor de la síntesis necesaria y la economía de medios para evitar una carga descomunal, difícil para el  cerebro que debe atender muchas cosas. Desde la hoja de parra paradisíaca, sabiéndose arrojado y condenado al trabajo y la historia de la no felicidad, el hombre aceptó que debía dejar constancia permanante de su huella transitoria en esta tierra de su placer y su desdicha. Por eso aprendió a escribir y luego a leer, de manera que el recorrido desde las cuevas ilustradas, pasando por papiros y tablillas hasta llegar al libro artesanal y manuscrito que desemboca en la genialidad de la imprenta multiplicadora, el hombre ha ido llenando capítulos del magno libro de su historia, para evitar el olvido, fomentar el recuerdo y recordar a la frágil memoria que él, antepasado necesario, estuvo aquí.
  Acontece, por otra parte, que el ser humano aspira siempre al paraíso, aún sabedor de que el infierno tan temido lo acechará incansable. Considera la filosofía y la literatura como consolación para su propia vida. Recurre a la imaginación y al sueño como tablas de salvación para crear cuanto se le permite. Y llegado el caso y momento histórico, se plantea la ética como fuente nutricia de tantas cosas vitales. Descubre la idea de bien y de belleza, que se potencian sin contradecirse sobre la base de la verdad. Y concluye que verdad y bondad son el binomio perfecto para superar los estadios iniciales de la escala zoológica: razón última y definitiva de la ética. Pero la ética, queridos amigos, se basa en la virtud o no pasará los predios de ficción ofensiva para el hombre que la inventa y define. La virtud al modo aristotélico, pero también al platónico, mezclando la medida, la equidistancia y la emocionalidad para que todo quede integrado.
   Aspirar a la virtud debiera ser la gran ambición del hombre arrojado en el mundo, entre las cosas, como pretendía Heidegger. Y esa virtud es la perfección matemática y la pitagórica música de las esferas. El hombre lo sabe, lo reflexiona, lo siente y, por considerarlo su gran descubrimiento, palabra y obra merecedora de presencia y recuerdo, aspira, pretende y logra dejarla escrita después de haberla practicado camino de la perfección. Y así, la duda incentivadora se transforma en certeza salvífica. La virtud conduce a la sabiduría y la transitoriedad vital del tiempo queda hermosamente atrapada en la geografía permanente del libro que habrán de leer, para su provecho y felicidad, las generaciones venideras hasta la consumación de los siglo. Los libros son encarnación de la virtud y virtud ellos mismos por su propia naturaleza. Los pocos y buenos libros que guardaba para su retiro, placentero y devoto, el gran poeta renacentista de la razón ética y la emoción sensible.

martes, 4 de noviembre de 2014

Imagen y reflejo


   Me pidieron unos alumnos que cambiare el diseño del blog en lo que se refiere a colores de fondo y superficie. Decían, con razón, que letra blanca sobre fondo negro dificultaba la lectura, incluso molestaba a los ojos, precisados de achinarse para percibir mejor. Me pareció acertada la petición, así lo indiqué a la persona diseñadora (huelga decir que yo sería incapaz de tales modificaciones, a tenor de mi "extraordinaria destreza" infotelemática) que me miró con sonrisa comprensiva y me dió a elegir entre varias posibilidades. Se produjo el cambi y confío en que resulte más adecuado.
   En todo caso, se me ocurre una pequeña reflexión derivada, a propósito de la disyuntiva comodidad/exigencia y no sólo para cuestiones prácticas de la vida diaria, sino sobre todo cuando de actuaciones menos frecuentes, si que más elevadas, se trata. Primero, una cuestión de facilidad de acceso: no cabe duda, cuanto más desbrozado esté el camino, mas resulta de agradecer por la economía de esfuerezo y ahorro de tiempo. Segundo, una cuestión de afianzar la experiencia como lección de futuro progreso: a menor esfuerzo, mayor volatilidad y prontitud en la desaparición de la huella que pudiere marcar nuevas etapas o singladuras. Tercero, sobre la base de la peculiar naturaleza humana, cuyo asiento en tal sentido viene dado por el adagio latino:"Video meliora, provoque, peiora sequor". No recibir órdenes, ni siquiera sugerencias. Esto valo porque es mío, no por otras razones, se dice. Necesito equivocarme para aprender, se dice; pero entonces ¿para qué los maestros, para qué fué diseñado Mentor como inseparable pareja de Telémaco, aquellos fundacionales personajes creados por Homero para que pudiera existir Sócrates y sus milenarias parejas conceptuales, a fín de que pudiera continuar y crecer la creación dialéctica, sensibilidad incluída?
   Pudiéramos pensar en el trabajo, el esfuerzo personal y colectivo y considerar que el "castigo bíblico" no se estableció como programa negativo, sino todo lo contrario, considerando al hombre como ser libre, cuasi demiurgo capaz de cierto grado de creación no sólo biológica, que no es desdoro la imposibilidad de que pueda producirse "ex nihilo".
   Y una última posibilidad que intento compartir con los otros (digamos alumnos, sobre todo) a lo largo de medio siglo espectacular y sorprendente para mí. Cuestión de belleza, cuestión estética. Sabido es que la novedad forma parte de la creación artística. También la combinatoria matemática de los elementos previos. Incluso la reformulación de lo ya existente, sin grandes variaciones. Cierto que no todo lo nuevo es aceptable, incluso cabría decir que muy poco de eso nuevo proviene del arte y al arte se dirige para perfeccionarlo en milagrosa multiplicidad de lo uno y lo múltiple. Y es lo cierto que lo nuevo exige esfuerzo en variados campos, tendentes a que la novedad creada sea protéica como parte de su misma esencia. Y entonces aparece la creencia popular: para los colores, el gusto, pues nada se ha escrito sobre ellos. Aunque pudiéramos variar la fórmula de Gracián el sintético y condensado:"Lo bueno, si distinto, varias veces bueno".
    Y entonces a tenor de todos estos prenotandos ¿no resultaría más atractivo, incluso seductor, el blanco sobre negro, inversióntotal de la tradición homologada de la escritura es letra negra sobre fondo blanco, juego de antítesis no solo hegelianas, capaces del mistereioartístico creado y recibido como incentivo para la propia creación?