domingo, 31 de julio de 2016

!AQUELLOS ILOTAS MUÑIDORES DE LA CULTURA!

  Es verdad que, con los años, disminuye mi capacidad crítica incisiva, incluso erosionante para los gloriosos analfabetos que nos circundan como pavos reales con falsas plumas sin brillo. me puede más la conmiseración levemente comprensiva. pero aún recuerdo al dramaturgo que decía: "No lucháis contra mi maldad, sino contra mi memoria".
  También es cierto que la verdad no depende de Agamenón ni de su porquero, pero ambos pueden expresarla si tienen inteligencia suficiente para asumirla .




  Por otra parte ayer, un gran experto en cine, el profesor Javier Polo Alba me recordaba la película de Woody Allen donde coloca a los críticos en el último círculo del Infierno.
   Y para completar el cañamazo comun del cuadro, un antiguo alumno, buen discípulo, me habla de lo mucho y bueno que hicimos durante años cuando, sobre ser ricos y recibir financiación de bastantes programas interesantes, y su pequeña decepción al comprobar que seguimos siendo ricos para lo inútil y perjudicial (la ignorancia prepotente que prefiere un futbolista analfabeto antes que un profesor de filosofía), y cada vez más tacaños paro que signifique cultura como meta de la educación. Y cita libros del "92, aquel año de tanta farfolla palabrera y tan escasa realidad de comunicación y cambio perfectivo.
   Todo muy cierto. Pero no hay que ceder a la aflicción, pues algunas muestras de valor quedan, que nadie podrá borrar mientras permanezca una página escrita que merezca la pena leer. Y aquí una de mis máximas preferidas, en   latín para mejor comprensión: "Verba volant, scripta manent".
  He ahí la cuestión, que diría Hamlet. Lo escrito, si bueno, dos veces bueno, paráfrasis verdadera de Gración. Así hemos vendo trabajando durante décadas, ad maiorem gloriam de todo lo que a libros, ideas y sentimientos escritos y manifestados oliera. Lo hemos pasado muy bien, por vocacionales que somos. y empleo el plural no por modestia falsa, sino como justo reconocimiento a las personas  (jóvenes y no tanto) que me acompañaron en estas aventuras, formando equipos sucesivos que trabajaban como n marquetería, perfectamente ensamblados, animosos, vocacionales y preparados. Alumnos muchos de ellos (más de doscientos a lo largo de cuarenta años), profesores de primaria, instituto y universidad, otros tantos. he sido feliz y hemos dejado un patrimonio en libros y otros textos que pueden ser útiles a las gentes presentes y venideras. Y además he ido agavillando un respetable número de amigos que compensa. Miel sobre hojuelas, que decimos en mi tierra. Lo dulce y lo útil, que preconizaba Horacio. Nos invade la paz de los espíritus.
  Sabéis que tengo una página facebook casi musical y peregrina, como el nombre de Dulcinea (no es por el Centenario) atípica y que, contra todo pronóstico, la siguen numerosas personas de aquende y allende los mares. Digo lo del pronóstico porque tratándose de libros y con cierto nivel, pareciera no encajar mucho en la trivialidad de tal medio de comunicación. Repito: la he convertido en una Cátedra de Literatura a distancia y muchos son los que ella se arriman, como dijera Torres de Villarroel.
  El caso es que uno de esos buenos alumnos ha subi comentario y foto de libros de aquellos años gloriosos en que, habiendo dinero, propiciaron la brillantez trabajadora y creativa de mis equipos. Se queja de la desidia de políticos y otros menestrales al nodedicar más atención y mejores dineros a la promoción cultural. Vámonos poco a poco, que en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño ( Don Quijote). Lamentablemente si miramos nuestros campos literarios, nunca los hubo, por incompatibilidad manifiesta. Que siempre fueron de Agramante estos nuestros campos, así fueran de la Mancha u otros territorios que se vaticinaban propicios.
  Recuerdo que debo hacer una excepción. El presidente Collado, profesor de Filosofía, fue compañero mío de estudios. Cuando llegó al cargo, reunió un pequeño equipo de colaboradores eficaces y preparados. Por mi parte, trabajé a gusto y libre con él. Comenzamos a proyectar cosas y, cuando llegó la celebración del V Centenario de América rozamos casi la perfección. Trabajábamos febriles, de ahí el patrimonio aludido.
  Dos anécdotas que ilustran lo negativo, los gigantes o molinos contra los que siempre hay que luchar en la enseñanza y la cultura. Un Fouché de pacotilla, con mando, se quejaba de que yo me proponía crear una Consejería cultural para exquisitos desde la Presidencia. Pobre diablo, que sustituía la lectura por la marrullería güertana y cazurra. Otra,  un alto cargo (!por Dios, qué bobería insolente!) cerró las buenas instalaciones que disfrutábamos al grito de "se terminó el centenario, se cierra el kiosko". Y se quedó tan pancho. Al poco tiempo, cesó en el cargo, pues todos los políticos siempre serán interinos, volvió a la mediocridad de su trabajo y nunca más de él se supo. pero habría que preguntarle dónde mandó almacenar aquel valioso patrimonio: documentos, libros, cuadros de buenos pintores, textos inéditos de magníficos escritores, abundante material gráfico de los muchos que por aquí recalaron, cuatro Premios Nobel entre ellos. Analizaríamos la respuesta.
  En todo caso, nos queda la satisfacción del deber cumplido. Lo hicimos y ahí queda. Por ejemplo, la editio princeps de Benedetti  ( "Aquí lejos"), que nunca se volvió a editar completo. Por ejemplo, el texto excelente, inédito, que Roa Bastos dedicó a Cervantes. Por ejemplo, el original de "Cuaderno de Nueva York", corregido a mano por el propio José Hierro. Y tantas otras huellas hermosas que por aquí tuvieron a bien dejar.
  Sin falsa modestia ni presunción prepotente y en nombre de todos cuantos conmigo trabajaron a plena satisfacción y ópimos frutos, me place recordar la idea sensación de Hölderlin, el poeta loco a fuer de cuerdo: "Pleno de méritos, pero es poeticamente como el hombre habita esta tierra". VALE.

martes, 26 de julio de 2016

!MEDIOCRES DEL MUNDO ENTERO, UNÍOS!

      Lo reconozco paladino, incluso pleno de humildad franciscana: me pueden los mediocres. Porque la mediocridad no existiría sin ellos. Los tolero porque no hay más remedio y pienso que millones de moscas no pueden estar equivocadas. Y en este mundo nuestro de las Letras y el Arte, mucho menos.
  Recuerdo la famosa máxima horaciana, la que potencia  "aurea mediocritas"  como aspiración de la vida en los hombres sanos y precavidos, así como libre de la desmedida ambición que casi todo lo echa a perder. !Cuántas veces he tenido que aclarar el sentido profundo, entendiendo que no debe traducirse como "mediocridad" al uso común peyorativo, sino en el más hondo troquelado por Aristóteles,  "in medio, virtus"! Lo seguiré haciendo, aún jubilado, mientras Dios y la naturaleza me sigan otorgando una cierta lucidez mental, emocional y racional encarnada en un cuerpo no demasiado decrépito pese a la edad.
   También recuerdo la otra, más revolucionaria y trágica: "!Proletarios del mundo entero, uníos".  ¿Aquellos vientos ho



racianos y políticos de media altura trajeron estas tempestades adormecedoras?
   Hace unas horas he recibido las bases de un concurso literario, plaga casi egipcíaca de difícil ataque y remisión. Siete instituciones patrocinadoras, lo que no está mal de entrada, todas ellas escuelas de escritores, y aquí pregunta al margen, ¿alguien discretamente culto supo alguna vez para qué sirve una escuela de escritores, como pudiera ser de hostelería, mecánica de motores,  manipulador de alimentos o fontanero con buen oficio? Y añado ¿alguien se ha parado a pensar que el arte es una cosa y los oficios prácticos necesarios otra muy distinta, si que necesaria para vivir mejor y más cómodos?  He ahí el misterio, que diría Shakespeare.
   Pues bien, claro, en el anverso de las citadas bases, mucho colorín algo que parecen flechas, dos perros de mirada invertida y una chica medio dormida con la mano tocando algo que parece un sobre con una mancha roja, todo a la altura del pecho-corazón.
  Doy la vuelta a la cartulina (buena calidad y gramaje), para leer. y comienzo con enfado monumental, pues que allí está escrito que podrán participar  "autores y autoras", así como suena. Reflexiono: ¿Cómo es posible que alguien se atreva a hablar de Literatura comenzando por elementales errores de lengua? Si tuviera tiempo, les diría que es más moderno decir chicos y chicas, seres y seras humanos y humanas, mucho mejor, más igualitario y respetando la libertad y autoafirmación de esas "aves implumes" que siempre han sido las mujeres, y las mismas "aves implumes" que siempre han sido los hombres.
   Plagado de semejantes perlas expresivas el texto, considero que el concejal de cultura del pueblo patrocinador (no es obligadoque haya leído un libro en su vida) y su asesor fundamental, habrán quedado "sastifechos", como suele decir unos de los conserjes que conozco. Varios autor/a, ganador/a, él/la, seleccionados/as... Y terminar con la guinda de la tarta: "A este acto al que se le avisará previamente...".
   me acuerdo de Garcilas: "En el silencio sólo se escuchaba /  un silencio de abejas que sonaba". Y también de Neruda: "Bueno, pues llegaron otros". Y aún de Hölderlin: "El poeta es un medium entre los hombres y los dioses".

domingo, 24 de julio de 2016

LAS LENTEJAS DE ANA MARIA MATUTE

  Gran escritora. Gran persona. Gran amiga familiar y personal. Murió hace apenas dos años y significa una gran pérdida para todos, desde los niños (una de sus grandes pasiones) a todos los adultos que disfrutan con la lectura de buenos libros.
Digo familiar y persona por una clara razón. Por razones profesionales, mis hijos y esposa han conocido a los


grandes escritores del siglo XX, pues que todos pasaron por nuestra ciudad en numerosas ocasiones. Los conocían por mí, claro, pero muy pronto comenzaba una historia personas entre ellos. Y en no pos ocasiones desarrollaron amistades muy por encima de las mías. Recuerdo tres casos canónicos: Bryce Echenique, Roa Bastos y José Hierro, los tres muchos amigos de mi mujer y alguno de mis hijos que conmigo. fenómeno natural. Los compañeros se conocen y relacionan bien, pero los amigos se eligen libremente en función de las afinidades selectivas y otras virtudes personales e intransferibles.
  El caso de Ana María es canónico. Muy amiga mía, pero mucho más de mi mujer y de mis tres hijos. Ella venía todos los años a Murcia para hablar de Literatura. Todo el mundo lo pasaba muy bien: aulas, calles, cafés en plazas, paseos, largas coloquios con estudiantes, etc. Pero llegó un momento en que me dijo: "mira Victorino, tú sabes lo que te quiero (y lo que te debo), pero no te enfades por lo que voy a decirte. A partir de ahora, que me presente siempre Javier, tu hijo. me entiendo mejor con él, tengo más confianza y los coloquios y conferencias salen mejor si lo tengo a mi lado. ¿Te parece bien?".  Cómo no me iba a parecer. Y desde entonces todo lo hacían de consuno, con el trato de abuela-nieto como base de sustentación de todo lo que hacían. A tal extremo que un año le dedicamos un Curso-homenaje en El Escorial, y ella exigió que fuera invitado Javier para que la acompañara en el coloquio de inauguración de todos los Cursos. Así era y así se comportaba.
  Culminación de lo afectivo. Otro día le dijo a Carmen, mi esposa: "Vamos a ver Carmen.  Sé que tú eres buena cocinera, además de buena catedrática de Matemáticas. Estoy un poco cansada de los buenos hoteles y restaurantes que me reserva tu marido. Lo que de verdad me gusta es la comida casera, lentejas y cocido con preferencia. ¿Por qué no me preparas unas buenas lentejas, a ser posible con chorizo picante". Dicho y hecho. Quedó encantada. y en adelante así acontecía cada vez.
  Una conclusión clara. La Literatura forma parte de la propia vida. y sirve, sobre todo, para que los buenos afectos y las buenas ideas discurran por el mismo camino de perfección humana. lo demás, verdura de las eras, que diría el poeta medieval.

lunes, 18 de julio de 2016

MAESTROS DE CIENCIA Y VIDA

  Hace unos días terminamos el Curso de lectura y escritura, que imparto los últimos años en la Universidad. Como siempre, muy gratificante, pues que de manera habitual repito que la nuestra es la segunda tarea más decisiva en la vida delas personas; la primera es la medicina, que cuida del cuerpo, envoltorio necesario para lo espiritual aflore y se desarrolle comme il faut (soy un afrancesado irremediable).
  Emocionante despedida, palabras hermosas, abrazos compartidos y un si es no es añorante vestigio del pasado que terminaba, así como nostalgia del futuro que habrá de venir. Mientras "esta cárcel, estos hierros en que el alma está encerrada" (Santa Teresa) resista y se muestre con resistencia suficiente para la etapa siguiente. Por nosotros no ha de quedar.
  Unos días después, una alumna italiana, trabajadora y brillante, vino a mi despacho. Tuvimos una interesante conversación y, a su sesgo y través, vino  a decirme: "Usted es una maestro de ciencia y vida, por eso me ha interesado tanto su curso y le doy las gracias."
  Cuando marchó, unos minutos de reflexión. Y una pregunta, quizá retórica dados los tiempos pacatos y ramplones que estamos viviendo, sin culpa de nadie quizá, pero en los que la mayoría participa con entusiasmo digno de mejor causa. Me pregunté: "Pero alguien que vocacionalmente se dedica a la enseñanza puede disociar la ciencia de la vida, no han de ser todos maestros de vida, en primer lugar, y de ciencia y arte después, para logar el binomio necesario, la perfecta simbiosis creativa?".
  No deseo entrar en disquisiciones que pudieren ser bizantinas si partimos del relativismo que nos disgrega, de la miopía que nos empequeñece el mundo alrededor, tan atractivo por otra parte. me limité a recordar a Platón, sin olvidara Aristóteles, para concentrarme en la fuente nutricia de ambos, el gran Sócrates, que todo lo dijo y sus discípulos escribieron.
  Determina Platón el de las ideas y el carro de Faetón, gran metáfora universal del pensamiento en esta parte del mundo civilizado, afirma: "Educar es proporcionar al cuerpo y al alma toda la belleza de que son susceptibles". Fijaos,  educación, cuerpo, alma, belleza...todo en armonía perfecta y perfectible.  Maestros de vida, claro, como una celebración casi litúrgica.

viernes, 1 de julio de 2016

El último barco a América

   Sobre la mesa de trabajo tengo cinco libros, ya leídos, dispuestos para una reseña, aunque sea breve, porque merecen la pena. Como norma, no suelo distinguir entre amigos, alumnos y descocidos que tienen la delicadeza de enviarme sus libros. A casi todos respondo y, desde que tengo blog, suelo dedicarles un pequeño comentario, nunca complaciente, siempre tratando de que los posibles lectores encuentren algún indicio para buscar el libro, o no.
  El de hoy me vuelve a plantear la intensidad, el tono y el timbre de los textos encuadernados, pues que ya ni en las Facultades de Letras, Departamentos de Filología Hispánica, se acostumbra a leer aquello troquelado como bueno por la historia, con lo que cada vez resulta más difícil organizar un conjunto de libros clasificados de manera exigente y escalar. ¿Todo el mundo tiene que leer  "La Iliada" griega y el "Ulysses" de Joyce?  Evidentemente, no. Pero convendría establecer graduaciones en la misma función de la preparación que aportan los lectores, para evitar la confusión y el "todo vale porque el escritor lo anuncian en la tele". Tres niveles, en mi opinión: popular, medio y culto. Sin que ello suponga devaluación en ningún caso, simplemente se trata de conocer el nivel lector y que cada cual,convenientemente asesorado, elija los libros que van a incentivar, y satisfacer, su imaginación e inteligencia, sobre la base de las ideas y las emociones, ambas a dos.
   El libro de Paco López Mengual estaría en el estadio dos rozando la frontera del tres, con todos los predicamentos positivos. Comenzando, incluso, por la materialidad del volumen y lo que ahora se llamaría diseño. Encuadernado en tela-cartoné con adecuada cubierta que, habilmente, sirve para ofrecer lo fundamental del libro, lo que hallará dentro el lector. En efecto, portada con gran título, arriba el autor, abajo el mar, en el centro el barco (sepia) y un breve texto anticipativo: "Guerras, amores imposibles, traiciones,espectros, leyendas, guardias civiles, maquis...cohabitan en un mundo del que que sólo hay una salida". No hace falta pedir más, pues que el avisado lector ya sabe a qué atenerse. Y por si era poco, la contraportada: sinopsis de la historia contada y un destacado abajo en caligrafía roja y sobre el mar que continúa la portada. Completo el mensaje.

  Falta lo más importante, que también se ofrece. Una arquitectura constructiva excelente, donde encajan bien las numerosas piezas de difícil encaje, que el autor ha organizado de forma estimulante y atractiva, evitando el abigarramiento posible a contar de los múltiples y variados materiales.
  Y sobre todo, la narración, la escritura. Fluída y bien redactada, desde la dominada técnica gramatical (lo que no es poco en estos tiempòs apresurados) hasta la brillante utilización de lo metafórico traslaticio. Buen dominio de la escritura narrativa, con viveza y pulso mantenido. Recomiendo su lectura.
  La novela me llegó a través de una buena amiga. Se lo agradezco porque me ha hecho pasarlo muy bien a lo largo de su agradable lectura.