martes, 31 de mayo de 2016

DIPUTACIONES, AYUNTAMIENTOS y otras instituciones poéticas

  Pincelada política para empezar: las Diputaciones no tienen ninguna razón lógica de ser, salvo como venero de votos y compromisos de amigos en agradecimiento. Los Ayuntamientos, sí, pero reducido su número a la tercera parte. Que no está el horno para bollos, el dinero público es poco, los cargos muchos, y los dispuestos ladrones presuntos, eso sí (no vayan a ofenderse, que para eso tienen la inmunidad y otros privilegios de ocultismo aforado) demasiados al acecho.
  Digo esto porque ya va sonando grotesco que las tales instituciones se hagan cargo de la cultura subvencionada, de manera que propician la mediocridad de la provincia y consumen un presupuesto mucho mejor destinado a comedores para niños y otras exigencias cuya realidad produce rubor.
      Item más. Las personas encargadas de la cultura en esos centros suelen ser los menos valiosos, es decir, los mediocre a los que hay que compensar con lo que sea por los servicios prestados.
     Os pondré dos ejemplos recientes. dada mi larga trayectoria en la enseñanza, se comprende que haya participado cientos de veces en estas lides cultural-literarias. Y lo vengo haciendo de corazón, intentando que la ramplonería se note lo menos posible, procurando que los promotores  (concejales y diputados) se manifiesten con discreción, sin colocar de protagonistas con discursos que, a veces,avergonzarían a lugareños con lecturas, razón por la cual niguna institución me invitaba por segunda vez. repito, una torpe inversión, un gasto inútil.



  Primer ejemplo. Un edil joven, que me dice ser hijo de un antiguo alumno mío. El padre, pequeño empresario. El chico no tiene estudios, ingresó en las juventudes de su partido, camino que le llevó al cargo de concejalía, cuyo título es revelador: Juventud, Cultura y Deportes, totum revolutum, cajón de sastre par entretenimiento y quemazón de hormonas en los jóvenes.  Me dice que quiere organizar un premio Literario y nadie mejor que un catedrático famoso, conocido por su padre, para la tarea de asesoramiento, jurado, etc.  Me ha costado una larga conversación para convencerlo de lo contrario, pues que existen poetas en su pueblo que se habrán de sentir orgullosos del encargo.
   Segundo ejemplo. Esta mañana he recibido una carta para rectificar algo. Procedente de una Diputación que convoca dos premios de poesía anuales. Se ha cometido error en las bases y las vuelven a editar corregidas. Papel timbrado, con logo de diseño y demás elementos de modernidad. Nadie lo firma, ha salido del  "Departamento de cultura y juventud". Tampoco haré ningún comentario.  Pero sí un deseo:  más latín y menos pasto de las fieras.
  Una pregunta. ¿Por qué se confunde folklore elemental con cultura y se identifica con la juventud y al frente de los correspondientes departamentos se coloca (nunca mejor dicho) a los menos cultos de los equipos de gobierno?  Hay que distraer a las masas, dar pequeños juguetes a los jóvenes, promover eso que llaman deporte y, en definitiva, revestir de modernidad y cercanía lo definido por los clásicos como "panem et cercenses".  El pan cada vez escasea más, pero el circo se mantiene o toda costa, quizá para entender el chascarrillo que culmina el pequeño de la familia: "En mi casa comemos poco, pero nos reímos una "jartá" con mi padre".

viernes, 27 de mayo de 2016

OTORRINOLARINGOLOGO , visita rendida y aprovechada


  Los que peinamos canas, que antes se decía, y andamos ya rondando la edad provecta, que también se decía in illo tempore,de vez en cuando, aunque también pudiera decirse de cuando en vez, vamos adquiriendo la costumbre saludable (nunca mejor dicho) de visitar al médico, mejor en plural, por mor de las revisiones periódicas que el organismo y sus partes constitutivas necesitan, sin que esto diga nada en desdoro de la persona ni pudiere ser motivo de ocultación por una dignidad mal entendida y peor cultivada. Antes al contrario, cuando sales de la consulta de cualquier especialista sientes como una renovación global de lo psicobiológico, como de haber recibido una inyección de optimismo polivalente que despaja el camino y lo impulsa para con alegría en nueva etapa. Es como si hubieras leído un texto previsible que aguardaba para su lectura.
  Pues bien, ayer visité al otorrino por una semiurgencia de voz a unas horas de clase. Debo decir que el mío habitual durante muchos años se llama Carlos Sprekelsen, Catedrático de la Facultad de Medicina, gran amigo y compañero en algunas actividades literarias, por aquello de la corriente de ósmosis humana, tan atractiva y compensadora. En esta ocasión no quise molestarlo, porque el tiempo urgía y la dolencia no era preocupante.



  El caso es que, con rapidez, me asistió por primera vez el nuevo galeno, profesional eficiente y preparado, dado a la conversación y conocedor de muchas cosas que, hace años, se aprendían en bachillerato y hoy brillan por su ausencia en las diversas facultades y escuelas Técnica, metidas de hoz y de coz en al barbarismo de la especialidad prematura y mutante, denunciado por Ortega y Gasset hace muchísimos años. La visita se prolongó por la charla, quizá con pequeño trastorno para los pacientes que aguardaban.
  Ante sus preguntas, le indique que vengo padeciendo una hernia de hiato desde casi joven. A colación, todos los detalles del caso, incluído el de dormir recostado, por el flujo gástrico. Recordé que el  médico descubridor, con cierta ironía, dio en decirme que en casos tales recomendaba dos ladrillos del ocho para elevar la cabecera de la cama. A mí, por razones obvias, me los sustituyó por dos tomos del Quijote, que vine usando hasta que aparecieron las camas articuladas elevables. Rió a gusto y tanta gracia le hizo, que decidió utilizar la significativa anécdota en consulta y reuniones de amigos y compañeros, dada la oportunidad, añadida, de celebrar este año el centenario de Cervantes.
  Coda o envoie final , para navegantes y otros preocupados por la educación universitaria en este país de todos nuestros gozos y pecados. De regreso al despacho, en el pequeño campus de La Merced, bajo las palmeras en estos días de exámenes, pregunté a varios alumnos, en grupo, el significado de la palabra otorrinolaringología. Caras de asombro, ojos en exceso dilatados, bocas abiertas por el asombro...¿Cómo ha dicho usted? Y puesto que estamos en el centenario, terminemos cervantinos: " Miré al soslayo, fuíme y no hubo nada". 

jueves, 26 de mayo de 2016

"EL HEREJE" , de Miguel Delibes, en la calle

   A media mañana camino hacia la Universidad, al cabo de tantos año, con doble intencionalidad. De una parte, para estimular el miocardio con estimulante paseo, que los años exigen movimiento pero ya no están para los gravosos deportes de otros tiempos: fútbol, cuando era deporte, pelota vasca y carreras de velocidad, todo durante muchos de añorada y feliz recordación. Por otra parte, y una vez jubilado de las aulas sistemáticas y obligadas, para ejercer otros medios de comunicación, más libres y eficaces, que me permiten continuar con la enseñanza, tarea de intrahistoria proyectiva que me ha ido conformando a lo largo del último medio siglo de mi vida prolongada.
  Acontece que durante esos paseos matutinos suelo encontrarme con amigos y antiguos alumnos. Y se producen breves pero elocuentes diálogos. Como el de esta mañana.  Amigo buen lector y no desdeñable investigador de cuestiones literarias, que me consulta ya muchos años. Llevaba un libro en las manos, creo que "Los gozos y las sombras", y venía de la farmacia. Saludos de rigor, referencias al tiempo veraniego que nos ha sorprendido sin avisar, pequeñas quejas y grandes esperanzan, que han de crecer al ritmo y paso de los años. Me dice que sigue mi face book, que lo pasa bien, pero que en algunas ocasiones se siente desbordado, como estos últimos días, que anda leyendo  "El hereje", por alguna de mis recomendaciones. Dos objeciones,con cierto temor expresivo, me plantea: dificultad formal, muy compleja, y densidad de fondo, con mucha religión y teología. Comprensible ambas. He intentado tranquilizarlo con las palabras de siempre.




  Primero, la literatura es cuestión de niveles, desde la perspectiva del escritor, pero también desde la del lector, cuestión elemental. No todo el mundo es capaz de escribir con registros en toda la escala de la lengua estética. Y no todas las personas, por inteligencia y preparación, son capaces de leer todos los libros escritos con mayor o menor fortuna y acierto y calidad. En esto hay que ser modestos, incluso humildes. No todo el mundo es Capaz de escribir "El Paraíso perdido", ni tampoco de leerlo. Y no pasa nada. El mundo funcionará bien si somos capaces de reconocer las propias circunstancias sin comparar con los demás al alza o a la baja.
  Segundo,  "El hereje" produjo sorpresa y aún perplejidad desde el comienzo. Un libro no habitual en la trayectoria de Miguel Delibes, de quien todo el mundo había leído El camino" y "Los santos inocentes", sin graves problemas. Pero claro, llega  este hereje y asegura el trastocar, no solo para los lectores medios, sino también para los críticos y profesores, que en este nuestro país no suelen brillar a gran altura, azcaneados como todavía andan con la exégesis hidráulica, los paralelismos fáciles y las solapas editoriales entre la publicidad y lo elemental de la falta de tiempo para leer mucho y bien, raiz de todo conocimiento literario.
  ¿Quién dijo que este libro de Delibes había de ser popular, de lectura fácil, construcción sin problemas técnicos y denunciados de cuestiones sociales próximas?.
  Conclusión para el amigo buen lector de esta mañana: "El hereje" es la mejor novela del escritor castellano, la más completa, la mejor elaborada, la más moderna de forma y estructura, la más densa de historia y pensamiento, la que más impresiona,estimula y conmueve al lector que busca en la literatura lo que nunca debió dejar de ser, arte de la palabra en plenitud, la más complicada de las bellas artes, porque juega con materiales sutiles imposibles de someter a vasijas prefijadas, puies acontece con la palabra escrita como a San Agustín le sucedía con el problema del tiempo, histórico y personal, y con el misterio de Dios uno y trino.

miércoles, 25 de mayo de 2016

"LA ANTORCHA DE MI VIDA", entrega del día, poética

  El título alude a un libro de versos, escrito por Hipólito Romero Hidalgo, técnico de profesión y poeta por devoción casi vocacional en exclusiva. lo tengo dedicado por el autor, que le agradezco, y me correspondió en un amistoso sorteo, al final de una velada literaria en el Casino de Murcia, llevada a cabo por el Foro Poético. todo muy agradable e ilustrativo. Lo pasé muy bien escuchando a las poetisas (una alumna entre ellas) y viendo bailar a una excelente bailarina y su alumno.Música, danza y versos, buena combinatoria.
  Al final, como digo, me deparó el sorteo la suerte del libro, cuya dedicatoria reza: "Con el deseo que disfrute con los poemas que forman parte de mi vida". Y aquí radican algunos de los misterios de la poesía, en general, y de los versos de Hipólito en particular.
  En efecto, los poemas forman parte de su vida, lo que viene a decir que son elementos consustanciales a su modo de ser y existir, de manera que sería difícil entender su trayectoria vital sin sus versos, y a la inversa, los poemas son manifestaciones entrañables de su propio vivir.
  Como es sabido, este fenómeno corresponde a los primigenios, y permanentes, estadios de la vida humana. El hombre se plantea conocer el mundo y tiene que hallar un lenguaje onomástico para la identificación inicial y el complejo mundo de relaciones intelecto-afectivas que seguirán en su desarrollo: árbol, estrella, luna, león, pan, agua...Los elementos que le rodean, los identifica.
  La etapa siguiente desarrolla las relaciones gramaticales, lógicas, el pensamiento relacional y un complejo mundo de sensaciones. Por ejemplo, contemplar un árbol puede y debe despertar imágenes capaces de proyectar sentimientos y emociones de todo tipo.
  Y al cabo, la metaforización, sin la cual poco es la poesía. El poeta sabe lo que es una perla, mira los dientes de su amada y concluye escribiendo: "Tiene los dientes como perlas". Da un paso más y escribe: "Las perlas de su boca".
  Esto parece sencillo, una vez conocido y practicado, pero necesitó milenios de actividad mental y emocional para encontrar las palabras transcriptoras. Y en ello continuamos con la literatura, igual que sucede con el restode las bellas artes.
  Pues bien, el libro de Hipólito se mueve justo en los momentos que descubren sus relaciones internas, para proyectar a los demás su experiencia vital y capacidad de de compartir mediante la escritura. Basta con repasar el índice de títulos para comprobar que son intercambiables los poemas y sus propias experiencia de vida. Unas palabras de Julián Serrano lo definen bien: "Y como era presumible, ha vuelto a la poesía. le falta oficio, le sobra calidad".
  Importa siempre, en primer lugar, la calidad, porque el oficio se aprende y perefecciona con el tiempo y la práctica. Practicamente hasta la página 135 las formas suelen ser de verso breve y múltiple de sensaciones, ideas y entusiasmos. A partir de ahí, el peta incorpora otras formas más complejas, verso de arte mayor y la forma poemática más difícil del verso español, el soneto, al que se dedica ultimamente según propia declaración.
  Sin duda alguna, recomiendo la lectura de este libro cargado de emociones, de ideas y de experiencias vitales, a la búsqueda cada vez más completas de las formas verbales. Y vuelvo a las palabras de Julián Serrano: "Yo que soy un viejo poeta (por mi parte, diría un viejo profesor) veo en él un magnífico futuro y un muy aceptable presente para entrar con todo dignidad en el maravilloso campo reservado a los poetas".  Campo en el que ya ha entrado por derecho propio y obra bien hecha, como el libro demuestra.

martes, 24 de mayo de 2016

Academias y oposiciones, aberración en la enseñanza

  Han pasado cuarenta años de democracia (es un decir, a juzgar por las cosas que aún pasan por aquí) y todavía continuamos con la segunda fiesta nacional, la de las oposiciones. y así nos va, así nos luce la cabellera undosa o, por mejor decir, así ostentamos el pelillo de la dehesa, tan contentos.

  Las tales oposiciones, cuando de enseñanza y educación se trata, constituyen auténtica aberración, pues que, de manera endogámica y ramplona, se pretende la selección de maestros sin ver un alumno y sin valorar las calidades académicas y educativas de quienes van a ser seleccionados. Si acaso, unos temas dispersos, muchos dibujos y estadísticas, bastante organización administrativa, escasa capacidad de hablar, métodos ausentes y unas formulaciones psicopedagógicas que si no fueran para llorar, serían para reir.



  Pero ¿cómo es posible a estas alturas tal desprecio de la enseñanza, los niños y sus maestros? Quizá un dato estadístico pueda contribuir a entender todo esto: la final de la copa del Rey de fútbol fue vista por diez millones largos de espectadores en televisión. Así que, aquí culpables todos: los que gobiernan y los gobernados. Una pescadilla que se muerde la cola. Los que mandan saben que cuanto más brutos e incultos, mayor capacidad de ser manipulados. Los gobernados desean que sus retoños lleguen a ser
Messis o Ronaldos. En consecuencia, les regalan un balón en lugar de un libro. Y así hasta...
  Tenían razón los romanos: al pueblo irredento, "panem et circenses". Y todos felices. Tenía razón Lope de Vega,  "el vulgo es necio". Y todos felices. Con el contento y la felicidad de la caverna prehistórica, en cuyos dominios aún estaban muy lejos de entrar el pensamiento, la razón y la sensibilidad de seres vivos racionales.
  Mal estaban las cosas también, por entonces, pero valga el recuerdo de mis oposiciones  magisterio. Dos ejercicios pr la sabiduría general y la pedagógica. Otro para la educación física. Y uno muy especial para realizar una clase con niños, delante del tribunal. Insisto en que no era un desideratum, pero sí algo mucho mejor que lo actual.
  Colofón. Las academias preparatorias multiplican la matrícula por estas fechas, un mes antes de la oposición. No haré ningún comentario, pero pensadlo un poco. ¿Pensamos mejorar los niveles de los niños con los maestros que salgan de semejantes zahurdas de Plutón?

lunes, 23 de mayo de 2016

Almodóvar y la palma de oro

   Cannes es una ciudad muy atractiva, completamente obnubilada por su festival de cine, lo cual no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, que diría el castizo. Es el gran festival, mitad escaparate cinematográfico, mitad centro de negocios, porque es bueno recordar la dimensión industrial que el cine comporta. Quizá fuera bueno volver al arte por el arte, pero mientras el negocio permanezca, no hay que hacerse demasiadas ilusiones. Para mil personas, un Rembrandt siempre será una culminación del arte pictórico. Pero para millones de esas personas, que nunca se detendrán a mirarlo con morosidad y apego, será famoso y digno de tener en consideración por el precio que vaya alcanzando en el mercado. Entre la creación y la inversión, esta sociedad estúpida que nos ha tocado vivir,elegirá lo segundo, sin duda.
  Con el cine acontece igual. Son muchos los intereses económicos que juegan en su torno, por lo que la dimensión de arte queda en muy segundo lugar. Y no se olvide que lo literario también importa, pues que el guión no es unicamente una serie de indicaciones escritas para orientar al director.
  Ayer se fallaron los premios del festival. Y dicen los medios de comunicación: Almodóvar volvió de vacío. Y ya van cinco años.


 
   Es lógico y natural, porque el director manchego fue siempre una mediocridad.  Ponderado por interesados e incultos, muchos de ellos con cargos políticos decisorios, vino a resultar que la picaresca, el ingenio, la improvisación y el desparpajo crearon un ambiente favorable a su cine, que no pasa de ser un entretenimiento coyuntural sin más.  El director pasó de la movida madrileña (escándalo juvenil esperado a la salida de la dictadura) sin transición al cine como el arte menos necesitado preparación, estudio y técnica bien desarrollada y asimilada antes de proyectar la obra.  No le dió tiempo a estudiar y prepararse, escuchó demasiadas voces aduladoras, aceptó y se metió en aventuras de cine pensando, quizá,que lo ingenioso y desenvuelto bastaban para convertirse en estrella. Exactamente igual que sucede con la literatura.  Muchos piensan que con un lápiz y varios folios en blanco se escribe un buen libro en prosa o en verso. Otros muchos consideran que con una cámara tomavistas y cierto grado de escándalo en las imágenes, basta para organizar una buena película. Malo es que existan mentores interesados un poco alejados de la ética profesional.  Pero igualmente malo es que existan catecúmenos dispuestos a considerarse artistas sólo porque otros lo dicen y porque ellos prefieren el rasguño epatante al trabajo bien hecho. La parafernalia está, pero importa el meollo interno y esencial, que no suele responder a improvisaciones divertidas.
  Hoy le ha tocado al cine. Mañana le corresponderá el turno a la literatura. Cuestión de tiempo y barajar. Que las virtudes son difíciles de adquirir. Y los vicios, muy fáciles de practicar.

sábado, 21 de mayo de 2016

Exámenes inútiles, tiempo perdido


   Cuando salía del trabajo esta mañana, he coincidido con un antigua alumno, profesor hoy, cargado de una resma de folios bajo el brazo. Sin preguntar, me ha respondido: "Todo esto son exámenes por corregir. Les dedicaré todo el fín de semana. !Qué lata!".
  Claro, claro, pero todo el mundo sigue haciendo exámenes en la universidad, por dos razones fundamentales, complementarias e inseparables, como un Jano bifronte, aunque los profesores lo nieguen. Primera razón, el ejercicio de un pírrico poder. Segunda razón, el control de conciencias, que los alumnos perciban la superioridad de la que dependen. Adrede he utilizado la palabra razón, ironía y sarcasmo en grandes dosis.
  Tal situación me produce conmiseración, pena y una cierta dosis de rabia.  ¿Hasta cuando vamos, van, a continuar con estos métodos antediluvianos, decadentes, obsoletos y ramplones, que para nada benefician al conocimiento, la ciencia y el arte?  El vulgo es necio. Y los estudiantes, en gran medida, evidencian una necedad proporcional a su estatus de bachilleres poco avisados, escasamente preparados para ocupar dignamente las aulas. Ellos sabrán, porque se juegan mucho en esos años de transición a la incipiente madurez.
  Mientras cruzaba la Plaza de la Universidad, un recuerdo y una pequeña reflexión. Vuelvo la vista atrás. Mi niñez y la escuela primaria, que hice por completo con mi padre, uno de los grandes maestros conocidos y por conocer. Nos preparó tan bien, que los dos primeros cursos de bacchillerato de entonces, comenzado a los catorce años, los hice en un solo examen, convocatoria única, enseñanza libre, en el instituto de Albacete, frente al parque.  Mi padre llevaba un libro registro de todos los alumnos. Y al cabo de un mes, a todos los conocía de tal manera, que nuca hizo ningún examen. Explicaba todos los días, preguntaba todos los días, nunca puso deberes para casa, todo el trabajo se realizaba en clase. Y al final de curso, la calificación era exacta y apropiada. Siempre repetía lo mismo: "Si un maestro tiene que mandar deberes a casa o realizar exámenes para calificar a los chicos, mal maestro".
   Fue mi gran maestro, mentor y buen conversador durante mi amplio periodo de preparación personal. Y después, siendo ya catedrático de instituto, solía decirme que ya no tenía nada que enseñarme. Cuando me cansé de oirlo, le conté la aporía de Zenón de Elea, sobre la tortuga y Aquiles disputando una carrera con unos metros de ventaja inicial para la tortuga. Entendió el mensaje: igual que Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga (tiempo y matemáticas y geometría mediantes) yo tampoco lo alcanzaría a él nunca. Y no era devoción de hijo.
   Así que, alcanzada la madurez y ya catedrático en la universidad,
fue cuestión de poco tiempo el descubrir la inutilidad de los exámenes, escritos sobre todo. Decidí buscar nuevo método de calificación. y lo encontré idóneo, partiendo de un axioma indiscutible: sólo sabe literatura quien ha leído mucho y bien. Cantidad y calidad.
  El problema está en armonizar lo cuantitativo y lo cualitativo, partiendo de unos niveles mínimos, pero muy superiores a los lectores medios, que suelen leer casi en exclusiva para la diversión y el paso no inútil del tiempo.
  En consecuencia, lo primero fue organizar una lista de libros obligados. Insisto en la obligación, porque se ha extendido en exceso la tontería de la pedagogía behaviorista y permisiva: si se obliga a leer, se despierta el rechazo a los libros. Todo lo contrario, pero este axioma lo discutiremos otro día.  Me costó trabajo elegir, pero al cabo quedó completa la lista: Cien libros de obligada lectura.
  Sobre esa base, tres capítulos de trabajo. Uno, cada alumno prepara los temas del cuestionario, utilizando manuales y apuntes de clase, con una extensión máxima de tres folios por tema. Dos, comentario de textos breves, en clase y fuera de ella, utilizando una antología que ples preparé. En clase establecíamos las bases fundamentales de lectura análisis y comentario. En casa, terminaban la tarea, individualmente o en grupo, a su arbitrio. Tres, lectura periódica de un libro completo, cuya puesta en común básica también realizábamos en clase.
   Fuer de ello, a cualquier hora y en cualquier lugar, empezando por mi despacho y terminando bajo las palmeras del pequeño campus, me tenían a su completa disposición para sugerencias y consultas.
  Ellos trabajaban con sus propios métodos, acopiando materiales, fichas, textos redactados, anotaciones al margen de los libros, etc. Todo lo que estimaren oportuno. Y al final de curso, uno a uno, venían con todos sus materiales, que colocaban sobre mi mesa de trabajo. Yo los revisaba con detalle y, a continuación, una entrevista larga para matizar la nota.
  Resultado: buenas calificaciones para casi todos, porque habían trabajado mucho y bien.  Y ningún suspenso, porque los despistados, valga el eufemismo, no se presentaban motu proprio.  Felicidad y buen ánimo para todos. Amen.




viernes, 20 de mayo de 2016

BORGES, Doctor honoris causa, problemático y reconocido al fin


  Ayer os lo adelantaba. Borges fue reconocido Doctor honoris causa unos meses antes de morir. Y hubo la correspondiente disputa entre tirios y troyanos, pues cuando los profesores poco convencidos de su tarea, se dedica a perseguir, y en muchos casos logra, los cargos administrativos y de dirección política en la universidad, prevalecen los reglamentos administrativos sobre la creatividad, la imaginación y el buen hacer pedagógico.
  En esta ocasión, una vez más, se produjo la polémica entre los pocos entendidos que estaban detrás de la propuesta, y los muchos ignaros que no la entendían, mucho más por desconocimiento que por maldad administrativa. Os traigo una sola anécdota, entre muchas vividas y aducibles. Y los papeles en marcha, el Vicerrector de turno, responsable del proceso, me llamó a su despacho, donde sin rubor alguno me dijo que le sintetizar la vida y milagros de José Luis Borges, para moverse con mayor soltura.  Le aclaré el nombre.  "Eso, eso, Jorge, !en qué estría yo pensndo!".  La vergüenza ajena me invadía, pero la prudencia me impidió manifestarla.



  Con los meses, llegaron todas las bendiciones, Facultad, Claustro, Junta de Gobierno. Todo dispuesto, mientras Borges continuaba en Ginebra. Hablamos varias veces, siempre ausente la Kodama y con la complicidad amable del recepcionista del hotel. Largas conversaciones para ir desbrozando el camino. Y en una de ells, otra anécdota. Por aquí se movía un poeta que presumía de gran amistad con Borges y otras prebendas. Así se lo comenté al autor de  "El Aleph", quien con esa voz oscura, un poco nerviosa y bastante irónica que le caracterizaba, se limitó a exclamar: "!Poeta imaginativo!".
   Le pedimos las correspondientes medidas para el traje talar. Las envió y, durante los trabajos y los día,  fuimos conformando todo: sotana, muceta, birrete, puñetas, la medalla, el Libro de la Ciencia y el pergamino de nombramiento. Durante la última conversación desde el despacho del Rector, quedó fijada la fecha de investidura, justo para el mes de mayo, cuando culminara el Congreso que le dedicaríamos y que él sería el encargado de clausurar.
  Pero el hombre propone y Dios dispone. Así aconteció para cerrar por el momento esta historia imaginativa. muy borgiana por cierto.
Un mal día suena el teléfono y escuchamos que el gran argentino había muerto.  Y todo quedó en suspenso transitorio.
   Celebramos el brillante Congreso, recogido en libro espectacular para bibliófilos. Y lo fuimos disponiendo todo para que, incluso administrativamente, quedase todo claro: fue Doctor a todos los efectos, aunque sin la investidura protocolaria por imposible.
  Pero, claro, de nuevo las mentes burocráticas. Al cabo de los años, en la pared derecha del claustro se imprimieron los nombres, en tinta roja, de todos los Doctores honoris causa, menos el de Borges. Comenzamos una lucha. Tirios y troyanos, galgos y podencos, doctor o no doctor muerte mediante. A todo el mundo he recordado el caso de Machado y la Real Academia de la Lengua.
  Hoy respiro con alivio y fruición. Su foto aparece entre los Doctores, rodeado de mucetas multicolor y puñetas todas blancas, caladas sobre fondo negro. Vestido de traje, corbata y apoyado en su sempiterno bastón. Uno y el mismo, aunados Heráclito y Parménides, situación que le suscitará una sonrisa comprensiva.

jueves, 19 de mayo de 2016

BORGES , fotografía en blanco y negro

   Si pasáis por el claustro de La Merced, podréis ver una exposición del Centenario de nuestra Universidad. Modesta exposición pero indicativa de lo que hemos sido, somos y, quizá, podamos llegar a ser si las aguas vuelven a los naturales cauces del río y reservamos las aulas para lo esencial de la enseñanza, sin tanta tontería distractiva, sin tanto jefe y tan pocos maestros de verdad, sin tanto funcionario preocupado por el reglamento que, ocasionalmente, preparan y dan una clase para cubrir el expediente. Espero, deseo y confío en que, un  buen día,  las aulas, los laboratorios y otras dependencias se dediquen, en exclusiva, a las tareas de transmitir el conocimiento a los jóvenes a efectos de  que, cuando les corresponda, lo incrementen para bien de todos. Es decir, para recuperar lo que nunca debió perderse: el  "ayuntamiento de maestros e escolares, para aprender los saberes",  pues que la escuela primaria, la sede para la diversión, la institución de acogida para jóvenes desnortados y poco trabajadores, la oficina para profesores (es un decir) más preocupados por los reglamentos que por la ciencia y el arte, todo eso ya existe y exige otra geografía y otras propuestas. En buena metáfora, ya lo dijo San Pablo de modo apostólico: "Cuando era niño, me ocupaba de las cosas de los niños. Ahora que soy hombre, me ocupo de las cosas de los hombres".
  En todo caso y pese al exordio del que cada vez ando más convencido, en la exposición aludida existe un panel que recoge imágenes de los grandes Doctores honoris causa aquí acogidos.  Me alegro de dos propuestos por mí a través de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, cuya fecunda y proteica vida tuve el honor de inaugurar y colocar en brillante camino: Mario Vargas Llosa y Jorge Luis Borges,  toda una biselada gloria para estos claustros, estos alumnos, estos profesores.  Falta el tercero, Ernesto Sábato, pero había que limitar espacio y dos ya eran, al parecer, suficientes, aunque los tres tienen el mismo origen y trayectoria en la docta casa.
   Me interesa el caso de Borges, único que aparece, en público, por primera vez en estas paredes. Un caso excepcional, como el de Cela que ya he comentado.  La foto del autor de  "Ficciones"  es, también, la única que aparece en blanco y negro. Mañana os lo contaré para vuestro placer y curiosidad.

miércoles, 18 de mayo de 2016

COLIBRÏ FLORIDO, libro y testimonio múltiple

      Lo encuentro revisando el inmenso Archivo que de tantas glorias y placeres viene, todas vividas por nosotros (también inmenso) durante gloriosos años en los que todavía era posible escribir bien, pues vivían los grandes sus momentos de otoño aún creciente de sabiduría. Y los catecúmenos (alevines de escritor) escuchaban a los maestros para aprender a escribir mejor.

  Hoy casi todo aquello ha terminado. Se me han ido muriendo los maestros a los que invitaba para que vivieran, aquí, con quienes los queríamos, restábamos y leíamos. Venia con grandeza y vivían con elegancia. Se me han ido muriendo y yo los quiero.
  No tienen herederos visibles, ni bastantes jóvenes que apunten maneras, pues que se va considerando escritor a quien junta diez mil palabras para ganar dinero. Sin más preparación ni trayectoria, sin más sufrimiento par el parto intelectual (Ortega y Gasset) y para la deslumbrante creación laboriosa (García Márquez). Peor para ellos, peor para todos nosotros, que terminaremos en la caverna sin la compañía de Platón.
  El caso es que el hermoso libro se titula  "Colibrí florido", seextriende más allá de 350 páginas, dentro de la Colección Eldorado, levantadas por cuarenta  "bien cortadas péñolas" (ahora que celebramos el centenario y todo el mundo escribe sobre Cervantes sin haber leído el Quijote), cuyo atrio lo abre, magistral, Augusto Roa Bastos, y lo cierra con similar maestría Camilo J. Cela.
   Todos hablaron sus textos en Murcia, en las aulas de la Universidad. Y los inteligentes reconocían la tarea de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana como anfitriona invitadora, siempre a la sombra del gigante jacarandá del pequeño campus. Y después de hablados en reunión socrática, decidimos trasplantarlos a letra impresa para que permaneciera cuando todo hubiere pasado, pues que la cultura bien asentada es aquello que permanece cuando todo se ha olvidado, aunque semejante postura sea entendida con dificultad por estos nuevos bárbaros, de dentro y de fuera todos unidos por la globalidad ´agrafa y casi afásica.
  Aceptadme incorporar algunas ideas de entonces, treinta años después, como  el conde de Bragelone.
  La culminación de un libro siempre produce placer intelectual y sensible, máxime si es consecuencia de la Literatura Viva que inauguramos con alborozo. Para el inteligente y culto lector quedan estos textos, escritos y discutidos con ocasión de un gran empeño: reflexionar en torno al fenómeno que mejor define al hombre sobre la tierra, porque parte del mundo científico de la verdad y alcanza la plenitud de todos los Olimpos por los caminos de la creación y el arte.
   Mañana un poco más.

lunes, 16 de mayo de 2016

Viejos proyectos, palabras vacías, poca lectura


   Estaba dispuesto a la catilinaria, pero advierto que sería perder el tiempo un poco.  Y

pese a todo,  me lanzo: si los políticos leyeran más, un mínimo exigible a cualquier persona discretamente culta, otro gallo nos cantaría.  Pero hay que descender a la tierra y pisarla sin eufemismos: si los políticos hubieran leído más, no habrían terminado siendo políticos en la mayoría de los casos.  Ellos se saben charlatanes, mentirosos, prometedores de lo que nunca pensaron cumplir, cínicos hasta extremos de dureza insufrible.
  No hay más que verlos y oírlos ahora que el país está al borde de muchas fronteras no precisamente amables. Todos dicen que ellos tienen la varita mágica para el cambio benefactor, que confiemos en ellos, que tanto nos han mentido y defraudado.  Y todos están preocupados de ellos mismos, unicamente, para obtener la prebenda de turno y continuar tan ricamente. Pero ellos no son culpables del todo, pues que han descubierto que el conjunto de votantes demuestra ser tonto o mal intencionado, cuando no alardeando de que son los nuestros y por eso los votamos, antes de que lleguen otros y nos arrebaten la poltrona de la vagancia, la charlatanería y el desprecio. Algún día descubrirán que Lope se manifestaba irónico y demoledor: "El vulgo es necio.  Y pues lo paga es justo, / hablarle en necio para darle gusto". Entre necios, bobos y aprovechados anda el juego. El día en que se decidan a leer un buen libro (no la bazofia millonaria que a diario se les ofrece), algo cambiará para bien de todos.
  Escribo todo esto porque acabo de encontrar un documento de archivo, revelador. Fechado en el mes de mayo de 1993, al pòco de cambiar la Presidencia de la Región de Murcia, coincidente con la terminación de los trabajos y los días del V Centenario del Descubrimiento de América. Yo vicepresidía la Comisión correspondiente y muchas cosas hicimos, persiguiendo la letra escrita siempre que fue posible, porque las palabras habladas vuelan y desaparecen.
  Me escribe la nueva Presidenta y me agradece la felicitación, añadiendo el siguiente párrafo: "En cuanto al interés que manifiestas por plantearme la situación del Instituto de Estudios Iberoamericanos, te comunico que en cuanto mi agenda me lo permita, te recibiré, con mucho gusto".
  El tal Instituto lo habíamos planteado, y acordado su creación, justo en las postrimerías del Centenario, como consecuencia natural de los muchos trabajos, para que continuara la relación con los países hermanos de América. La base y cimientos vendrían constituídos por el notable capítulo documental acumulado en los últimos años, que incluían varias colecciones de libros y Premios  Literarios e Históricos en marcha.
   Veintitrés años han pasado, no inutilmente, desde entonces. Terminó su presidencia la señora firmante de la epístola, vinieron otros presidentes, discurrieron abundantes aguas bajo los puentes del Segura. Y del Instituto nunca más se supo. Amén.
  repito.  Aquí hace falta más lectura, que los libros no hacen daño excesivo. Dicho en latín queda mejor: "Tolle et lege".

viernes, 13 de mayo de 2016

La holandesa y Mario Benedetti

  La conocí hace veinticinco años porque vino a Murcia para realizar el intercambio Erasmus.  Joven aplicada, guapa y con don de gentes, hablaba bien el castellano. Decidió elegir mi asignatura, por entonces todavía nada fácil, basada en abundantes lecturas y sin la menor concesión a los erasmus  que viajaban para realizar turismo, conocer todos los tópicos de los países que visitaban y, en las pocas horas libres de diversión y entretenimiento, se dedicaban a solicitar benevolencia de los profesores. Mi antídoto era muy sencillo: los citaba (primero individual y luego colectivamente) en mi despacho, les explicada lo difícil de la asignatura, intentaba desanimarlos y les recomendada otras clase donde hallarían facilidades y mejor comprensión. Pero si aún así,decidían quedarse, obtendrían buenos resultados finales. Les daba una semana para pensarlo y muchos renunciaban a la empresa, ellos se descargaban de onerosas obligaciones y yo no tenía que batallar con aficionados extranjeros de problemático estudio.
   Debo reconocer que dos grupos de ellos decidían renunciar a mis recomendaciones: los chinos (mejor, chinas) y aquellos que venían de los países del Este, ukranianos (mejor, ukranianas).  Ninguno renunciaba y era un gozo tratar con ellos. Quizá el ejemplo más notorio lo vivimos un año, con doce chinas que ocuparon la primera fila del aula el primer día y allí permanecieron todo el curso, sin un sola falta de asistencia.
  El caso de la holandesa es parecido. Y hace unos días, veinticinco años después, la encontré por la Facultad, gran alegría por el encuentro y los recuerdos. Me lo contó todo de aquel año, datos que incluso yo no sabía o había olvidado. Venía con su marido y con su hijo Miguel.
    Reencuentro muy agradable. Muchas palabras, muchos libros, mucho entusiasmo. Y me contó la gran anécdota. Eran los años de la riqueza, cuando traíamos a los mejores escritores a nuestras aulas. Le correspondió Mario Benedetti y su conocimiento le cambió la vida. Conserva como oro en paño el libro que le dedicó. Y con entrañable abrazo, me agradeció que le hubiera ofrecido la posibilidad de conocerlo,  hablar con él y leer el conjunto de su obra como un regalo inapreciable.   Así es la vida de los profesores. Dura en muchos aspectos, pero reconfortante y compensadora en no pocas ocasiones. Los libros dan para mucho.

jueves, 12 de mayo de 2016

Malhadada historia y TRES

      Intento terminar esta historia, que en un país de verdad civilizado (donde los gobernantes fueran algo cultos y respetuosos con el patrimonio histórico y cultural, no solamente fotográfico y folklórico) habría merecido atención y aprecio, de modo que bastantes instituciones hubieran solicitado su recepción y guarda. Pero vivimos donde vivimos y no se le pueden pedir peras al árbol.
   Es lo cierto que el Archivo siguió creciendo sobre aquellas bases prometedoras. Cuarenta años de trabajo constante, con los más grandes y significativos escritores españoles e hispanoamericanos viniendo a vivir con nosotros, con la creación de premios literarios exitosos, la publicación de libros múltiples, etc.  En suma un acopio de materiales audio, más primitivos, visuales, mucho más modernos, y escritos intemporales. Como ya he dicho, más de doce mil documentos valiosos para el presente y, sobre todo,para el futuro incluídos los investigadores.
   Ha hablado con todos los posibles, a título individual, personal e institucional. Largas conversaciones, buenas palabras y promesas, pero escaso eco de realidad, comenzando por el compromiso firme de ubicación, que hubiera podido ser la Consejería indicada, la Biblioteca Regional o algo parecido. Todo baldío, por falta de visión, por carencia cultural y sensibilidad de los responsables políticos de turno. Y lo digo porque han sido dos legislaturas, con sus correspondientes cambios de personas, con las que he tenido que batallar y explicar las mismas cosas hasta cuatro veces. No hubo manera, de modo que pensé acogerme a las tres universidades americanas (del Norte) dispuestas a llevarse el archivo, documento por documente, a cambio de una establecida remuneración económica, cuando mi oferta para los de aquí era completamente gratuita.
   Así las cosas, la Universidad de Murcia y su Facultad de Letras estaban dispuestas para la recepción y cuidado. pero cambió el >Rector y el Decano, por lo que vuelta a empezar. Y debo decir en su descargo, que el nuevo Rector y el nuevo Decano aceptan con gusto.
  Así que, en esas estamos a estas alturas. Primeras conversaciones fructíferas. A la espera del espacio para la ubicación material. Y la digitalización de lo que convenga y pueda ser. Debo decir unas palabras de agradecimiento especial para Ana, Yéssica, Yolanda e Isabel, cuatro beneméritas alumnas que vienen dedicando un tiempo precioso a la organización previa de los materiales que pueblan el Archivo. Jóvenes, estudiosas, vocacionales y con ganas de saber más y mejor, cumplen satisfactoriamente la previsión del clásico, que subtituló  "Aprender-instruir deleitando" el precioso libro  "Los cigarrales de Toledo", de tan ilustrativa y agradable lectura.



miércoles, 11 de mayo de 2016

Malhadada historia..DOS

   Los años fueron transcurriendo con lentitud y trabajo excesivo, que nunca lo fuera si nos atenemos a las circunstancias. Un doctorado,para permanecer en la universidad como profesor, varias oposiciones, una cátedra de Instituto, otra de Escuela Universitaria, investigación, numerosos trabajos de especialista y algunos versos amén de cuentos y dos o tres novelas frustradas que terminaron en el fuego. La vida brotaba por todas partes, siempre compensadora y estimulante. Hasta que, con respecto al archivo, llegaron los aledaños del V Centenario del Descubrimiento de América, que lo fué para todo el mundo allende las fronteras de América.
  Nos dispusimos a celebrar de manera exagerada e inoportuna, como siempre que los políticos se meten a manifaceros de estas cosas. Mucha palabrería, mucho gasto inútil, ya se sabe. y escasos frutos, que se disolvieron en los años como azucarillo en vaso de agua. Se creó una Comisión Nacional y las correspondiente regionales. En mi caso, coincidió que el Presidente Carlos Collado había sido compañero mío de estudios en la universidad, y continuábamos una buena amistad y colaboración. El la presidía y me nombró vicepresidente de la Comisión murciana. Y comenzamos a trabajar. Muchas cosas hicimos y, cuando se trataba de hablar o escribir, yo propiciaba y potenciaba siempre la escritura, por aquello tan latino de "Verba volant, scripta manent".
  Pues bien, aquel capítulo aportó numerosa documentación al archivo, parte de la cual conservo por previsión y desconfianza de las instituciones y sus serviles funcionarios, por lo que una buena parte anda perdida por esos almacenes misteriosos cuya ubicación resulta siempre un misterio aplazado. En lo positivo, destacaré tres congresos multitudinarios. Uno sindicalista, al que asistieron cientos de congresistas de aquí y de allá, presididos por Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez (jefes de UGT  y  Comisiones Obreras respectivamente). Muy movido y casi todo perdido, por lo apuntado,por la inmediatez política y la desgana inveterada de los afectados directos.  Otro de "La mujer en la vida pública", especialmente interesante y dinámico, por el que pasaron casi todas las algo tenían que decir. Igual resultado, documentos perdidos, olvidados, periclitados por obvias y múltiples razones.
  Pero nos quedó el tercero y ese sí que lo conservamos casi al completo, gracias a las tres secretarias que, por diversos motivos,me adjudicaron, así como a mi equipo de trabajo en aquellas fechas, treinta profesores y alumnos dedicados y trabajando por placer, entre otras causas estimulantes. Lo  titulamos  "Literatura de dos Mundos. El Encuentro", y eso lo dice casi todo.
  la pretensión era simple y ardua, nada más y nada menos que establecer un puente de agradable y necesaria comunicación entre los escritores de aquende y de allende los mares, como gustaba decir Menéndez y Pelayo. Nos pusimos todos al empeño y logramos que vinieran más de ciento cincuenta escritores a pasar una semana en esta tierra hidalga y acogedora, ocupando las aulas universitarias por derecho propio, paseando  por calles y plazas, degustando placenteros el buen yantar y los caldos variados, a veces suaves y en ocasiones rudos de graduación, que bien suele abastecer esta geografía.
   Hubo ponencias, mesas redondas, conferencias magistrales, paneles de lectura, hubo de todo para perfeccionar la idea de Gracián: "Lo bueno, si abundante, varias veces bueno". Lo pasamos bien, fuimos felices, hicimos acopio de amigos y textos, y dejamos abierta una puerta de luz y claraboya cara al futuro.
  Tan sólo un dato como referencia. Uno de esos paneles de lectura , original e inédita, estuvo constituído por Ana María Matute, Francisco Brines, Gastón Baquero, Mario Benedetti y Claudio Rodríguez,  todos  "moderados" por el hispanista de La Sorbona Claude Couffón. ¿Algo huele a podrido en Dinamarca? Todo lo contrario, "Algo huele a hermosura en esta tierra". 
  Así lo vivimos, así lo recordamos, así reposa bien atesorado en los archivos de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, a cuya sombra protectora fueron creciendo estas y otras muchas iniciativas enriquecedoras. Por eso pudo decir Abel Posse la noche brillante de clausura y en representación de todos los escritores: "La comunidad intelectual y creativa de América Latina sabe que, desde ahora, tiene en esta tierra un acogedor y libre lugar de encuentro".  Fiat lux...



lunes, 9 de mayo de 2016

Arte y humanidades, Ingenieros y arquitectos

   Hoy es el titular del periódico en primera página, a cinco columnas, con la impresión de ponderar las dos primeras realidades. esto no sería malo si los resultados de las otras dos fueran aceptables y las primeras sobresalientes. pero no es el caso. La verdad resulta mucho más pedestre y desoladora, lo que me recuerda una de mis muchas controversias en periódicos y otros medios de comunicación. Decía un adagio popular universitario hace ya muchos años: "El que no sirve para otra cosa,se matricula en Letras y, con poco esfuerzo, acaba la carrera".
  Algo de verdad hay en ello. ^Por una parte y durante mucho tiempo, las Facultades de letras (Humanidades hoy, porque hay que cambiar la nomenclatura cada vez con palabras más huecas, informes y vacías) estuvieron llenas de chicas, una mayoría de las cuales abandonaban las aulas en cuanto encontraban pretendiente adecuado. También había muchos clérigos, pues sus colegios necesitaban determinado número de licenciados. Y un tercer grupo, los escritores en ciernes, las poetisas y otras especies de bohemios que preferían la noche a las aulas.  Pasaron los lustros y algo parece haber cambiado para que todo siga igual, basta observar estadísticas y otras matemáticas más abstrusas.
  POR OTRA PARTE, LOS NIVELES DE EXIGENCIA, ESTUDIO Y SABER ANDAN POR LOS SUELOS.   BOLONIA ENTRETIENE,  LOS PADRES SE DESPREOCUPAN,  LOS ESTUDIANTES ENCUENTRAN OTRAS ACTIVIDADES MÁS REMUNERADORAS.  Y UNA NOTABLE CANTIDAD DE PROFESORES, MUCHOS IMPROVISADOS,  DEJAN BASTANTE QUE DESEAR.
  De todo esto no tienen la culpa ni padres, ni estudiantes, ni profesores. El sistema, sí.  Pero los que mandan (gobernar es otra cosa) han ofrecido a los jóvenes universitarios el viejo apotegma latino:  "Video meliora, provoque, peiora sequor".  Siguen lo peor, porque son avispados e indolentes. Se les permite y acepta. No son santos ni sacrificados. ¿Qué van a hacer, entonces? Pues lo que hacen.
   Cierro con el titular. ¿Supone que esta tierra está especialmente dotada para las humanidades y el arte? Aquí Taine y su determinismo tendría mucho que decir. Si humanidades significa no confundir mucho a Shakespeare con Cervantes, pero ignorar quién fuera Chaucer o Racine , entonces vale. Si el arte supone que Velázquez y Rembrandt noeran del mismo país, pero no distinguen bien la nacionalidad de Tiépolo y  La Tour, entonces también.
  pero en tal caso, con una escuela de oficios, a la antigua usanza, bastaba. Y reduzcanse las Facultades a la décima parte, bien dotadas, para recibir a la exigua cantidad de buenos estudiantes que tienen derecho a buenos profesores, buenas aulas y pequeños grupos de estudiantes para que la tarea, y la riqueza múltiple, se cumplan bien.

sábado, 7 de mayo de 2016

Historia malhadada de un gran Archivo

   El ahora Catedrático Emérito de Literatura Hispanoamericana, estudiaba por aquellas calendas cuarto curso de Filología Románica en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia. Imaginen la situación, año 1962, ciudad provinciana y bastante agrícola, casi todo por hacer, casi todo detenido por por de las circunstancias sociopolíticas, todo muy vigilado, muy pocos estudiantes en la Facultad, escasas manifestaciones culturales (algunas actuaciones flamencas, perdidos conciertos extraños, un ciclo de cine dedicado al neorrealismo italiano, un poco desnortado el conjunto) con algunas excepciones dignas de recordación. Los Colegios Mayores
(masculinos, "Cardenal Belluga" y "Ruiz de Alda", nombres indicativos de la situación; femeninos  "Monjas Carmelitas" y "Monjas de Jesús María", no menos significativos) algo intentaban, si que con escaso eco y éxito más alla del constreñido SEU.
   En ese contexto, que dirían los cursis de ahora mismo, un buen día el futuro profesor recibió una sorprendente invitación: participar en una Mesa Redonda sobre la Universidad, presidida por el Catedrático de Filosofía del Derecho, doctor Mariano Hurtado. Se realizaría en al Colegio de las Carmelitas y se le invitaba por ser estudiante brillante, bien preparado y discreto, según decían sus maestros y las calificaciones de los académicos cursos.
  Aceptó complacido, sin sospechar que su intervención levantaría polémica y alguna bastante airada manifestación del público asistente, por otra parte universitarios todos, unos cuantos profesores y muchos estudiantes. Aquello resultaría premonitorio y un cierto estigma para el estudiante, motejado de "político" a partir de entonces, en el sentido no precisamente amable que el calificativo comportaba entonces, prolongado en cierta  medida hasta nuestros días. No hay que olvidar la frase del prócer: "Haga como yo, no se meta en política".
  Pues bien, allí comenzó a gestarse todo, el magno Archivo que llena estantes y cajas. Expliqué mi ponencia sobre la siguiente tesis: el estudiante es un trabajador más del Estado (ahora le llamaríamos funcionario), por lo que debe percibir un salario en función de resultados y calidad. !Hic Troia fuit!... Muchas propuestas. Hasta que llegó la de un Catedrático airado, cuyo nombre dejo en la penumbra: "¿Salario al estudiante, encima de que es un privilegiado poco trabajador, en general?".  No haré ningún comentario ahora.
  El caso es que aquello se recogió en un humilde programa y algunas notas a ciclostil, que conservo.  Repìto, allí comenzó la historia de doce mil amplios documentos archivados. Buen prolegómeno, sin duda, que auguraba los muchos y buenos cambios sobrevenidos con los años, hasta descubrir la democracia y vivir estos tiempos, pese a todo, mejores que los pasados.

jueves, 5 de mayo de 2016

Artistas y perros en la universidad, a vuelapluma

  En el mismo día, una doble experiencia contradictoria en mi Universidad.  Por la mañana, sorpresa en el claustro a mi regreso del paseo, a veces solitario, en primavera por la ciudad. Una exposición de perros fotografiados, con algunas consideraciones y textos dignos de mejor causa. Escribí en facebook a su propósito, donde apareció una vez más mi acrecentada (con la edad)  capacidad crítica, con expresiones cáusticas que no me gustaría emplear, pero que algunas circunstancias las provocan. En efecto ¿qué pinta un exposición canina de fotos en las paredes universitarias?
  A tal extremo de torpeza y estupidez hemos llegado, que tales asuntos parecen bien a muchos estudiantes, padres, profesores y autoridades (???) académicas. Machado: "!Qué difícil es, / cuando todo baja, /no bajar también!".  Si la vulgaridad y la chabacanería se adueñan de la sociedad, resulta oneroso luchar a la contra de las mareas humanas hambrientas de champions y otras lindezas. Ecología, lo llaman. Amor a la naturaleza, le dicen. Ahí lo dejo. El día en que aprendamos a colocar cada cosa en su sitio, cada libro en su estantería, mejor nos irá en la vida a todos, de manera especial a los ingenuos que no suelen ver más allá de su propia pituitaria.
  La otra experiencia, muy positiva y digna de reseña.  Exposición en el atrio de Paraninfo titulada "Pintores murcianos en la Facultad de Letras".  Estupendo. Todo meditado, programado y llevado a cabo con amor y dedicación  Nada de aparato ni ostentación. Han seleccionado bien las obras y los autores, desde los más antiguos a los más modernos, toda una galería representativa. Del blanco y negro a los brillantes colores de la modernidad informal, donde importa más la mancha de color que la línea y el dibujo.
  Todo muy propio, conveniente, incluso necesario. Y permitidme una elección emocional.  Miro y me quedo con dos carpetas de dibujos, de los pintores Ceferino  y  Carpe. Por los años en que las pintaron, yo residía en el Colegio Mayor, joven y bastante iconoclasta sin exagerar. Al mirarlas ahora,  me invade una cierta nostalgia, no exenta de añoranza. Tempus lenis...

 

martes, 3 de mayo de 2016

A vuelapluma, periódicos, revistas, libros...

  Todos los días, al regreso de mi paseo no solitario en primavera (poeta neoclásico al fondo), suelo hacer un pequeño alto en el camino, a la vista la fachada de la universidad, en una gran librería. Repaso los estantes, agarro algún pequeño enfado, de cuando en vez una pequeña alegría, algo de charla con el librero, quizá un saludo con los habituales viciosos de los libros. Cierro la puerta y enderezo mis pasos al despacho de tantos años.
  Suelo ir meditando sin profundidad y sonriendo al sol, la mucha edad me ha vuelto así, más comprensivo y menos insistentes. Ello no obstante, poca sonrisa esta mañana. No por nada interesante, sino porque iba recordando que todos los día leo los periódicos, paso a la ligera muchas páginas de revistas y suelo leer algunas páginas en la librería, aunque convencido abro los libros de que no habrá de gustarme la letra que los imprime, salvo el agradable olor a tinta que me continua encantando.
  !Cuánto desperdicio, cuánta desfachatez de los plumíferos, cuánto despilfarro de bosques que ninguna culpa tienen, que nunca dieron pábulo a su tala inclemente por parte de estos irredentos escribidores y sus cómplices crematísticos los editores desnortados que aaún consideran negocio imprimir una docenas de páginas, colocarles unas tapas y llamarle, pomposa e ignaramente, libro.
  Cuando paseo por esta ingente cantidad de páginas inanes o directamente embrutecedoras (con aplauso de los embrutecidos a la espera), recuerdo insistente las palabras de Flaubert, tantas veces comentadas: "Por un país desconocido". Pero  ¿qué ha dado en suceder a lo largo de estos últimos años?
  Insistiendo, hace poco escribía Vargas llosa a propósito de la prensa: "Tiempos infames para el periodismo y la cultura". Quizá un poco exagerado el adjetivo, pero razón al fondo y la forma.
  Alguna vez aún discuto para que no se confunda el folklore con la cultura, capítulos distintos, bien diferenciados, complementario en alguna medida, así como digno cada cual en el casillero y estatura que le corresponde.
  Pero cada vez hago más caso a la recomendación de Mark Twain, el de Tom y Huck, entrañables: "No discutas con un estúpido. Te hará descender a su nivel. Y en ese territorio te ganará siempre".


 

lunes, 2 de mayo de 2016

A vuelapluma, misa, centenario, banalidad

   Asisto a misa de doce en el monasterio de las Claras, que también tiene un museo aceptable. Una ochenta persona, casi todos mayores (eufemismo de viejos), algunos con misal a la antigua, sacerdote preconciliar, viejito y calmudo (¿qué habríamos de pedirle? Así está bien). Llegada que fue la comunión, casi todos al altar mayor. 
  Observo que todas las mujeres se cuelgan el bolso y lo llevan consigo al comulgatorio. Sorprendente. ¿Temen un robo de los asistentes, quizá que algún caco de fuera llegue justo en el momento adecuado para el hurto? 
  Regresan, cuelgan de nuevo el bolso y, con los ojos cerrados, llevan a cabo la acción de gracias. Algo está pasando en esta sociedad desnortada para que todo esto se vea con naturalidad.
  Avanzo en mi paseo matinal hasta llagar al claustro universitario. Lo de siempre: profesores en fuga, abrir y cerrar de puertas, el pozo del jardín central impávido, bastantes alumnos tomando el sol (mejor que asistir a las boloñesas clases, ya pagarán su dolce far niente) y algunos jugando al futbolín, instalada en el campus para las fiestas de Letras, con voces destempladas, exabruptos y gritos estentóreos dignos de la selva muchos años, se supone, abandonada.
  Al fín, accedo y subo la escalinata. Unas docenas de caras no conocidas taponan la puerta. La rubia conserje me dice: "Póngase, que van a hacer la foto del centenario". Un friso para el recuerdo, pues celebramos este año el centenario de Letras. La banalidad ofende. Aunque a mis años, medio siglo dando clase entre estas paredes, ya pocas cosas me pueden sorprender.
  Un joven profesor barbilampiño, sintiéndose obligado por educación, me pregunta: "Y tú ¿quién eres, das clase aquí? Yo soy profesor de inglés, encantado". 
  Le agradezco la deferencia, mientras los dos observamos al Decano, bastante joven (no es contradictio in términis) atraviesa corriendo el jardín camino de algún arreglo, quizá una reunión urgente.
  Que ya lo sé, aquí han faltado y faltan muchos libros.