viernes, 22 de abril de 2016

Libros gratuitos, buena medida.

  La profesora Liliana Tabacova, desde Bulgaria, destaca la noticia: para aprender inglés, van a ser distribuidos libros gratis. Me parece formidable. Y lo amplío, como ya tengo dicho miles de veces, y escrito algunas menos, pero muchas.
  Hay determinadas circunstancias y ocasiones en que los libros, or ley, deberían ser gratuitos para todas las personas que los van a utilizar en el trabajo diario. Y después, llevarlos a casa como merecido regalo por el favor que han hecho a la sociedad (y a ellos mismos) aprendiendo a leer y asimilando todo lo que la lectura propicia. El día en que los torpes, mediocres y avariciosos políticos lleguen a entender ésto, el mundo empezará a cambiar para mejor. Y es que, por sabido se calla, los políticos han llegado a ser como una plaga bíblica: irremediable y destructiva. A esto hemos llegado por no leer adecuadamente a Platón y Aristóteles, por no regalarles los citados libros cuando eran niños y, por lo mismo, evitar que los tuvieran en los anaqueles de su casa, por si en algún momento pudieren haber tropezado con ellos. Falta de previsión educativa que algún día se remediará.
  Volvamos al carril, para indicar dos de las necesidades gratuitas: la enseñanza primaria y el bachillerato. Así de claro, sencillo y contundente. Puede hacerse y es necesario que se haga. Aunque sólo fuera por razones económicas: el ahorro en armas  sería tal, que bien aplicados esos dineros erradicarían el hambre sobre la tierra. Ruego a los economistas conservadores que hagan las cuentas y den los resultados, para empezar, a los propios políticos conservadores, que a los otros menos renuentes ya les llegará el turno, pero primero los recalcitrantes.
  Ha leído usted bien. Libros gratis para todos los niños pequeños (sic, anda que los modernos psicólogos behavioristas están buenos) que pueblan nuestras escuelas: escuela, sin eufemismos de colegio y sus adjetivaciones distractivas y engañosas. Con una aclaración previa: serían muy pocos libros "los de estudio" y algunos más los de lectura, nada de esas bochornosas mochilas rompedoras de columnas vertebrales. Y unos pocos cuadernos diarios, con algunos lápices y dos bolígrafos de material duro y buena escritura. Por supuesto nada de electrónica en las  "de aprender lo básico",siempre doloroso y con esfuerzo, pues que las tablets y similares ya se encargan ellos de buscarlos y aprender  a ser mecanicistas y bobos ante una pantalla, manipulables desde cualquier instancia de poder establecido.
  En esta etapa, los niños aprenden lengua (nombres sobre todo) para conocer el mundo. Y matemáticas, para medir con exactitud ese mundo al que salen sorprendidos. ¿Entienden lo que quiero decir?
  Después llega la etapa de bachillerato, hasta los 17 años más o menos. Con el bagaje cultural cumulado, ya están en disposición de las abstracciones, capacidad para organizar el mundo en ciencias y letras (simplicidad de fórmula cuasi maniquea, para entendernos), acceso al arte y organización de su propia estadía en la tierra. Aprenden a pensar, a razonar, a utilizar el cerebro como conviene, reservando a las emociones el lugar que les corresponde, sin exagerar ni desvirtuar la realidad propia y ajena,adquiriendo poco a poco la idea y praxis de lo social, porque el hombre es un ser social por naturaleza. La filosofía, la ciencia, la tecnología y la creación sustentan el aprendizaje en esta etapa fundamental. Y los libros constituyen una de las piedras filosofales de la edad en que se adueñan del universo, y aprender a someter las hormonas camino del equilibrio: sin marginarlas ni concederles más importancia de la que tienen. Instinto y razón en proporción humana. 
  Los libros en la universidad son otro cantar bien distinto. pero en la niñez y adolescencia (primaria y bachiller) deberían ser todos gratuitos. Empezando por las bien dotadas de los centros de estudio. Y terminando por la biblioteca particular de cada niño y cada joven preuniversitario. Una inversión que,de llevarse a cabo, reservaría ingentes cantidades de dinero para otras actividades hoy abandonadas. Es cuestión de verlo y aceptarlo. pero claro, con unos cernícalos (sentido etimológico y de zoología) como los que tenemos al frente de ayuntamientos, regiones, nación, sindicatos y agrupaciones de ricos (léase empresrios, !qué fino y delicado!), bien poco se puede hacer, más allá por la lucha encarnizada por el pírrico poder que unos alcanzan y otros pierden. Pero igualmente claro, si están ahí es porque los hemos elegido. Y alguna responsabilidad tendremos en este desgobierno de todos nuestros pecados. Y pese a todo, insisto, libros frente a barbarie, plebeyez y plaza pública de gritos aplastando a las palabras.  Hay que recordar la frase antigua, tan sonora como vigente: Luz y progreso, frente a barbarie y oscurantismo.


  

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