lunes, 27 de marzo de 2023

A R S LONGA ( 20 ) A .

EL  VUELO  Y  LOS  ESCRITORES



El vuelo era para nosotros ,  los que habitábamos dentro de la universidad ,  así fuéramos profesores o estudiantes avantajados que preferían colaborar en sus ratos libres antes que dedicarse al  dolce far niente .

Estaba yo , como promotor impenitente para que nuestro trabajo no se limitara a las aulas ,  sino que desde ellas se pudiera proyectar al entorno en círculos concéntricos de creciente radio según los tiempos y las circunstancias lo fueren propiciando .

Y estaba el equipo ,  sin el cual poco se podría llevar a cabo en las tranquilas aguas universitarias .  Un pequeño pero excelente grupo de profesores universitarios .  Un más amplio pero igual excelente grupo de profesores de enseñanza media ,  institutos y colegios sin discriminar ,  la mayor parte de los cuales había sido alumnos míos durante su carrera .  Y estaban el inquieto ,  más numeroso y cambiante cada año de los estudiantes ,  todos inteligentes ,  educados ,  trabajadores ,  cuyas especialidades y gustos personales iban a ser gloriosamente explotadas con orden y concierto ,  sabedores todos de que aquello era un equipo y no un conjunto voluntarioso  " a ver lo que salía repentizando " .

Capítulo personal completo ,  bien preparado y dispuesto a emprender el viaje a Troya ,  sin pensar todavía en el remoto regreso a  Ítaca ,  pues que primero habia que cruzar el mar y las montañas ,  valga el símil .  Los valores intelectuales y de praxis laboral a punto .

Pero claro ,  nos falta casi todo lo necesario para la travesía salvo una ubicación estupenda :  mi despacho bien ventilado y de paredes vacías ,  que se fueron poblando con el tiempo ,  como iréis viendo los fieles lectores de esta biografía intelectual y profesional de imprevisible finalización .

Cuando empezamos mi despacho era espacioso y con ciertos lujos añadidos .  Una notable mesa de trabajo de viejo roble ,  así como un gran armario de tres puertas de la misma madera con vidrieras rematadas en plomo ,  más dos beatos sillones incómodos :  muebles heredados del Decano ,  quien había mandado comprar unos más  "modernos" de liviana madera casi aglomerado .  Los tiempos nuevos comenzaban a ser así de torpes .

También heredé un tresillo muy cómodo y que para nada entonaba con el roble ,  no me importó .  Item más ,  pequeña mesa indefinida para la máquina eléctrica de escribir (japosesa clon de otra americana) ,  así como dos pequeños sillones para las visitas más ligeras ,  pues el tresillo lo reservaba para las más dignas y duraderas .  Una puerta de dos hojas (blanco matao) con cristales esmerilados ,  y enfrente una ventana con marco de hierro negro .  Las paredes  in  albis ,  salvo un mapa que me regaló el compañero de geografía .  Final ,  una sorprendente almoneda ,  que resultaba muy acogedora gracias al calor humano que entraba y salía del habitáculo .

Enfrente ,  pasillo ancho ,  la puerta del Seminario de Literatura Hispanoamericana ,  para trabajos internos y ,  sobre todo ,  para que los estudiantes pudieran realizar cnsultas y estudios más específicos .

Amplia sala con una larga mesa y ocho sillas relativamente cómodas .  Una pequeña mesa personal para el ayudante encargado del Seminario ,  y varios armarios de madera que acogían unos mil quinientos libros en permanente consulta y préstamo .  Durante la segunda etapa del equipo de trabajo ,  la colabora dora Gertrudis (ella prefería que la llamáramos Gesi) dió en ordenarlo ,  clasificarlo y rotularlo todo  "para que los chicos se muevan con más soltura por aquí ,  profesor" .  Era su cometido y yo no entraba para nada en sus disposiciones ,  siempre correctas y amables .

Una pequeña biblioteca y sala de trabajo y estudio con alto grado de especialización ,  que daba unos resultados excelentes e iba creando grupos de estudiantes transmutados en amigos al calor del estudio .  Y allí realizábamos las reuniones más numerosas ,  incluso tumultuarias .  Estábamos bien dotados personal y materialmente .

Pero unos años después llegó un decano desnortado y  "moderno"  para renovar actualizando los espacios de la  Facultad .  Los amplios despachos los convirtió en celdillas de colmena ;  mandó llevar todos los libros especializados a la biblioteca general ,  sin orden ni concierto ,  en fín ...

Por nuestra parte ,  despareció el Seminario como lugar de trabajo y reunión ,  mi despacho se redujo a la mitad (aunque conservé los muebles primitivos de roble) ; las consultas las hacía como sardinas en lata ;  el calor humano fué minimizado notablemente ,  incluso por los angostos pasillo era difícil cruzarse sin roce material ,  imposible detenerse para una breve conversación .

En fín ,  los cambios para mejorar y adaptarse a los nuevos tiempos ,  decían los que dieron en considerar una Facultad de Letras como una oficina donde acudir para  "echar" las horas obligadas sin mayor estancia o afincamiento .

Algunos profesores recalcitrantes y a la vieja usanza ,  solíamos comentar el adagio de la popular sabiduría que reza así :  " Otro nendrá que bueno me hará " .  Aunque dudo que aquel decano fuera capaz de captar la fina ironía .

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