domingo, 5 de marzo de 2023

A R S LONGA ... ( 10 )

 SALGO  CON  CLARIDAD  DE  LA  ENCRUCIJADA



Tiempo de meditación ,  conversaciones amables ,  consejos paterno-maternos ,  balance de posibilidades ,  y el pensamiento conformador como  "el rayo de un camino en la montaña " ,  que diría el inefable Machado .

Lo tenía todo claro y clasificado .  Primero hablé con mi futuro maestro Baquero .  Me lo explicó bien :  Ayudante y en disposición de sustituir a los profesores pertinentes .  Me quedaba en la Universidad ,  en principio sine die .  Conversación con el Decano y con el Rector ,  que me recibieron con los brazos abiertos ,  cara al futuro .

Segundo ,  conversación con el hermano Aurelio y el Provincial de los Maristas .  Profesor de Literatura ,  Filosofía y Latín ,  sobre todo con vistas al bachillera superior ,  cursos sexto y preuniversitario .  Horario por la tarde ,  lo que me permitía la mañana libre para la universidad y mis otras tareas coyunturales .

De modo que ,  diversiones aparte ,  mi vida académica quedaba del siguiente modo : las mañanas en la universidad ,  media tarde en el colegio ,  y el resto de horario a mi arbitrio .

Comencé el doctorado ,  que me llevó dos años consultando libros de la Biblioteca Nacional ,  algunos sin abrir casi cien años ,  lo que me produjo afección de la pituitaria ,  que me duraría tres años más .

Me ví envuelto en sustituciones inmediatas .  Por razones de ausencia profesional ,  el profesor Muñoz Cortes me hizo sustituirlo para explicar  Dialectología ,  quinto curso ,  a los que habían sido mis compañeros el año anterior .  Ya os imagináis la situación .

Al poco ,  el profesor Baquero también me dejó sus clases de Literatura ,  pues presidía en Madrid un tribunal de Cátedras de Instituto ,  que realizaba el profesor Juan Estremera ,  por lo que tuve que hacerme cargo de la Literatura Hispanoamericana .

Buen comienzo ,  torbellino y ciclón unidos .  Pero me vino bien para entender en qué consistía la enseñanza superior en aquellos años ,  si no convulsos ,  sí ajetreados .

Mi segunda casa era el Seminario de Filología Románica ,  bien acompañado por otros dos ayudantes veteranos ,  Mariblanca Lozano y   Sabino Belzunegui ,  con los que me llevaba muy bien y de los que mucho aprendí ,  sobre todo de Mariblanca ,  pues que Sabino era vasco y ático .

Algunas anécdotas curiosas y peregrinas .

Un día el profesor Baquero me llama a su despacho .  Nervioso y azorado me dice : "Victorino ,  esto hay que evitarlo ,  o  cuando menos moderarlo .  He notado que cinco alumnas ,  nada feas por cierto ,  se sienta en la larga mesa del Departamente ,  frente a sus apuntes ,  pero en el mismo lado de la mesa y frente a la suya pequeña ,  hasta que llega la hora de cierre .  ¿No le parece extraño?  Yo creo que poco estudian en esas horas".  Empecé a comprender que su  Weltanchaaung no coincidía con la de los jóvenes triunfantes .  Hablé con  ellas :  "Desde mañana os sentáis al azar ,  tanto de frente cuanto de espaldas" .  El profesor Baquero quedó tranquilo en adelante .

Otro día me cruzo con el Decano en un pasillo . "Vamos a ver ,  Polo ,  ¿cómo viene usted sin corbata?".  "Es que hoy no tengo clase".  "No importa ,  el profesor siempre debe andar por aquí perfectamente uniformado" .  Mi madre me compró cinco corbatas .

Y la más enjundiosa ,  también un tanto agridulce al principio .  El profesor Estremera me dió clase de Literatura Hispanoamericana en quinto curso .  Sucedió algo extraño y desagradable  y decidí no asistir a clase durante el tercer trimestre .  Me llamaron al orden en todos los tonos ,  pero no cedí .  Debieron quitarme la condición de alumno oficial según la legislación vigente ,  pero los buenos oficios del Decano propiciaron un examen final escrito .  Así lo hice y obtuve el único  APROBADO de mi especialidad .  No protesté porque la culpa era mía ,  me gané a pulso el correctivo .

Un año después ,  el profesor Estremera debió ausentarse un tiempo .  Y fué él precisamente quien solicitó que fuera yo quien lo sustituyera ,  que lo cortés no quita lo valiente .  Y así comenzó mi aventura con la Literatura Hispanoamericana ,  que se prolongaría hasta mi dilatada jubilación .

Debo decir que , con el tiempo ,  llegamos a ser buenos amigos .  Y cuando empecé a traer a los escritores y organizar encuentros ,  el profesor Estremera era uno de los preferentes invitados .  Incluso su hija Fuensanta ,  excelente alumna , ingresó en mi equipo de trabajo  con toda naturalidad y buenos resultados ,  pues cuando la inteligencia predomina y no existen ruindades pacatas ,  la vida resulta hermosa y agradable .


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