viernes, 21 de octubre de 2016

CURSO DE LIBROS.. CRÓNICA DEL JUEVES 5

  Ya la práctica se ha convertido en hábito.  Ayer tuvimos sesión intensa,  muy abundante información,  coloquio adecuado y el tiempo.  Les prevengo para que me prevengan cuando se acerque la hora de terminación.  Misión difícil porque no cumplen la recomendación, son así de amables.  El caso es que, cuando vinimos a darnos cuenta, eran las ocho y veinte.

   Por mi parte, nada que objetar. Me encuentro a gusto explicando en clase.  Los veo con ánimo y ganas de aprender, de mejorar sus esquemas de lectura placentera,  basada en el conocimiento progresivo.  Ello me anima y congratula,  al cabo de tantos. Considero que hemos logrado un clima relajado, proclive al pensamiento que crece y a la sensibilidad que se manifiesta en palabras y , sobre todo,  en actitudes inmediatas  (observo la expresión de sus rostros, la concentración de miradas y la toma de apuntes, realidad esta última que nunca pude imaginar, pues que pensaba en amable tertulia sin más, hablando de libros sin mayores averiguaciones. 
 Un clima, pues, satisfactorio, que pone de manifiesto, de nuevo,  las inagotables y no perecederas virtualidades de la fórmula horaciana:  mezclar lo dulce con lo útil.  En el entendimiento, claro, de que lo útil bien concebido termina siempre en el placer del parto y el crecimiento feliz de la criatura.  Por algo los clásicos lo son,  por sobre el tiempo y las geografías.  Y Horacio, el de la Odas y  la "Epístola ad Pisones", lo es a plenitud.
  Nos ocupamos de dos textos teóricos.  Uno, muy breve para considerar la lectura no como un pasatiempo amable entre otras actividades más sustanciosas,  importantes e inminentes, sino todo lo contrario.      
  "Estudiar Literatura será, sobre todo, leer libros que han sido concebidos desde los hontanares artísticos y con el placer colocado en el horizonte".  Nada más, pero también nada menos, como afirmaba T. S.  Eliot.
    El otro texto es un recuerdo del año pasado, un poco más extenso, que plantea la falsa dicotomía  conocimiento técnico-gusto literario,  y que termina de esta guisa:  "Gusto y conocimiento, pues, constituyen los dos grandes pilares en que se apoya el edificio del estudio literario, que no debe limitarse al aprendizaje.  Antes al contrario,  necesita configurar un fenómeno simbiótico de asimilación celular y orgánica".
    Al cabo y tras numerosas citas orientadoras, aunadas a ejemplos de apoyo, afrontamos la idea central:  la música propia de las palabras como base de asentamiento y proyección de la poesía.  El campo de la la métrica,  la rítmica y el troquelado matemático musical  (con resonancias de Pitágora y su  "música de las esferas",  tan lejanos en el tiempo,  tan próximos y vigentes), que se ofrece como territorio en el que deben nacer las formas concretas para su roturación, siembra y posterior cosecha.  Les cité los libros de Tomás Navarro Tomás,  Rafael de Balbín,  Antonio Quilis,  Rudolf Baher y Oreste Macrí, por si algo querían consultar.
   Y aparecieron en la pila bautismal poética el octosílabo y el endecasílabo como piedras de toque, recordando la parábola del buen sembrador, pues que la Biblia está llena de símbolos literarios como acervo paralelo, y tam bién común,  a la clasicidad grecolatina.
   El octosílabo, asentamiento  y esencia de nuestra binaria forma de hablar, con proyección estética en la formalización poética.  La gran base de nuestra versificación.
   Sucede que el romance  "GERINELDO"  es un hallazgo formidable. El octosilabo sólo tiene cuatro variantes.  Pues bien, las cuatro están reflejadas en los cuatro primeros versos de este romance

                     GERINELDO,  GERINELDO,
                     PAJE DEL REY MÁS QUERIDO,
                     QUISIERA VERTE ESTA NOCHE
                     EN ESTE JARDÍN FLORIDO.

Dos jóvenes, el señuelo-llamada de la chica al chico, la espera, la cita en florido jardín...Una hemosa historia de amor y algo más.  Leed el romance completo.
  Ayer analizamos las cuatro variantes:  trocaico,  dactílico,  mixto A  y mixto  B.
  Les hablé un poco de la métrica cuantitativa y de la métrica acentual.  En la pizarra, el esquema métrico de los cuatro, con sus piés y apoyaturas y silencios a la hora de leer, de recitar.  Y un recuerdo imprescindible: la formalización pética es,  fundamentalmente,  imagen y música.
   Y ahí lo dejamos hasta el próximo jueves.  Deo  volente.

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