sábado, 5 de noviembre de 2016

CURSO DE LIBROS. CRÓNICA DEL JUEVES ( 7 )

   Habíamos terminado con la Poesía y sus fundamentos métricos, conducentes a la música hermanada con la imagen.  Cuestiones técnicas a manera de base para entender mejor el fenómeno poético y gozarlo con placer creciente, recordando que el placer intelectual potencia el de los sentidos, comunmente llamado emoción.

  El octosílabo y sus cuatro únicas variantes en castellano. El endecasílado y las cinco variantes más comunes y conocidas.  Y el recuerdo de un soneto en tanto que culminación de la lírica.
   Nos aguardaba, pues, la prosa literaria. Les ofrecí una sucinta historia, desde los orígenes tardíos con respecto a la versificación, como no podía ser menos y que se manifiesta en los orígenes de cualquier Literatura, en toda lengua y otras circunstancias.
   Algo de insistencia en que la prosa doctrinal se adelanta en el tiempo, entendiendo doctrina como toda forma de comunicación con predominio del pensamiento racional y todas sus variantes, abarcadoras de lo que suele llamarse Ciencias y Letras, división forzada si que muy útil a efectos metodológicos y de orden que facilita el estudio,  lo que es tanto como decir el entendimiento y aprehensión del universo entorno, centrado casi en exclusiva en la percepción de lo material y corpóreo capaz de impresionar los sentidos,  a tenor de la fórmula aristotélica: "Nihil est in intelectu quod prius non fuerit in sensu".  Los sentidos tradicionales, capitaneados por la vista, como únicos y necesarios caminos para llegar a las ideas.  
   Fundamento filosófico, pero también creador,  incorporanto las sensaciones, según vaya transcurriendo el tiempo histórico, personal y colectivo.
   Así las cosas, llega un momento en que el hombre se siente inquieto, advierte que no todo se reduce a las ideas y el razonamiento lógico.  Entonces incorpora la imaginación y construye mundos extracorpóreos, paralelos a los del razonamiento, no basados en percepciones sensibles, pero igualmente reales con una modificación esencial: el mundo de las sensaciones, producto de la sensibilidad magmática y casi preternatural, que acabará desembocando en la sensibilidad despierta y organizada, capaz de captar lo profundo del universo y manifestarse dispuesta para, sin marginar el mundo de las ideas, levantar el formidable y casi infinito universo de la creación artística basada, también, en la palabra con todas las virtualidades posibles, cuyos logros dependerán del talento individual de los creadores y el evolucionado caldo de cultivo en el que nazcan y trabajen. 
   El individuo y su ´elan vital´   actuando desde la historia y cara al futuro, impulsando cambios permanentes que añadir a lo ya conseguido.
   Y es entonces cuando advierte que, también y sobre todo en la prosa, se halla un depósito creativo de inacabable y versátil belleza.  El tiempo histórico y el tiempo personal, el devenir objetivo que controla el reloj ,  y el tiempo de la sincronía ideosentimental que el narrador podrá controlar y manifestar a su albedrío, sobre la base de la libertad expresiva, que utilizará como el punto de apoyo y la palanca de Aristóteles,  para mover y cambiar no inutilmente el mundo.
   Ha descubierto la expresión en la prosa, sin promover disputa con la poesía, sino añadiéndole timbres y valores armonizados.  Miel sobre hojuelas, pues que la miel y las hojuelas son importantes aisladas, pero mucho más si se manifiestan en armonizada simbiosis.
   Prosa narrativa y su posible clasificación.  Por el momento nos hemos atenido a lo meramente cuantitativo.  Dicho en román paladino, la cantidad de folios que define una narración. Cuatro posibilidades en este sentido, teniendo en cuenta lo reglado del cuento en el siglo XIX  (perfección académica)  y el cuento moderno donde, si no una almoneda en completo desorden, sí cabe hablar de libertad absoluta para el autor: inflorescencia total para el género
    1.-  El Cuento

    2.-  El Relato Breve
    3.-  La Novela Corta
    4.-  La Novela
Les he recordado el cuento medieval,  las  ´novelas´ renacentistas,  los muchos autores del siglo XIX,  Jorge Luis Borges,  Julio Cortázar y Juan Rulfo,  y así.  Con las tres referencias de obligada visita: "El libro de Patronio",  "El Decamerón"  y  "Los cuentos de Canterbury".
   Para terminar, un colofón brillante. El cuento más breve que jamás se haya escrito en lengua castellana, debido a la  "bien cortada péñola" de Augusto Monterroso, siempre con  Cervantes al fondo.  Dice así: "Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí".

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