jueves, 24 de noviembre de 2016

" COSAS VEREDES, BUEN CID, QUE FARÁN FABLAR LAS PIEDRAS "


   Cuando piensas que muy pocas cosas te han de sorprender tras tu ya larga existencia, siempre aparecen pequeñas sorpresas que, no por generalizadas, resultan menos llamativas.  Sobre todo cuando has trabajado más de medio siglo en una institución, la Universidad, que debiera ser la sede de toda educación (Platón y Luis vives, por ejemplo)  si no perfecta, sí al menos fuente nutricia del saber que  proyecta lo mejor y más exquisito del ser humano en potencia, en las aulas mejorado hasta donde la virtud colectiva e individual pudieren llegar, con las pertinentes ayudas que modelan la personal voluntad de perfección creciente.  

   Si todo esto no lo genera y cultiva el mundo universitario, ¿qué otro mundo podrá llevarlo a cabo con las mínimas garantías posibles? Claro que, descendiendo al valle de lo habitual diario, también tiene razón el conocido adagio no sólo religioso: "Si el prior juega a las cartas ¿qué hará la comunidad?
   Escribo ésto para indicar que toda mi vida académica se desarrolló en las aulas universitarias. Un curriculum de medio siglo largo, pues que ando cerca de cumplir los ochenta.  Pero siempre consideré que la tarea intramuros no estaba reñida con la externa, por lo que, entre otras muchas actividades en tal sentido, decidí hace cuarenta años colaborar con los medios de comunicación, décadas de mis artículos en La Verdad, a plena satisfacción de partes. Mucho hicimos en las aulas y mucho quisimos compartir con los mass media, para que llegaran las buenas nuevas al mayor número posible de ciudadanos y convecinos.
     Como pequeño dato ejemplar, la carta manuscrita de Antonio Arco, que reza:  " Victorino,  queremos publicar en Ababol unos poemas inéditos de José Hierro.  Lo dejamos en tus manos,  como en el caso de Benedetti.  Muchas gracias". (Febrero de 1.997).  Esta fué la realidad,  y el talante de relación,  durante muchos años.
   Llegó el momento de interrumpir la colaboración.  Me despedí cortés y los lectores no lo entendieron: los de Murcia, los de España y, sobre todo, los de Latinoamérica, gran legión por fortuna.  Les parecía torpe la decisión y bastante zafia en las formas.  Y así, a borbotones,  me comunicaron su deseo de llenar el periódico de protestas, algunas bastante airadas. Negocié con ellos prometiéndoles que haría llegar su postura a la dirección, insistiendo en la necesidad de artículos culturales de cierto nivel, que no todo van a ser crónicas de fútbol.  Se tranquilizaron y dejé pasar el tiempo, esperando la calma después de la tempestad.
   Ni por esas. Llegado el otoño han bloqueado mi blog y messenger, preguntando si cumplí mi promesa. Razón por la cual escribo este correo al Director del periódico, a la espera de su posible y, sin duda,  amable respuesta, para trasladarla a los antiguos y presentes lectores.
  La explicación es sencilla: hace tiempo que, informática mediante, escaneaba los artículos y los hacía llegar a todo el mundo. Pequeño dato: el blog ha superado las ochenta mil visitas, con más de diez mil comentarios. Buen archivo. 
    Desde la ´interruptio´ escrita, hago lo mismo por la red. Pero dada mi edad, ver el periódico y leer alguna de sus páginas sigue constituyendo un placer.  Me continúa gustando abrirlo por la mañana.
    Como la colaboración venía de muy atrás y no interfería con la jubilación obligada de las aulas, no la interrumpí.   Seguí escribiendo, con propuesta y acuerdo amable común de interrumpirla justo al final de este año.  De modo que, durante un curso, dedicaría los artículos a rememorar y reflexionar sobre los muchos y brillantes eventos que la Cátedra de Literatura Hispanoamericana llevó a cabo entre nosotros.  Para que fuera patente la colaboración mutua  entre el periódico y los equipos sucesivos de mi cátedra durante tantos años, pues ya el buen paño no se vende en el arca.  Recuerdos ambles, por otra parte, y mutuamente satisfactorios.
   Se interrumpió el plan de modo abrupto.  Y bien que lo siento, pues que era elegante y atractivo.  En todo caso, siempre tuve como norma de conducta evitar conflictos y no cerrar ninguna puerta.
   Y esta es a vuelapluma, y en apretada síntesis, la situación, que le transmito como director del periódico. A la espera de su amble respuesta, para hacerla llegar en corriente de ósmosis a los miles de lectores que, al parecer, gozaban leyendo los culturales artículos llenos siempre de libros.  Y de grandes escritores que a esta tierra vinieron sin pedir casi nada a cambio. Si acaso,  cómoda cama y bien cocinado  yantar, sin excesos.

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