lunes, 5 de septiembre de 2016

INTRODUCCIÓN. LOS ORÍGENES

   En el comienzo de los tiempos, poesía y religión se confunden. El hombre va dando nombre a las cosas que le rodean, para poder relacionarse con su entorno, entre otros fines que irán creciendo en cantidad y complejidad.  Hasta que llega el mmento de la trascendencia, porque el ser humano tiene imaginación y es capaz del pensamiento especulativo.  Sabe que existen realidades suprahumanas, desea conocerlas, nombrarlas y establecer la correspondiente relación.
 Cuando dice esto es una rosa, esto es un pájaro cantor, esto es una mujer, está creando las primeras metáforas, igual que cuando afirma esto es el paraíso, esto es el averno, esto es  Dios (la mayúscula es un problema subsiguiente, del mismo modo poético, ya lo veremos), está anunciando la prsencia de Platón y el carro de Faetón, sobre la previa base de Parménides, que le ofrecerá la firmeza de lo inmutable.  Aunque con el tiempo, también habrá de necesitar a Heráclito, porque la vida es un continuum en permanente cambio y evolución, siempre que la esencia permanezca.
  Recordad a los presocráticos.  En occidente, representan de manera germinal la filosofía y la ciencia y su lenguaje, por fuerza y naturaleza, es eminentemente poético.   Esto lo sabía muy bien Socrates, que ordenó el mundo hablándolo, para que Platón y Aristóteles lo escribieran ordenado y sistemático.  Pensad en el  arjé, la tierra, el agua, el aire, el fuego; es decir, las cosas fundamentales.  Pero también sus correspondientes nombres, con lo que se crea un mundo paralelo, igualmente real como el de las cosas mismas, pero producto exclusivo del crrebro humano.
   En consecuencia, lenguaje religioso y lenguaje poético (literario), de consuno en los orígenes.  Con el tiempo, y por lo que ahora nos interesa, la literatura seguirá sus propios caminos hasta plasmar los géneros, entomología con la misma base que el resto de lenguajes humanos.  El teorema de Arquímedes, la música de las esferas de Pitágoras, los Idilos de Teócrito, la Física aistotélica, las tragedias de Esquilo y la Iliada de Homero configuran un lenguaje nacido de la religión y especificado en la ciencia, la filosofía y la literatura.  Común en el tronco, diversificado en las ramas, pero todos producto de la misma unidad en cambio.
  La poesía los asume, por lo que necesita saber mucho y bien, empresa que unicamente se logra por la observación profunda y l estudio bien asentado.  Todo lo demás, verdura de las eras (Jorge Manrique).  Y sobre lo empírico y lo imaginativo, la capacidad creadora con la que muy pocos nacen y muchos menos la desarrollan.  Lospocos sabios que en el mundo han sido, ambién sirve para los escritores, para los poetas.  Pues que la literatura, y no digamos la poesía, son jardines cerrados para muchs, abiertos para pocos, Góngora y Gracián al fondo.
  Basta por esta tarde noche, no quiero ser prolijo, mucho menos gárrulo (Menéndez y Pelayo dixit) en esta introducción. 
  Ahora, pues, un texto breve religioso, en latín para mayor claridad:  "Introibo ad altarem Dei, ad Deum qui laetificat juventutem meam".
   Texto religioso, católico, sin duda.  Pero reparad en el mensaje central: alegría de la juventud propiciada por alguien el cualquier lugar.  Hagámoslo laico. ¿Alguien, en su sano juicio, no compartiría semejante propósito?
Las palabras, que trabajan al servicio de ideas y sentimientos, colocan las cosas en su sitio. Y a través de ellas se configuran las creencias, la filosofía, el arte, la ciencia, en definitiva, todo aquello que define al hombre con la esencialidad de lo permanente y crecedero hacia la perfección posible.

T E X T O S
   En esta primera ocasión, os traigo tres breves textos, muy diferentes entre sí, pero fecundos y reveladores

    "A las cosas ciertas vos encomendat,
    et de las fiuzas vanas vos dexat".
               Infante D. Juan Manuel,  "Libro de Patronio.

     "Mira Nero de Tarpeya
    a Roma cómo se ardía,
    gritos dan niños y viejos,
     y él de nada se dolía".
                Romance popular, "El inncedio de Roma".

    "Enhiesto surtidor de sombra y sueño
     que acongojas el cielo con tu lanza.
      Chorro que a las estrellas casi alcanza,
     devanado a sí mismo en loco empeño".
                 Gerardo Diego,  "Al ciprés de Silos".

Simplemente, leedlos,  pensad un poco, emocionáos mucho y no análicéis.  Prima non datur...

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