domingo, 30 de julio de 2017

VIDA DE UN PROFESOR ( 3 )

VIAJE  INICIÁTICO


   Recuerda el desvencijado y chirriante autobús que, desde las montañas entrañables ,  viajaron el joven y su padre a la capital, donde lo recogería un pariente para trasladarlo a Hellín  (Albacete) como destino de nueva residencia para iniciar los estudios de bachillerato.


   Subieron al tren al tren y la última emocionante imagen fue la del padre liando y encendiendo el sempiterno cigarrillo de picadura.
   Arribada a Madrid, cuya estación de Atocha ya conocía.  Cena opípara y excelente hotel. Iba de sorpresa en sorpresa,  como el desvío de viaje que hicieron a Toledo para conocer una parte de la familia.  La prima Conchita hizo de cicerone.  Las ruínas del Alcázar y la impresionante catedral le impactaron de modo particular.
   Al cabo,  atravesaron la inmensa llanura de La Mancha con la "pincelada azul de una montaña al fondo" ,  palabras que recuerda por haber leído a Azorín en los libros de su padre,  de la biblioteca escolar ( Cásicos castellanos completos) y algunos que le prestaba el sacerdote don Felipe.
  Unos días después de la llegada,  viaje de nuevo a la capital,  para realizar el examen de ingreso en el instituto.  Numerosas anécdotas del examen, de las retiene una para vosotros.  En el tribunal siempre había un cura,  para escanear los conocimientos religiosos de los infantitos.  Le preguntó los pecados capitales,  que recitó de memoria seguida según la doctrina.  Al llegar a la lujuria, repetió: "Apetito desordenado de carnales deleites".  Sorpresa y el sacerdote que pregunta: "¿Sabes lo que significa?".  Respuesta: "No".  Conclusión aliviada:  " !Menos mal! ".
  El bachillerato fue casi un paseo militar para el muchacho.  Los profesores comprobaron que,  salvo latin y francés,  dominaba todas las asignaturas correspondientes a los dos primeros cursos,  de modo que decidieron intensificar los idiomas y en junio calificar ambos cursos a la vez.  Dicho y hecho,  aunque su padre ,  gran pedagogo,  interrumpió la aventura.  En adelante, curso a curso,  para que los conocimientos se fueran remansando como conviene.  Lo cierto es que el joven se aburría bastante en clase,  pero donde hay patrón sabio,  poco manda marinero impetuoso.
    Hay que decir que la comunicación se hacía por carta manuscrita.  El padre se ocupaba de las cuestiones técnicas y profesionales casi en exclusiva,  sin marginar los aspectos humanos.  La madre todo todo lo volcaba en el amor y en la exigencia educativa,  los comportamientos,  etc.  Una carta semanal de ambos, siempre en el mismo sobre azul,  con la letra redonda y vertical del padre,  y la caligrafía picuda de la madre, muy propia de las monjas por aquel entonces.  Buenos pendolistas ambos.
  El chico respondía religiosa y semanalmente, preocupandose por los tres hermanos y contandoles todo como era de obligado cumplimiento.
   Bueno,  todo lo que podía contar,  porque no se olvide la edad de la criatura,  con todo el fragor neuronal y hormonal de la etapa vital que iba transitando.  Mucho estudio apasionado,  mucho deporte apasionado,  y mucha vida alrededor igualmente apasionada.  Calculen los lectores que,  hasta que volvió a ver a sus padres y hermanos,  pasaron tres largos años,  con lo que el feliz reeencuentro se produjo cercano él a los dieciocho.  Todo un hombre,  no solo unamuniano,  cargado de experiencia y sabiduría práctica,  fruto en gran medida de la soledad familiar en la que se hallaba.  
   Hay que decir,  también,  que su temperamento basal y su fuerte carácter mucho le ayudaron.  Sabía que el estudio significaba su liberación no solo personal, y eso estaba por encima de todo.   Lo  demás,  las hojuelas de su tierra,  aunque lo fundamental seguía siendo la miel.


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