domingo, 4 de diciembre de 2016

CURSO DE LIBROS. CRONICA DEL JUEVES (11)

      Mañana de domingo.  El cielo gris plomizo, silencio de naturaleza en calma.  Un suave chirimiri desicende con lentitud y pequeño rumor de agua invisible.  Calma chicha,  en mi otra tierra  (reciedumbre castellana de clima)  ya estará cayendo la nieve,  quizá con algunas ráfagas de cierzo en el Urbión. 

   No me apetece salir y escribo sentado en banco de ruda madera traída de otras tierras más montaraces. Puedo contemplar el jardín delantero de casa, un privilegio.  Las últimas rosas en depedida, las dos acacias que me trajeron de Kenia, las jardineras de manises bien pobladas de flores y de color, un limonero cargado de frutos, el naranjo que avisa de la ultima cosecha.  Y las margaritas amarillas, todo un arriate pobladísimo y terso.
  Abro el ventanal mientras fumo un avergonzado cigarrillo, que me pide disculpas por los buenos tiempos de cachimba y habanos interminables  !oh, tempora!.
  Disculpad este exordio, no he podido resistir la tentación pues que vivo el otoño a plenitud.  Pero vayamos a lo que importa.
  El jueves, como siempre, bien para la experiencia y para el recuerdo. Una pequeña introducci´ón para discernir los buenos libros, a pregunta de unos alumnos por internet.  No hay fórmula y el criterio (siempre personal) adquiere forma con los años, el tiempo lo va perfeccionando y se revela personal e intransferible.  Quizá por eso sea oportuno el texto doctrinal de esta tarde:

   " Pero este conocimiento particular entraña un peligro:  la presencia del gusto en oposición dicotómica.  Quien ostenta gusto literario es hombre culto, mientras que el poseedor unicamente de conocimiento literario es un pedante.  Aclaremos.  Con el conocimiento solo, la realidad captada es unidimensional y parcial.  El gusto aislado incide en el dandysmo  dilletante.  La pretensión debe armonizar los dos términos, poque el gusto sin conocimiento permanece inseguro, ambiguo y caprichoso,, tendente al error,  a la vez que elconocimiento sin gusto proporciona una visión demasiado árida y distante, vacía  del particular  sprit que el arte, en tanto que arte,  debe comportar y despertar, susceptible de ser aprehendido por necesidad.
    El acto de conocimiento sensible, en función del gusto y espoleada po ´él, se revela como el  medio adecuado del especialista (buen lector) en literatura y del simple catecúmeno que se enfrenta con la tarea de adquirir métodos de trabajo y,  por lo mismo,  posibilidades de conocimiento.  El acto crítico ,  entonces ,  será el acto de conocer de manera racional y sensible ".

   Luego llegaron los dos textos narrativos.  De una parte, el capítulo del ciego y la cabeza de toro,  misteriosa y mágica para escuchar raros sonidos.  El pobre Ĺazarillo aprende en cabeza propia (expresión muy adecuada), que la vida no es fácil, aunque siempre remuneradora. 
   Planteamos la posibilidad de que la tal historia fuera un cuento en el marco de la novela.
   En las antípodas narrativas, el capítulo VIII de  "!Absalón,  Absalón!",  la extraordinaria y no muy conocida novela de William  Faulkner.  Párrafo narrativo cerrado:  "No habría aquella noche respiraciones profundas...como un cristal en el aire fiero y tranquilo (había dejado de nevar) ".
   Buena lectura reconfortante hasta el próximo jueves. !Ah, se me olvidaba decir que, mientras escribía, escuchaba la voz prodigiosa de Alfredo Kraus. En esta ocasión,  romanzas de zarzuela. Una delicia.

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