viernes, 16 de diciembre de 2016

SONETOS CULMINADOS. EXPLICACIÓN PLAUSIBLE

      La Poesía es la culminación y quintaesencia de la Literatura,  de la cual forma parte por naturaleza y derecho propio.  No es un mundo aparte y cerrado,  aunque sí mucho más exigente precisamente por la condensación expresiva,  y porque su lenguaje debe ser,  y estar,  más y mejor alquitarado.  De ahí que pueda decirse lo que apuntaban los barrocos en expresión feliz:  "Jardines abiertos para pocos,  cerrados para muchos".


    En primer lugar, hay que prescindir de considerarla  tarea de exquisitos para exquisitos,  como si se tratara de una secta con sus  misterios casi órficos.
   Tampoco es un trasunto popular,  un canal para que cualquiera pueda manifestar sus emociones mostrencas, sin mayor trabajo,  preparación y conocimientos previos.    Mucho menos como forma de autoconocimiento vulgar y extensivo.  Para eso está la psicología.  Y en absoluto hay que considerarla como desaguadero de llantos y alegrías: el flolklore cumple mejor esta función.
   En consecuencia,  la Poesía necesita estudio, determinados niveles de cultura,  cierto grado de sabiduría y dominio profundo del lenguaje.  Amén,  claro está, de fuerte y adecuada imaginación,  lo que solemos entender como inspiración,  bien acotada y definida desde  Platón y Aristóteles.
   Pues bien, su territorio está plagado de infinitas inflorescencias formales,  que van desde un elemental y sencillo romance popular hasta el soneto como manifestación suprema,  donde poema y estrofa vienen a ser uno y lo mismo  (Parménides dixit),  a través de la magia del cambio perpetuo (Heráclito en complemento).
   Razón,  entre otras muchas, por la que tardé bastante tiempo en decidirme a escribir sonetos.  Lo hice durante diez o quince años;  pero cuando me decidí,  convencido estaba de la dedicación,  tiempo  y esfuerzo que precisaban.  Rompí muchos originales,  llegué a coleccionar unos trescientos (con algunas ráfagas de manierismo, ciertamente)  y publiqué muy pocos.  Hasta que llegó el antiguo buen alumno, excelente editor, y me convenció para publicar el libro.
   Seleccionamos cuarenta y todos los he ido subiendo aquí,  sin clasificación ordenada por temas,  motivos,  tendencias,  etc.  Y lo hice con una doble pretensión : despertar emociones fuertes,  sin las que la Poesía poco aporta;  y configurarlos como camino de conocimiento en busca de una meta.
   El interés con que los habéis seguido y el entusiasmo de la mayoría (bloqueado tengo el messenger,  ya en archivo),  dice mucho en vuestro favor y en el mío: hemos coincidido en el vértice de la aceptación,  la comprensión y la identificación creciente.  Albricias,  pues,  y felicitación para todos.
   Y una nota final a pié de página. Si bien os habéis fijado y recordáis,  los cuarenta son sonetos de amor.  Diferentes las causas y los destinatarios,  pero todos de amor.  Sólo que el amor es el más vivificante y proteico de los sentimientos humanos.

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