miércoles, 14 de diciembre de 2016

HISTORIAS DE MEDIANOCHE. HOMENAJE A CAMILO J. CELA

   Historia que también pudiera encajar en las  Memorias amables, pues ingredientes tiene de las dos.  Y es que tantos años en la misma cantera,  dan para mucho y nunca es tarde si la dicha es buena.  Incluso también pudiere venir bien aquella frase que, sin ser suya,  tanto utilizó nuestro Premio Nobel de Literatura: "El que resiste gana".  Que es tanto como afirmar los ópimos resultados del trabajo si la tenacidad bien entendida los avala por los años de los siglos.

   Aconteció ayer por la tarde,  en el Hemiciclo rectangular de la Facultad de Letras,  Universidad de Murcia,  mi segunda casa durante más de medio siglo.
   "Cela en familia"  era el título del encuentro.  Protagonista, claro, el autor de "La colmena".  Invitados,  Jorge Cela (hermano)  y Camilo J. Cela Conde, hijo de quien escribiera  "San Camilo l936"  o  "Cristo versus Arizona".  Me correspondió moderar el coloquio, consecuencia de mi larga y amistosa relación con la famila Cela,  como bien se ocupó en recordar el Rector de la Universidad,  que presidía el acto.
   Tarde brillante, sobre todo por la intervención de tío y sobrino, aunque también por la lectura coral de textos celianos y el acompañamiento de música,  un joven viloncelista que interpretó piezas valiosas.  El hemiciclo estaba lleno de buenos lectores, de varia edad y condición,  si que todos admiradores del escritor cuyo centenario celebramos este año. Y lo repito una vez más,  el mejor homenaje que podemos tributar a un escritor,  es leerlo mucho y bien.  De ahí que, a manera de ejemplo, les recomendé tres libros:  "La colmena",  "Viaje a la Alcarria"  y  "Pabell´ón de reposo",  trilogía que resume y aglutina muy bien lo que el Premio Nobel significa en tanto que gran escritor en castellano.
   Nuestra historia personal se remanta treinta años atrás. Yo había realizado mi Tesis de Licenciatura en Filología Románica el año l962.  Le escribí con audacia y la respuesta fue comprensiva y rápida, me ayudó grandemente y me solicitó dos ejemplares de la investigación  ( "El sistema narrativo de C.J.C." ) para su archivo,  a través del riguroso Fernando Huarte. Las cartas que conservo de entonces las guardo como auténtico tesoro. Allí nació una amistad fructífera, prrolongada con su hijo ( y ahora con su hermano),  con los que tanto comparto y fío.
   Pasaron los años, yo accedí a la  Cátedra de Literatura Hispanoamericana y pensé que estaba  muy bien el trabajo intramuros de la Universidad (labor fundamental) ,   pero había que proyectarlo al exterior,  a la sociedad que nos justificaba.  Y creamos los Ciclos de Literatura Viva, que durante muchos años se desarrollaron con brillantez y provecho,  gracias a los extraordinarios escritores que por aquí pasaron,  así como a los equipos que fui reuniendo,  que aunaban la eficacia del trabajo y la admiración.
   La fórmula era sencilla.  Invitábamos a un escritor,  estudiábamos su obra y, con su presencia entre nosotros, aplicábamos la norma de Horacio: "Mezclar lo dulce con lo útil".  Funcionó muy bien.  Y por nuestras aulas pasaron más de ciento cincuenta escritores,  entre ellos todos los grandes de una época dorada, que se mueve entre  Borges  y  Vargas Llosa.  Por cierto,  ambos Doctores honoris causa de nuestra Universidad, propuesta y logro enmarcados dentro de los trabajos y los días de la citada Cátedra,  cuyo Archivo acopia más de doce mil documentos escritos y audiovisuales.  Archivo que he donado a mi Universidad, extremo que el Rector se ocupó de recordar,  una vez más,  con palabras de reconocmiento quizá excesivas para mi persona y cuantos me han acompañado siempre.
   Pues bien, el apartado correspondiente al autor de  "Pascual Duarte"  lo componen unos doscientos documentos de indudable valor literario,  investigador  y humano.
   Y así culminamos el homenaje,  contentos y felices.  Después del trabajo bien hecho y mejor remunerado (moral y amistosamente) , se entiende, marchamos a reponer fuerzas.  Buen yantar en restaurante muy visitado por el Marqués de Iria Flavia,  amables conversaciones,  humor cervantino a raudales y emplazamiento para próxima reunión de amigos.
   P. S. -  Mañana ,  segundo capítulo: "De cómo don Camilo alcanzó el honroso título de Alumno honoris causa,  encomienda única en toda universidad del ancho mundo, que sólo a él corresponde y pertenece".  Laus  Deo.


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