viernes, 11 de mayo de 2018

VIDA DE UN PROFESOR

DE  LAS  MUSAS  AL  TEATRO  EN  HORAS  VEINTICUATRO

   Viene bien la paráfrasis de Lope para el nuevo empeño que le aguardaba .  Fuerte trance pasar en tres meses de alumno aventajado a profesor incipiente .  Las cosas no debían ser así ,  pero de tal manera sucedían en aquellos tiempos todavía ominosos ,  mucho más en los claustros universitarios .  Con graves carencias de casi todo ,  tan sólo cuatro catedráticos en la Facultad de Filosofía y Letras ,  y el gran grueso del trabajo docente en manos de profesores interinos mejor o peor cualificados.  De modo que ,  cuando aparecía un Licenciado brillante con vocación ,  lo acogían con los brazos abiertos .  Así sucedió .
   Regresó de las Milicias con su flamante título de Alférez de Complemento allá por los últimos días del tórrido mes de agosto .  El mes de septiembre ,  febril ,  lo dedicó a organizar horarios y programas ,  de manera que el día 13 de octubre  todo estuviera dispuesto para comenzar las clases .
  Así sucedió .  Y lo primero ,  explicar a los alumnos la peculiar realidad ,  pues que ellos habían sido sus compañeros de pupitre el año anterior .  Les pidió comprensión , de manera especial por los cambios que pensaba introducir en la metodología .
   En efecto ,  se había pasado la carrera soportando vetustos apuntes de clase ,  exámenes periódicos escritos ,  ninguna clase práctica y nada de comentarios de texto .  Monólogos aburridos de los catedráticos y listas de bibliografía técnica ,  en general obsoleta y un poco rancia .  Casi todo centrado en la historia ,  casi nada en los textos y horro de lecturas recomendadas .
   De manera que ,  para no sorprender en exceso,  serían tres los cambios introducidos :

PRIMERO .-  Una lista de libros ,  para que leyeran tres por trimestre a su libre elección .  Materia fundamental a efectos de examen .


SEGUNDO .-  Una clase práctica semanal .  Comentario de un texto breve previamente elegido .


TERCERO .-  Tanto en las clases teóricas cuanto en las prácticas ,  participación activa de los alumnos  .  Les insistió en que él pasó cinco años de Licenciatura sin abrir la boca en clase .


   Y todo sobre la base de un principio elemental :  sólo sabe Literatura aquel que ha leído mucho y bien ,  tarea que incluye la colaboración atemperada del profesor y del alumno .

   Pues bien ,  tan extraño les pareció el asunto ,  que pidieron una entrevista fuera de clase ,  para tratar algunos puntos preocupantes para ellos .  Aún estaba lejos la democracia en España ,  pero al joven profesor le gustaban las asambleas ,  los coloquios y las discusiones de todo tipo que algo tuvieran que ver con la Universidad y sus circunstancias .
   Se reunieron en una cafetería cercana llamada Ipanema ,  donde solía tomar café casi a diario .  Los alumnos permanecían expectantes,  pues que el profesor ,  si que joven , tenía cierta fama de guante de terciopelo en mano de hierro .
   Hay que decir que el delegado de clase era un canónigo erudito ,  latinista convencido , que acumulaba licenciaturas ad maiorem gloriam .  Por fín , se decidió a tomar la palabra en nombre de la comunidad .  Asunto peliagudo ,  las lecturas obligatorias ,  inesperadas y sin la más mínima tradición en estas aulas .  Larga y amable discusión , que terminó con dos preguntas del profesor .  Primera : ¿Leer tres libros al trimestre suponía onerosa tarea ? Segunda : ¿ Cuando profeséis en colegios e institutos ,  qué culpa tendrán los adolescentes buenos alumnos de vuestras escasas lecturas ?
   Al final , se impuso la razón y el sentido común .  Lo aceptaron .  Y como los tiempos eran propicios ,  varios de ellos terminaron como Catedráticos de Instituto ,  Lengua y Literatura mediantes .

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