viernes, 24 de abril de 2020

HISTORIA VIVA DE UN PROFESOR ( 13 )

CAMPOS DE SOLEDAD ,  TIEMPOS DE GLORIA

   Así lo fueron y así las ha recordado siempre a través de los años ,  sin jamás volver la vista atrás con ira ,  todo lo contrario ,  sin olvidar la historia  en tanto que maestra de la vida ,  pero considerando a la vez que el destino del hombre aquí en la tierra es un continuo impulso al futuro bien cimentado en el presente .

   Campos de soledad ,  cierto ,  pues que la tarea del estudio formativo algo tiene de conventual .  A tal propósito ,  una pequeña anécdota durante los dos primeros cursos ,  que tiene que ver con los franciscanos y su convento adyacente a la universidad .
   Crearon pronto un grupo de compañeros coincidentes en ideas y propósitos,  que devinieron amigos .  Uno de ellos ,  joven franciscano inquieto ,  ofreció su salón y camarilla para continuar reunidos ya que él no tenía permiso para asistir a seminarios ad hoc .  En consecuencia ,  el convento fue una extensión de las aulas :  allí se reunían dos chicos ,  dos chicas y el franciscano ,  que habitualmente les ofrecía frugales meriendas .  El griego ,  el latín ,  la historia ... El estudiante ofrecía sus muy completos apuntes ,  enrevesados de grafía ,  que otro pasaba en limpio a máquina .  Buenas jornadas ,  excelentes conversaciones abiertas con mucho humor ;  en definitiva ,  feliz aplicación del horaciano mezclar lo dulce con lo útil ,  y del escolástico ora et labora ...  con bastante diversión juvenil ,  que lo cortés no quita lo valiente .
   Al termnar los dos cursos comunes ,  el franciscano (Angel de nombre)  marchó a Salamanca por exigencias de la Orden .  Y aquí vino la tragedia ,  pues cayó desde una elevada claraboya en la propia universidad ,  con fatal resultado .  Algo se rompió en el corazón de sus cuatro amigos , con los que tanto quería .
   Pero la vida no se detiene .  Continuaron los tres cursos de especialidad ,  lengua y literatura mediantes .  Buenos y pocos profesores ,  muchas horas de aula ,  más horas de seminario ,  trabajo estajanovista ,  lecturas infinitas ,  preparación inmediata y lejana ...
   Pero también diversión ,  hay que pensar en un joven de veinte años ,  inquieto y muy vitalista ,  que aprovechaba cualquier oportunidad de  "lo dulce"  horaciano .  Pero ¿ qué se podía hacer en una pequeña ciudad ,  bastante levítica y agrícola ,  en tiempos tan enfajados como aquellos ominosos años ,  mucho más rechazables por la cerrazón social que por la tremenda dictadura ?
   Dos puntos de referencia .  En primer lugar ,  el Club Universitario ,  sito en la todavía terráquea Avenida de Alfonso X ,  junto a la Casa de la Cultura y no lejos de la unica y pequeña cafetería edificada sobre la acera ,  cabe la salida lateral del Monasterio de las Claras ,  a cuyo fondo se vislumbraba la espaciosa Rotonda ,  solitaria y sin agua en sus caños herrumbrosos ,  a la vista sólo de la cárcel provincial ,  las viviendas de los aviadores y la estación de ferrocarril de vía estrecha ,  la entrañable estación de Caravaca ,  cuyos railes poco iluminados y escasamente viajados por renqueantes trenes contemplaron comprensivos más de un paseo  "de agradable soledad en compañía" ,  con las chicas de Jesúa María ,  las esplendorosas alumnas del curso preuniversitario ,  todavía con uniforme ,  y algunas universitarias de los primeros cursos ,  todas con la obligación de recogerse antes de las nueve .  Aquí tupido velo de amable sonrisa , si que con el recuerdo bíblico de  "no sólo de pan vive el hombre" .
  El otro punto lo constituían los añorados guateques .  El reducido grupo de amigos del joven no era partidario de las tímidas boites o salas de fiesta que ,  con cuentagotas 
comenzaron a surgir por la ciudad .  Preferían las casas particulares ,  casi siempre de amigas que tenía pickup y algunos discos ,  la mayoría para baile saltarín ,  unos pocos reservados para mayor intimidad y cercanía ,  los famosos slows ,  vulgo dicto .  Aquí otro tupido velo silencioso .  Se rendía tributo al famoso cuento del Decamerón ,  cuyo protagonista montaraz preguntó a su familiar acompañante qué eran aquellos seres gritadores que descendían por la calzada con atuendos volantes y que ,  al eschchar la disuasoria respuesta de  "son ocas" ,  el entusiasta joven gritó con emoción : " Yo quiero una oca" .  Y así se sucedían las fiestas finisemanales ,  entre ocas de ambos sexos perfectamente identificados ,  pues que , para información de los actuales luchadores po feministas ,  hay que decir que por aquellas calendas la igualdad hombre-mujer era un hecho natural y contrastado ,  que el amor siempre propició el "aequo"  latino .
   Regreso al carril de lo serio productivo .  Mediado segundo curso ,  el padre dijo al joven : "Debes hacer las oposiciones de Magisterio Primario y obtener una escuela en propiedad .  Quizá no lo necesites nunca ,  pero es bueno tener algo seguro ,  por si acaso .  Ya tengo los libros y otros materiales .  Te la pepararé este verano en dos meses ,  porque quince días de vacaciones te bastan ¿ verdad ? . Empezaremos el quince de julio " .
   Entonces los conspicuos padres eran así ,  les gustaba dialogar con sus hijos ,  porque interpretaban bien a Sócrates y Platón .

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