sábado, 10 de junio de 2017

HISTORIAS DE MEDIANOCHE. EL ARCHIVO Y LA MEMORIA ( 6 )

     MUERTE  DE  UN  ESCRITOR


   " Cuando calla el cantor,  calla la vida".  Así reza la vieja canción que se hizo popular a partir de un conocido poema , hace unos años.  Hoy apenas nadie la canta o lee,  pero la verdad emotiva del mensaje,  permanece.

   Con los escritores acontece igual.  Los hay que suelen callar temporalmente y regresan al cabo de los años.  No es bueno, pero tampoco demasiado malo,  pues que su voz,  aunque oculta,  sabemos que entre nosotros permanece .  Y sus palabras nuevas pueden revivir en cualquier momento.
   No así cuando el cantor muere o cuando muere el escritor,  caso que me ocupa esta tarde.  Sabéis que hace unos días murió Juan Goytisolo,  uno de los tres hermanos escritores que dieron mucho que hablar,  y escribir,  en los últimos años de la dictadura y algunos de la democracia,  si que en tiempos recientes las cosas no sucedían igual.  Los tres desarrollaron fecunda amistad con esta tierra y con algunas personas que aquí vivimos.
   Abro la correspondiente carpeta del Archivo y constato que los tres nos visitaron en repetidas ocasiones,  invitados porla Cátedra de Literatura Hispanoamericana,   siempre afanosa y abarcadora,  gracias a los magníficos equipos que la rodeaban.
   El primero en venir fue Luis, el más joven y que afortunadamente todavía está en disposición de escribir.  Lo hizo acompañado de Mario Satz,  el argentino.  "Antagonía"  de un lado,  y "Planetarium"  de otro,  justificaban ampliamente aquellas visitas y periplos fundamentalmente literarios.
   Después vino José Agustín,  el poeta de los tres, por obligado cumplimiento de las calas y estudios que por entonces realizábamos. Dos magníficos recitales, que se repitieron en El Escorial, marco de los excelentes cursos de verano que allí organizábamos y dirigíamos,  tiempos de gloria y literario esplendor.
  Al cabo,  llegó Juan,  el de  "Campos de Níjar  y  "La traición de don Julián" , dos de sus libros entonces muy leídos.  Sin duda,  el más conocido y popular de los tres hermanos,  con notable predicamento entre la juventud inquieta y lectora,  de manera especial los universitarios.
  Recuerdo que lo alojamos en el Colegio Mayor "Cardenal Belluga",  en cuyo rojo salón de actos impartió su conferencia y subsiguiente coloquio.  Despues cenamos en el amplio comedor,  que llenamos a tope.  El café se prolongó hasta las tantas.  Y terminamos,  casi un ritual, cortando alguna naranjas silvestres en las plazas de la Catedral y Las Flores.
     Quedó a gusto y satisfecho,  de manera que regresaba siempre que lo invitábamos.  Muy serio siempre, con muy espaciadas sonrisas,  pero en todo caso amable y cercano.
   Aunque muy tarde,  con los años le fué concedido el Premio Cervantes,  que aceptó complacido,  aunque nunca fue hombre de homenajes y otros saraos propios de la vida literaria,  como la llamaba Juan Marsé para distinguirla de la Literatura.
   El título de su primera conferencia es revelador  y estimulante: " Flaubert o la adicción literaria".  Y pues que no me gustan los obituarios,  lo traigo a colación como incitación a la lectura para los jóvenes que no lo conocieron.  Para los creyentes,  una oración por su alma.  Para los agnósticos,  un libro por su espíritu.

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