sábado, 3 de junio de 2017

HISTORIAS DE MEDIANOCHE. EL ARCHIVO Y LA MEMORIA ( 5 )

         UNA  FOTOGRAFÍA  IMPRESIONANTE

    Corresponde a extraordinario evento y,  cuando la contemplo de cuando en vez,  siempre aparecen reminiscencias emocionales (intelectuales también, a qué negarlo ) que remueven fibras sensibles.  Pretenece a época gloriosa de una trayectoria individual y colectiva plena de méritos,  y aún poeticamente habitada,  para recordar palabras de Hölderlin,  el poeta visionario que terminó loco a fuer de cuerdo.

   Corría el año de gracia de l992 y celebrábamos,  recordando,  el Descubrimiento de América, con todas las discusiones y posturas radicales que la efeméride provocó, cosa natural por otra parte,  pues que la perspectiva de aquende y allende los mares,  Menéndez y Pelayo dixit, siempre será divergente por obvias razones.  
   Garcia Márquez y Mario Benedetti hablaban de encontronazo y yo lo entendí.  Pese a todo, los invité a visitar Murcia en aquellas fechas  sub specie Literatura.  El primero no vino entonces  "porque no asistiré a nada que al presunto Descubrimiento se refiera".  El segundo sí vino,  accedió después de amable charla en una cafetería madrileña,  donde  todo quedó claro, excluyendo la política de baja estofa y palabras huecas,
para centrarnos en la Literatura, ese espectacular monumento creciente hispano, que comenzó en el siglo XVI y alcanzó esplendor supremo en el XX.
   Pero volvamos al carril central.  A la sazón, yo tenía mi cátedra de Literatura Hispanoamericana, en la universidad, y trabajaba como asesor cultural del Presidente de la Región de Murcia,  amigo y compañero de estudios,  profesor de filosofía.   Disponíamos de razonables presupuestos y algunas cosas de mérito hicimos,  sin alharacas y con los pies en la tierra.  Otro día os hablaré del asunto.
   Convencido de que  "verba volant,  scripta manent",  organizamos la estrella de actuaciones posibles.  Un magno Congreso Literario que dimos en llamar  LITERATURA DE DOS MUNDOS.  EL ENCUENTRO.  Con el ánimo decidido de invitar a esta tierra mediterránea a cuantos escritores, profesores y eruditos de ambas orillas del Atlántico lo desearan.  La respuesta fue cabal y consentida,  más de ciento cincuenta escritores y unos quinientos participantes en el congreso.  Huelgan los comentarios.

   Primero hablamos de lo humano y lo divino. Después recogimos en libro las conferencias y comunicaciones:  tres volúmenes con dos mil páginas, por lo que un colega irónico me preguntó cuántos bosques había mandado talar para el empeño.
   Pues bien, la fotografía objeto de atención recoge la clausura del evento,   mesa presidencial digna de todo elogio por las personalidades que la componen.  Con una aclaración necesaria:  ni un sólo poítico en ella.  Porque bien mirado,  ¿qué pinta un concejal de cultura en un congreso literario?
   Pongámonos en escena.  Paraninfo de la Universidad repleto para la ocasión.  En el fondo del estrado,  un gran cartel con el retrato de Erasmo de Rotterdam escribiendo, pintado por Holbein.  Todo un símbolo y toda una realidad traslaticia, vivida desde el presente.  Una larga mesa de pintado pino, como diría Espronceda en su  "Diablo mundo".   Y a ella sentados para sus palabras finales,  once personalidades perfectamente reconocibles para quienes se mueven un poco en el mundo de la alta cultura,  tienen amor a los libros y entienden que la Literatura no sólo una de las tradicionales cinco Bellas Artes,  sino algo mucho más profundo,  abarcador y proteico,  porque se basa y proyecta los dos territorios que definen al hombre como ser humano aquí en la tierra: el de los sentimientos y el de la racionalidad a bordo de las ideas,  pues que para eso nació la palabra creadora.  Sabido es que la primera palabra precedió al primer pensamiento,  el hombre aprendió primero a hablar y después a pensar racionalmente.
   Observemos la fotografía de izquierda a derecha, según la miramos.  En primer lugar,  el profesor Jean Pierre Castellaní,  catedrático de la universidad de Tour y buen amigo de esta tierra.  A continuación,  el gran poeta Francisco Brines,  representante conspicuo de la llamada generación de los años cincuenta.  Luego el catedrático Luis Sainz de Medrano, de la universidad complutense.  Le sigue Jean Marie Ginestá,  Decano de la facultad de Letras de la universidad de Orleans,  justo al lado de Antonio Colinas,  uno de nuestros más reconocidos poetas.
   Esta parte del grupo se cierra con Abel Posse,  diplomático y narrador argentino,  uno de los que todavía sigue cultivando,  de manera magistral,  lo que se ha dado en llamar nueva novela histórica hispánica.  Y partiendo la mesa  " por gala en dos" , que diría el poeta romántico,  me encuentro yo en tanto que anfitrión y responsable del congreso,  simplemente por exigencias de guión.
   A mi lado,  Ana María Matute, la grandísima escritora catalana,  tan vinculada con nuestras gentes.  A su izquierda, el excelente hispanista francés  Claude Couffon,  de la universidad de Paris,  La Sorbona.  Junto a él la magnífica escritora uruguaya  Cristina Peri Rossi,  tan bien integrada entre nosotros.  Le sigue Mario Paoletti,  argentino y ganador del Premio de Novela "Vargas Llosa" en su primera edición.  Y cierra la mesa el catedrático de la Complutense Santos Sanz Villanueva, uno de nuestros mejores especialistas en narrativa contemporánea.
   Cualquier comentario desmerecería de la cantidad y calidad de semejante grupo.  Baste,  sin embargo, decir que constituyó un magnífico broche de oro para cerrar un Congreso extraordinario.  Y que todos era y son amigos entrañables de las gentes que aquí vivimos.


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