sábado, 20 de mayo de 2017

HISTORIAS DE MEDIANOCHE. EL ARCHIVO Y LA MEMORIA

AHORA  QUE  TODAVIA  RECUERDO


La memoria es frágil,  lo sabemos bien.  Y con la edad,  semeja que casi todo se difumina y algunas cosas van perdiendo sus perfiles,  para nuestra desgracia y gozo simultáneos. La condición humana es así.

   Sucede que las neuronas son la única parte del cuerpo humano que piensa y razona.  Pero también son las más vagas y renuentes.  Sabedoras de su poder,  se dan al ´ dolce far niente´´   mientras no reciben estímulos adecuados que las obliguen al movimiento.
   Por eso es muy importante recordar  (vuelta a vivir con mayor advertencia, si con menor intensidad),  no precisamente con añoranza,  sino con unos gramos de nostalgia persuasiva y enriquecedora.
   He ahí la razón y causa de reflexiones como la que estás siguiendo, amable y avisado lector.
   Sucede que la memoria,  lo sabe todo el mundo,  es un impresionante archivo donde queda reflejado y en buen orden todo lo acumulado en la vida.  En tanto que humanos,  somos en cada momento del vivir sólo aquello que archivado quedó en la memoria, para recuerdo, estímulo y gozo futuro,  si así lo sabemos entender.
   Pues bien,  ahora que aún recuerdo, acontece que tengo un Archivo documental notabilísimo,  construído a base de muchos años de trabajo, esfuerzo,  logros y compensaciones de todo tipo.  Es el archivo de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana,  tantos años regentada por mí en esta pequeña universidad de Murcia,  muy cerca del Mar Mediterráneo,  cuna de casi toda la cultura occidental.


    Yo soy la cabeza visible, pero muy poco hubiera crecido el Archivo sin la colaboración de numerosos equipos,  perfectamente capaces,  seleccionados, adiestrados y organizados como la tarea exigía.  Más de doscientas personas, a lo largo de cuarenta años fecundos, trabajando a más y mejor, desde acompañar a grandes escritores en sus viajes a nuestra tierra,  hasta redactar sesudos informes a propósito del arte y la literatura como sustento y razón de tantas cosas.
   Un buen día me convencí de algo evidente:  el trabajo interno universitario debía complementarse con el externo, y dise´ñé una trayectoria posible.  Convencido de algo todavía más signifiativo:  la literatura la sustentan los escritores y había que visitar las fuentes nutricias de la mejor manera posible.  Método sencillo y ancestral.  Yo explicaba un día la poesía de Octavio Paz o la novela de Ernesto Sábato,  y al día siguiente los invitaba para que visitaran las aulas y dijeran lo conveniente y necesario.
   Dicho y hecho.  De tal manera que,  al cabo de los lustros,  todos los grandes (menos uno)  viajaron a estos pagos en repetidas ocasiones y dejaron huella indeleble y feliz de sus pasos.  Quien lo vivió,  lo sabe.  Como en el amor.
   Aquí viajaron ,  y entre nosotros vivieron conviviendo,  más de doscientos escritores.  Entre ellos,  cuatro Premios Nobel y catorce Premios Cervantes,  que propiciaron experiencias,  y consecuencias,  de todo tipo y color,  siempre brillantes y compensadoras.  Por citar un sólo resultado feliz:  en elclaustro de profesores de nuestra Universidad figuran tres Doctores honoris causa,  quien escribiera  "El oro de los tigres",  el autor de "La ciudad y los perros"  y el que redactara  "Sobre héroes y tumbas".
   Pues bien,  todo su legado quedó en nuestro archivo memorial.  Más de doce mil documentos escritos,  audios y visuales.  ¿ Os imagináis todo lo allí depositado,  en el fondo de la memoria individual y colectiva ?  
   Ahora,  pues,  que todavía recuerdo,  aprovecho para contarlo,  sin un gramo de añoranza,  pero sí con cierta dosis de nostalgia mientra escribo estas palabras.
   Os hago partícipes de mi emoción y de todas las ideas que se levantan alentadoras.  Con una invitación: los que vivísteis alguna de aquellas experiencias,  enviadme un escrito con vuestra opinión  o alguna anécdota que consideréis relevante.  Y con gusto quedarán en el Archivo de nuestros gozos y virtudes.

   

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