lunes, 21 de diciembre de 2015

CUENTO DE NAVIDAD

  LAS VIRTUDES HUMANAS ESTÁN, CASI TODAS, RELACIONADAS CON LOS LIBROS. TANTO ES ASÍ QUE, CUANDO EL PRIMER HOMBRE CON VOCACIÓN DE TRANSCENDENCIA APRENDIÓ A PINTAR GARABATOS, ENSEGUIDA ESTABLECIÓ QUE AQUELLO SERÍA UN LIBRO ANDANDO EL TIEMPO Y CON EL DESARROLLO DE LA TECNOLOGÍA PERTINENTE.
  LA VIDA METIDA EN UN LIBRO. UN LIBRO PARA COMPARTIR LA VIDA CON LOS COETÁNEOS Y, SOBRE TODO, LOS QUE VENDRÁN EN EL FUTURO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, DE LOS MILENIOS.
  UN LIBRO ES UNA FRACCIÓN DE VIDA CARGADA DE VIRTUDES POR DESCUBRIR Y PRACTICAR.
  Escribo lo anterior porque todos los días, de buena mañana, viajo al trabajo cinco kilómetros en pequeño automóvil escuchando la radio a ser posible. Lo hago así porque vivimos fuera de la ciudad los últimos quince años de nuestra ya dilatada vida. La idea fue de mi mujer, catedrática de Física y Química, muchos años explicando también matemáticas y tres lustros dirigiendo un centro docente a satisfacción de casi todo la comunidad escolar. Gran lectora por otra parte, intelectual en gran medida, si que muy madraza y ama de casa en el mejor sentido de la expresión.
  Durante muchos años suspiró por una casa comme il faut. Pero, generosa y preocupada por los más jóvenes y otras empresas familiares, fue dejando transcurrir los años a la espera de que las finanzas permitieran "su capricho" ancestral de proporcionarse un habitáculo adecuado y no necesario. Ya su padre le solía decir que, si las finanzas le fueran hasta ese punto favorables, lo primero que haría sería comprarle un piso por todo lo alto, a su plena satisfacción.
  Formamos una familia, tenemos tres hijos y cinco nietos, una felicidad difícilmente superable. Mientras los hijos fueron niños y adolescentes, vivimos en el centro de la ciudad, vivienda pequeña, compartida por los cinco de la familia, la chica que trabajó con nosotros durante cuarenta años y un perro, pastor alemán, ganador de todos los concursos posibles y educado en extremo.
  Así las cosas, un buen día los hijos se independizaron, las finanzas se tornaron favorables y habíamos alcanzado el medio siglo de fructífera vida. Aproveché la ocasión para decir que que había llegado el momento, que proyectara la casa de sus deseos y adelante con el proyecto y la realidad. La pensó y desarrolló justo a su medida. Hasta tal punto, que en nada participé. Siempre que me consultaba algo (mujer a la postre, aunque muy leída e independiente) obtenía idéntica respuesta: "Hazlo como te guste". Así sucedió y, en confianza, debo decir que algunas cosas no salieron a mi entera satisfacción, pequeños detalles. Cuando la inauguramos, la vivienda era su sueño y proyección, hasta el más pequeño detalle, incluída la ubicación, cerca pero fuera de la ciudad. De ahí mis viajes diarios.
  tras este exordio, vuelvo a la radio. esta mañana escuchaba la presentación de un libro en charla con el autor. Más de novecientas páginas en torno a la vida, obra y milagros de Rainer María Rilke, poeta de mi devoción al que me encantaba explicar cuando los programas escorares así lo permitían, dentro de la literatura universal como marco fecundo en el que instalar la española.
  No llego a enfadar ya, porque la edad me va proveyendo de madurez y templanza comprensiva creciente, pero aún me producen aspereza espiritual estos acontecimientos. ¿Cuánto tiempo necesitará un lector medio para leer el libro en cuestión y aprender, por ejemplo, que a Rilke le gustaba pasear por los riscos y entusiasmarse con el balcón de Ronda sobre el vacío?  ¿Y no sería mejor que ese tiempo lo dedicara a leer los hermosos textos de Rilke, alemán o cualquier buena traducción, en lugar de perder el tiempo con aproximaciones mediatizadoras? He ahí un gran problema de la literatura y la crítica en estos tiempos, en los que casi todo el mundo consume prólogos y excentricidades eruditas, y casi nadie ha sido enseñado a leer con entusiasmo y pasión a los grandes que nos hacen grandes leyéndolos como corresponde).
  Por eso he titulado así. "Cuento de Navidad", en recuerdo y homenaje al gran libro de Dickens, tan emocionante, tan solidario, tan bien escrito. Recomiendo su lectura en estas fechas de dolos ajeno, tristeza compartida y, finalmente, alegría profunda por lo que significa la Vida naciendo, así como la premonición positiva de lo que nos habrá de llagar con el tiempo humano impregnado de lo divino. y ya que me pongo, no me restrinjo a un sólo libro. Añado otros dos, "La pequeña Dorrit" y "Grandes esperanzas". Dickens no defrauda nunca, mucho menos en estas fechas de villancicos y mazapán, también.

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