martes, 25 de agosto de 2020

R E M E M B R A N Z A S ( 2 )

 UN  VERANO  ENTREPINARES ,  EN  SORIA ,  DURUELO



   Me llama un amigo soriano y recordamos .  Mi padre y su escuelita rural ,  mi madre y sus alumnas de bordados ,  nuestra niñez montaraz y libre , mi marcha para comenzar el bachillerato ,  el primer amor de tirabuzones rubios ,  la despedida problemática ... y mi nombramiento como Hijo Adoptivo del pueblo .  Me niego a la añoranza y cedo un poco a la nostalgia .

   Salí del pueblo siendo un chico montaraz ,  cetrino y musculoso por el hacha ,  la montaña ,  la pelota vasca ,  las majadas ,  la caza de lobos y javalíes acompañando a los pastores ,  y algunas cosas más ,  propias de la vida campestre .

   Regresé quince años después ,  como el Conde de Montecristo ,  con la piel blanca ,  las manos finas ,  el cerebro en plenitud ,  las emociones crecidas ,  y siendo ya Catedrático de Instituto y  Doctor en Filología Románica .  Lo que debio impresionar bastante ,  porque los mayores del lugar comenzaron a hablarme de usted ,  así como algunos compañeros de escuela ,  ahora especialistas en  matarrasas y entresacas de pinos .

   Me puse a su completa disposición ,  colaborando en todo lo que les parecía bien .  Recuperé mis amigos ,  mis montañas...aunque no el primer amor ,  que había perdido los tirabuzones y se había convertido en feliz madre de familia .

   Desde entonces ,  y como no podía ser menos ,  volvía todos los veranos .  Entre otras cosas ,  para olvidar libros ,  aulas ,  exámenes ... Y para que mis hijos fueran viviendo estimulantes aventuras cmpensadoras de la ciudad ,  el asfalto y el autobús del colegio .

   Pero ahora recuerdo un verano muy particular , aquel en que me nombraron Hijo Adoptivo ,  que siempre he considerado como uno de los más importantes títulos que me han sido concedidos .

Acepté la propuesta ,  bien es verdad ,  por mis padres y su impronta en el pueblo du rante cinco fecundos y felices años .  Y así lo hice constar en el discurso de recepción . 

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