viernes, 15 de enero de 2016

Escuela de escritores

  Nunca se supo que un solo escritor haya salido de una escuela. En todas las bellas artes, las escuelas y talleres pueden, y deben, proporcionar los elementos técnicos necesarios para saber cómo se hace una obra de arte, no importa si del tiempo o del espacio, es decir, ilustran del nivel artesano sin mayores pretensiones. Y eso está muy bien, es necesario y contribuye a que los artistas potenciales encuentren un camino adecuado. 
  El fútbol esta de moda, como siempre, cuestión de masas que deben sublimar en los campos las frustraciones y carencias de vidas mediocres con escasos horizontes de grandeza, amén de aspiraciones a la riqueza, como facilmente puede comprobarse en los padres de niños a los que se entrena para que los haga ricos, sin importar los destrozos psicológicos infligidos a millares de infantitos que, con desagrado y violencia por parte de progenitores, no alcanzaron los olimpos de la perfección. 
  Pues bien, un amigo me planteaba la cuestión maniquea: Messi o Ronaldo. Cuando mi resistencia dialéctica se tambaleaba, sentencié: Ronaldo es un técnico eficaz, Messi es un artista. Ignoro si asistieron a escuelas o no, pero lo cierto es que dominan la técnica .  Y mientras uno la ejercita como atleta consumado al que ya van pesando los años, el otro continúa maravillando con su arte y aún le queda futuro, pues que su deslumbramiento tiene raíces más profundas y diversas.
  Esa es la cuestión. Llevo muchos años criticando la proliferación de talleres, escuelas, conjuntos de literatura. En tales cenáculos no se enseña, no puede enseñarse a escribir más allá de la corrección, un estadio anterior al arte. Esto habría que distinguirlo bien entre otras cosas, para que los premios literarios no recibieran centenares de textos (en prosa y en verso, aunque mucho menos en prosa) que no pasarían la barrera de un estudiante medio de bachiller. Miles de niños engañados porque les hacen creer que llegarán a escritores, poetas sobre todo. Miles de viejos igualmente engañados por idéntica creencia. Y cientos de talleres beneficiándose crematísticamente de la situación, algunos con pingües beneficios, gracias a la multiplicación laica de los panes y los peces que significa internet. No es justo que así suceda. Entre otras razones, porque gran parte de los "profesores de literatos" no alcanzan con su escritura los niveles mínimos exigidos, ni con sus lecturas y ejemplos tampoco.
  Una moraleja pertinente. Es cierto que cuantos más niños practiquen el deporte, más posibilidades hay de que aparezcan los pocos con talento para la perfección. Y cuantos más jóvenes aprendan  escribir, mayores posibilidades hay de que aparezcan los "pocos sabios que en el mundo han sido, son y serán" (Fray Luis completado). Volveremos sobre el asunto, que esto no ha hecho más que empezar, pues que al saber hablar y escribir en primer nivel, muchos suelen creer que basta un lápiz y unos folios para escribir un cuento, incluso un "soneto corto". Los niveles están muy bajos, vaticinados por Machado el grande poeta: "!Qué difícil es, cuando todo baja, no bajar también!"
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