miércoles, 14 de enero de 2015

Esta pequeña eternidad



   Es el feliz título de un libro - sínetesis del excelente poeta Rafael Guillén, al que no tengo el gusto de conocer personalmente, pero al que sí conozco de muchos años por razones profesionales: yo, profesor de literatura; él, poeta con merecimiento de lectura y explicación.
    Hace unos días, una buena amiga granadina me felicitaba la Navidad acompañando un ejemplar del citado libro, que Rafael Guillen ha tenido la gentileza de dedicarme "con amistad y afecto". En justa y pequeña correspondencia, mañana le remitiré muestra de mi otra escritura, a la que tan aficionados somos los profesores, por múltiples causas que darían bastante trabajo a los psicólogos behavioristas.
    En todo caso, me interesa dejar constancia de los diáfanos versos que pueblan el libro, inteligentemente espigado de su amplia obra. Mi clara recomendación de lectura, con dos avisos de amistad. Uno para los lectores primerizos, que no esperen encontrar poemas de andar por casa, sencillitos y asequibles, breves y algo superficiales como para distraer un rato sin que la lectura deje otra huella que rellenar un tiempo hasta otro. Piensen que aquí van a encontrar todos los grandes temas que afectan al hombre desde que apareció sobre la tierra, por otra parte no más de media docena que alcanzan al vivir, al pensamiento filosófico y a la encarnación definitiva de la palabra que convence y crea.
   El otro aviso es para los muy avezados, conocedores del mundo poético y pertrechados de vasta cultura, en ocasiones multidisciplinar. Que se dejen en el taller las herramientas críticas, analizadoras y exegéticas, pues como dijo el gran poeta y, por lo mismo, excelente crítico inglés, quien hojea estas páginas, estos poemas, toca un hombre. Piensen que el gran tema de ocupación, principio y fín de partida, es nada menos el tiempo y su problemática existencia, en lucha poderosa con la historia, sin que se constituyan ambas realidades en maniqueos opuestos, ni siquiera como aguerridos contrincantes que combaten en el puente de Chimbal, tal que Arimán y Ormuz.
   En este libro van a encontrar la voz de un hombre, de todos los hombres invitados, que a veces brota de las entrañas más profundas y, en ocasiones, de las hondas raíces del cerebro que piensa, medita y propicia el discurso más humano y liberador. En consecuencia y como decían los medievales, ´tolle et lege´.


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