domingo, 20 de septiembre de 2015

Alumnos, profesores, seleccion inteligente

   Ya sin vinculación directa con la enseñanza, ello no obsta para que permanezca mi preocupación por sus vericuetos y entresijos, aun convencido de que predico en el desierto, porque ni padres, ni gobernantes, ni asociaciones varias tienen un interés cierto y generoso en modificar, perfeccionándolo, el sistema.
  Casi todo parte de la ignorancia cazurra, cuando no culpable. Postura generalizada de padres: que no toquen a mi niño, que no presionen con excesivo trabajo, que obtenga buenas calificaciones, que se divierta y lo motiven. y buenas vacaciones.
   Postura de políticos: ellos trabajan desde la mentira, la  ocultación y la inmediatez, con halagos extraños para lograr votos hasta las próximas elecciones. En caso contrario, no serian políticos. También trabajan desde la ignorancia, eso sí, rodeados de "expertos" bien pagados. Nunca les importó una buena educación, porque ciudadanos cultos que piensan, ciudadanos peligrosos para el poder, para todos los poderes.
  ¿Y las asociaciones? En general, más parecen sindicatos reivindicativos de no se sabe qué, con intento añadido de organizar el centro a su medida.
   Y mientras tanto, libros blancos, discursos hueros, parches a lo ya parcheado y, ahora mismo, los emergentes traen su apresurada refor ma enésima. Tampoco muy de fiar, porque se han convertido en partidos políticos. Y donde el prior juega a las cartas ¿qué hará la comunidad, aunque algunos miembros sean neófitos recién llegados con buenas intenciones?
    Debo pedir disculpas: mucho tiempo con estas páginas abandonadas. Muchas cosas han sucedido desde que escribí el párrafo anterior, celosamente guardado para continuar. Y aquí estamos de nuevo, que es lo importante, por si continuáis con el deseo de seguir leyendo. Enlacemos.
   Todo esto es muy conocido y aburre un poco. Vamos a dejarlo para centrarnos en las tres palabras, hoy tan abandonadas.
  Alumnos. Bien, un alumno es un matriculado con deseos de aprender algo, una carrera por ejemplo, que viene a las aulas con capacidad, ansias de aprender y abierto a los profesores, convencido de que el peor siempre podrá enseñarle algo. Debiera mostrarse inquieto, pero no revoltoso; aceptar la doctrina y discutirla desde la razón y el respeto; capaz de aportar algo al conjunto de la clase; convencido de una misión social, puesto que él es un privilegiado frente a miles de desheredados de la fortuna y el saber. En definitiva, buen estudiante. Sin ínfulas de cambiar el mundo desde su propia ignorancia tontamente audaz. Tarea ingrata, pero compensadora.
   Profesores. Palabra comprometida y espinosa. Hay unos que consideran la explicación de su asignatura como el desideratum ideal. Hay otros que, alguna vez, descienden a conversar con los alumnos. Hay los demagogos que, ignorantes incluso de su propia asignatura, pretenden que "vamos a aprender juntos: hagamos un debate sobre las matemáticas, el derecho consuetudinario o las preposiciones", por poner ejemplos "a la paàge" de la modernidad y el cambio.`Pero hay los vocacionales, sacrificados, buenos conocedores del saber que han de transmitir y grabar en los alumnos; que dedican mucho más tiempo que el oficial a la tarea; que siempre están dispuestos a resolver dudas; que incitan al trabajo compartido; que no engañan con actitudes (a veces también aptitudes) inentendibles y egoístas; que fueron bien seleccionados, con exigencia necesaria, donde quedaran bien contrastadas las virtudes físicas, intelectuales y morales del candidato. Que para esta tarea, cuasi misional, muchísimos son los hetero y autopostulados, y muy pocos debieran ser los elegidos.
  Selección inteligente. Vaya sintagma. Los selecciondores, primero, tienen que ser inteligentes: virtud demasiada escasa, sobre todo en los despachos oficiales, donde suelen ejercer "funcionarios" (en el peor sentido de la palabra) al servicio de sus jefes  (políticos coyunturales y efímeros) que deciden. Si la inteligencia escasea, la selección siempre será mala. Y así nos luce la cabellera undosa. y así cotinúa brotando el pelillo de la dehesa.
  Pese a todo, estimo que si hay alumnos adecuados y profesores idóneos, todo lo demás estará resuelto por añadidura evangélica. tengo gran confianza en ello, pese a mi edad ya en franca despedida. Parafraseo a Garcilaso: "No me podrán quitar el comprometido / sentir, si ya del todo / primero no me quitan el sentido".  Y añado el poema de Brecht "Hay hombres que luchan un día...".
  Me preguntaréis qué tiene que ver todo esto con los libros y la virtud. Meditadlo un poco y veréis que tiene todo el sentido del mundo, ciertamente.

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