viernes, 24 de agosto de 2018

HABLAMOS AL ATARDECER

VIAJE  DE  NOVIOS ,  INICIÁTICO  Y  POLAR


  Habíamos alcanzado cierto grado de madurez .  Los dos ya profesores de Instituto ,  30  y  28  años ,  así que decidimos casarnos ,  a nuesstras espaldas una notable experiencia familiar .  Como sabes y  recuerdas .

   Te ofrecí una parte del viaje por mi otra tierra castellana ,  que desconocías .  Siempre grande y generosa ,  decidiste que constituiría la parte central del viaje .  Y así lo hicimos .  En tren hasta Madrid ,  temperatura regular.  Trasbordo y tren hasta Soria ,  temperatura de pocos grados ,  que comenzó a levantar tus sospechas mediterráneas .
   En la capital alquilamos un Seat 600 que nos permitió movernos con soltura y libertad ,  pese a mis escasas dotes de chofer ,  aunque tú pensaras que era el mejor conductor del mundo ,  lo que demuestra una vez más que el amor idealiza y perfecciona la vida humana ,  siempre para bien .
   Visitamos Zaragoza ,  gran ciudad de gigantes y cabezudos ,  la basílica del Pilar y Francisco de Goya como atractivos centrales .  Hotel en la gran plaza y una cena inolvidable en La Cadiera ,  cabe la chimenea francesa de robustos troncos y llamas reconfortantes .
   A la vuelta ,  te impresionó mucho el Monasterio de Veruela y la presencia de Bécquer ,  cuyos textos de Rimas y Leyendas leímos ante la sorpresa del padre prior .
   Visitamos Logroño ,  excursión discreta ,  donde escuchamos la famosa jota :  " Dos hombres tiene La Rioja , / que la llenan de ilusión ,  Pepe Blanco en el flamento ,/  Barberito en el frontón" .  Uno cantaba con Gloria Lasso (la de "Noche de bodas" , famosísima canción) ,  el otro era campeón mundial de las más fuertes competiciones de pelota vasca .
   Visitamos Burgos ,  la eminente capital castellana .  Y otras ciudades de León y Castilla ,  y pueblos pequeños ,  y paisajes sorprendentes desde los páramos mesetarios a los frondosos bosques que pueblan aquella tierra fuerte y bien asentada ,  por la que tanto amor he sentido siempre y por la que tanto amor comenzaste a sentir .  Al extremo de considerarla idónea para los veranos en familia y otras fechas dignas de recordación y visita .
   Pero el centro de todo aquel peregrinar celebrativo estaba en Duruelo de la Sierra ,  de donde siempre guardo los mejores recuerdos  y vivencias .
   Llegamos al atardecer ,  sin avisar a quienes yo conocía y ,  con el tiempo,  acabaron siendo grandes amigos tuyos .  Don Fidel Sandoval y doña Teresa Altelarrea ,  maestros ambos ,  ella discípula de mi madre y él de mi padre .
   Fué una fiesta de tres días .  Recorrimos todos los alrededores ,  Cabeza Alta ,  Castroviejo ,  el valle de Santa Marina ,  Los prados viejos ,  la Laguna Negra y el nacimiento del Duero .
   El denominador común lo constituyó el frío ,  pues que era noviembre y pronto aprendiste el refrán ,  nueve meses de invierno y tres de infierno .  Frío y más frío ,  que a mí me estimulaba y tú padecías casi como una de las siete plagas ,  aunque lo llevabas con buen ánimo de recién casada virtuoso y paciente y sufrida .
   Eso sí ,  el paisaje no podía ser más impresionante .  Pinares inmensos ,  montañas y valles sorprendentes ,  pequeños ríos ,  elevados picos ,  una ciudad natural de rocas encantadas ,  todo lo imaginable .  Y mucho frío .
  Como símbolo y recuerdo ,  la primera noche en el hotel Casablanca ,  orientado al norte ,  al lado del rumoroso Duero y debajo de los Picos de Urbión .  Doce grados bajo cero .  Dormimos sin agobio de calor .  Tú con siete mantas ,  yo con dos .
   Al amanecer te despertaron los gallos ,  inasequibles al frío invernal ,  y los mugidos de vacas y bueyes camino del trabajo .  Ibas de sorpresa en sorpresa .
   Y cuando llegó la hora del desayuno ,  acabaste con todas las reservas del humeante café .
   Después y con buena nevada ,  nos fuimos con los dos amigos a visitar Revenga ,  el recoleto valle entre montañas que conserva un notable cementerio ibérico ,  donde las últimas cigüeñas preparan su viaje camino de Africa .

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