Al fin , pues ya lo ves , todo resuelto . En situación de tranquilidad , decidimos organizar el tiempo sin la obsesión del trabajo casi como única ocupación . Había que alternar lo dulce con lo útil , para el buen equilibrio psicosomático .
Las vacaciones veraniegas las pasaríamos lejos del trabajo, dejando en Murcia todo lo que a él se refiriera . Descanso para todos y recuperación para el curso siguiente .
Aquí vienen los amigos . De manera especial doña Tere y don Fidel , maestros ambos y , durante unos años , ella alcaldesa , de sonado recuerdo en cuanto se refiere a la entresaca y la matarrasa de los pinos , más adelante volveré sobre el asunto .
Nos dejaron una casa suya , que ocupamos Javier y nosotros dos , pues que Lydia y Mari Carmen aún no habían nacido .
Y allá que nos fuimos los tres , unicamente acompañados por un libro tuyo de matemáticas y una carpeta mía para la escritura no profesional , por si teníamos horas libre que no todo fuera holganza .
Te recuerdo un día normal . Desayuno amable . Un poco después yo cogía el coche con el infantito y nos íbamos al pinar , unos tres millones de pinos a nuestra disposición , amén del Duero apenas nacido .
Solíamos aposentarnos en Las Peñitas , id´ílico paisaje con pequeñas casitas de madera , mesas rústicas para las comidas , un recodo cantarín del río y todo césped natural . Yo extendía la manta de cuadros para que Javier se moviera jugando más o menos a gatas .
Tú permanecías en casa organizando . La compra en las diversas tiendas del pueblo , la limpieza del hogar y preparar la comida . Sobre la una te veíamos venir con tu pamela quitasol . Y así hasta la hora de comer .
Tras el repas , tú reposabas un poco de siesta bien merecida , y yo solía ir a la Sociedad con algunos amigos de la niñez , partidas de billar , las noticias en televisión y mucha charla recordatoria y cara al futuro de aquellas tierras todavía por desarrollar .
El resto de la tarde , algunas excursiones : la capital , Castroviejo , Cabeza Alta , Silos , Santa Inés , Burgos...
Allá a las nueve , cena con el niño dormido .
A la sazón y desde muy pronto , inciamos una costumbre que duró todos los años de nuestras vacaciones allá : Tere y Fidel dejaban a sus cinco hijos durmiendo y venían a casa . Largas conversaciones de todo tipo , muy consonantadas pues que los cuatro pertenecíamos a la enseñanza , que por entonces también era educación .
Y llegado que era el día 18 de julio , romería y procesión a los prados de Santa Marina , así como el 25 excursión de cuadrillas a Castroviejo . Pero esto son dos historias que merecen nuevo comentario . Quédese , Carmen , para días venideros .
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