"Rosas de otoño" es el título de una famosa comedia de Benavente . Y "El otoño de las rosas" lo es de un conocido libro poético de Francisco Brines , excelente poeta y buen amigo . Y vienen bien para lo que hoy quiero contarte .
Ayer estuve contemplando tu rosaleda , la que tienes en el jardín delantero de la casa , que todos los días nos acompañaban en el desayuno . Rosos rojas , rosas rosa y rosas amarillas , todas de gran tamaño en primera floración , desde el mes de abril hasta bien entrado el verano . Una hermosura de color y , en parte , de aroma.
Siempre las has cuidado como a la niña de tus ojos , con mimo y dedicación , pues que las flores siempre fueron santos laicos de tu devoción humana , y aprovechabas cualquier ocasión para traer flores a casa con y sin motivo aparente . Y era uno de los regalos que más agradecías .
Pues bien , un año de excesivo calor canicular , las rosas se agostaron antes , a los comienzos del mes de julio . Y así estuvieron hasta finales de agosto , riego y más riego , no hubo manera de prolongar su alegre y discreta vida .
Pero hete aqui que a la bajada del sol , allá por los primeros días de septiembre , comenzaste a notar algunos pequeños rebrotes . "El cambio del clima desorienta a las plantas" , sentenció el jardinero que te trajo y plantó los rosales .
El caso es que comenzaron a florecer las mismas brillantes rosas , aunque de muy pequeño tamaño, casi rosas de pitiminí , enanas o tímidas a la hora de crecer . Te sorprendió , me sorprendió . Y esperamos la respuesta del año siguiente .
Y sucedió el mismo fenómeno .
Hace unos días aparecieron los primeros botonos , las broncíneas pequeñas hojas de los rebrotes . Y justo ayer por la mañana , a la hora del desayuno , me iluminó la sorpresa tan agradable : mínimas rosas rosa, rojas y amarillas me saludaron para hacerme más grato el desayuno , y el pequeño puro que a veces fumo con delectación .
Sé que te gusta saberlo .
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