LA ESCALA DE JACOB , FELIZMENTE CULMINADA
Una breve vuelta atrás , para encontrarnos con el paso del profesor al status de funcionario , al que se accedía por el método único de las oposiciones , la segunda fiesta nacional como alguien avispado las definió .
En efecto , aún estamos en la capital del reino . El profesor recuerda que en el tribunal de aquellas pruebas había un presidente , catedrático sevillano con gracejo , exigente y minucioso , aunque un tanto imprevisible . Y también una vocal , catedrática vasca , mujer firme y con sentido del humor . Citados ambos por lo que sucedió .
La última mañana de las pruebas se dedicaba a la elección de plazas , 55 en total para los casi 2.000 opositores iniciales . El secretario del tribunal había colgado en el tablón la lista con el orden de prelación . Se llamaba uno a uno a los aprobados . Casi al comienzo fué llamado el profesor quien , con calma y sonrisa , eligió Alcantarilla . Respingo del andaluz y sonrisa comprensiva de la vasca , que estaba en el secreto . El presidente interrumpe y llama aparte al profesor . "Pero vamos a ver muchacho , ¿cómo se te ocurre tal desatino? Piensa que tienes plazas en Madrid , Barcelona , Bilbao , Sevilla... buenísimos destinos ¿ dónde esta Alcantarilla ? " . "Verá , profesor , es un agregado de Murcia , a tres kilómetros de la universidad donde doy clase y preparo mi doctorado".
Aclarada la situación , nos fuimos a celebrar la cena de felicitacion a los nuevos profesores fijos , a quienes los mayores deseaban lo mejor para bien de la enseñanza , en general , y la media en particular .
El profesor lo pasó muy bien en el nuevo instituto , incluso alguna vocación de letras despertó en aquellos jóvenes interesados , que todo lo prometían y en gran medida cumplieron .
Al cabo de esos dor cursos , habían ocurrido muchas cosas y casi todas buenas . El profesor terminó su Tesis Doctoral "El tema de la soledad en la poesía romántica española" , que mereció Sobresaliente cum laude y , a la postre , el Premio Extraodinario de todas las tesis presentadas aquel año , no importaba el tema o la Facultad en que se presentaron .
Por aquellas calendas se convocó concurso de traslado entre profesores adjunto de instituto . Salió una plaza en el Alfonso X de la capital y la pidió y se la concedieron , aunque le produjo cierta "aspereza espiritual ajena" , como diría Balmes .
Veréis el método de adjudicación . Al concurso se podían presentar todos los profesores del país y el baremo incorporaba dos capítulos : la antiguedad y otros méritos académicos . La comisión estaba presidida por un catedrático de Universidad , en este caso el profesor don Manuel Alvar , que tiempo después sería Director de la Real Academia de la Lengua y buen amigo del profesor quien , llegados los años de esplendor , lo invitó varias veces a sus Ciclos y Encuentros Literarios . Pues bien , el profesor Alvar , que para nada conocía entonces al profesor , hizo valer el criterio del Doctorado como mérito importante . Y así alcanzó la plaza capitalina , no sin cierta sorpresa , el profesor recién incorporado al escalafón .
Pero unos meses después , recibió una extraña y sorprendente carta procedente de Barcelona , firmada por un colega extrañado y sorprendido . Le decía tener 23 años de antiguedad y no se explicaba cómo una comisión injusta le había negado la plaza , para dársela a un profesor con solo dos años de antiguo .
El joven profesor meditó mucho su carta-respuesta , para no herir sensibilidades . Y pues ya explicaba Literatura Hispanoamericana , volvió a leer con detenimiento dos cartas memorables : "Carta atenagórica" y "Carta respuesta a Sor Filotea de la Cruz" , ambas de Sor Juana Inés , la excelente monja y escritora mexicana . Y a su tenor , respondió con mesura y razonamiento al compañero presuntamente postergado . No recibió contestación , y eso le produjo mayor desasosiego que la anterior carta recriminatoria . También le sirvió de ayuda en su trayectoria vital y profesional , para evitar arrebatos de juventud orgullosa , y desairadas actuaciones extemporáneas .
Siempre se puede aprender algo en este mundo, de sí mismo y de los demás , siempre que se pongan en práctica tres cuestiones esencialmente humanas que todos portamos , amén de algunos elementos adventicios que la vida va ofreciendo .
En primer lugar , que funcione bien el privilegiado cerebro , esa caja extraordinaria poblada por cien mil millones de neuronas . En segundo lugar , un grado suficiente de empatía que nos permite conocernos a través del espejo . Y al cabo , el irreprimible deseo de aprender impreso en el corazón y la voluntad de cada ser humano . Todo bajo el amparo y la orientación de una ética impecable , como reza el conocido adagio romano : "Homo sum , humani nihil a me alienum puto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario