DIEZ AÑOS FELICES Y COMPENSADORES
En verdad que así lo fueron , vividos a plenitud , fecundos , divertidas y de sano disfrute de la Naturaleza , buenos para el cuerpo y para el espíritu .
Una fecunda simbiosis entre las Universidades de Murcia y de Madrid , vía El Escorial , igual que en Murcia las escapadas veraniegas se producían en las cercanas playas del Mediterráneo . Un desideratum pleno , mezclando mar y montaña , y no pocos fueron los alumnos que simultaneaban los eventos , pues que la organización procuraba que no coincidieran las estancias en el mar con las de la sierra .
En los tales cursos convivieron con los esstudiantes más de ochenta magnícos escritores , y otros tantos profesores y críticos , todos especialistas por su fama y , sobre todo , por su bien poblado curriculum atesorado a lo largo de muchos años de estudio y manifestación .
El profesor sabe que podría ir analizando cada una de las semanas , pero también es consciente de que tal explicación , aunque condensada , ocuparía varios de estos capítulos , no por breves menos intensos .
Ello no obstante , sería oportuno destacar dos presencias y dos actuaciones , referidas a Ana María Matute y al portugués José Saramago , Premio Cervantes la una , Premio Camoens y Nobel el otro , como es bien sabido por cuantos frecuentan estos pagos con los libros como marchamo no solamente personal .
Ana María fué la que mas veces visitó El Escorial en estas lides literarias . La quería todo el mundo y todo el mundo la reclamaba , por sus libros y por sus virtudes personales como mujer y como madre , que eso también cuanta en tanto que buenas raíces adventicias de la escritura y la lectura .
Cabe decir que durante aquellos veranos , no pocos estudiantes acudían con su libro "Olvidado rey Gudú" en las manos , y eso a pesar de su grosor y abundantísimas páginas .
Pues bien , de tal modo se sucedieron los acontecimientos que uno de los últimos años , el profesor propuso a la dirección de los Cursos que la señora Matute fuera invitada para la ceromonia de inauguración . Lo aceptaron complacidos y el acto resultó brillante y emotivo hasta extremos dificilmente previstos .
Con Saramago sucedió al revés en el tiempo . Alguien de la organización planteó al profesor la que consideraba remota , si que muy deseada y plausible , posibilidad de que el portugués accediara a clausurar los cursos de aquel verano . Propuesta planteada al protagonista , propuesta aceptada con la naturalidad de lo habitual , cotidiano y amistoso .
El acto resultó impresionante , de distinta forma , pero de similar intensidad y altura alcanzada en el caso de Ana María Matute . Anales que permanecieron como significativos hitos de aquellos veranos culturales y relajados , compensadores en todo caso .
En ambos casos asistieron los ministros del ramo , para compartir yantar y conversación . Un dato más del también reconocimiento , afectuoso y oficial , de las altas instancias políticas encargadas de promover y hacer extensiva la cultura sin adjetivos , en su máximo esplendor y elevadas cotas , como todo el mundo civilizado espera y desea que así suceda .
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