Acabo de ver la conocida película en la que se cita el famoso poema tan ausoniano y primaveral . A lo largo de muchos años , tú y yo tuvimos quizá demasiado esplendor y demasiada gloria en el sentido vital que el poema descubre . Ëramos así y así estábamos hechos . Intensa tu , intenso yo , la coincidencia en pareja probablemente fué un pequeño milagro de la naturaleza que no es fácil de lograr y coincidir .
Los años pasaban y , de manera suave y condescendiente , la gloria fué cristaliando en otros modos igualmente satisfactorios , si que con distinta orientación y fuerza . Todo según la edad .
El poema te lo leí cuando rondábamos la veintena . Y la película la vimos frisando los treinta años . Todo muy adecuado y pertinente .
Mientras ayer la visionaba , un cúmulo de sensaciones me saalió al paso . Por una parte , nuestro nivel pasional de aquellos años , pese a ser tú el clásico producto de la chica educada en monjas , y yo haber permanecido varios años con los jesuítas .
Pero la naturaleza es imparable , como un torrente que se despecña en cataratas desbocadas para que se produzca el equilibrio psicosomático y la vida pueda continuar como corresponde y es necesario .
Cualquier momento era bueno , los buscados y los impromptus que al paso salían . Esplendor y gloria , ciertamente . Repetidamente me preguntabas cómo era posible semejante identificación al extremo manifestada sin la menor inhibición . Mi respuesta , indefectiblemente , despertaba en tí una sonria cómplice un tanto pícara .
Ayer también se produjeron las emociones y alteraciones moduladas del presente , los últimos años vividos , yo con la distancia de la senectud , tú bastante cercana , que siempre fuiste activa y muy vital .
Excelente mezcla y actividad complementaria que nuca podr´e agradecerte bastante , desde la ealidad física hasta las profundas emociones y serenidad cariñosa que los años nos fueron deparando .
Cierto , Carmen , fuiste y eres mi esplendor y mi gloria .
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