lunes, 16 de mayo de 2016

Viejos proyectos, palabras vacías, poca lectura


   Estaba dispuesto a la catilinaria, pero advierto que sería perder el tiempo un poco.  Y

pese a todo,  me lanzo: si los políticos leyeran más, un mínimo exigible a cualquier persona discretamente culta, otro gallo nos cantaría.  Pero hay que descender a la tierra y pisarla sin eufemismos: si los políticos hubieran leído más, no habrían terminado siendo políticos en la mayoría de los casos.  Ellos se saben charlatanes, mentirosos, prometedores de lo que nunca pensaron cumplir, cínicos hasta extremos de dureza insufrible.
  No hay más que verlos y oírlos ahora que el país está al borde de muchas fronteras no precisamente amables. Todos dicen que ellos tienen la varita mágica para el cambio benefactor, que confiemos en ellos, que tanto nos han mentido y defraudado.  Y todos están preocupados de ellos mismos, unicamente, para obtener la prebenda de turno y continuar tan ricamente. Pero ellos no son culpables del todo, pues que han descubierto que el conjunto de votantes demuestra ser tonto o mal intencionado, cuando no alardeando de que son los nuestros y por eso los votamos, antes de que lleguen otros y nos arrebaten la poltrona de la vagancia, la charlatanería y el desprecio. Algún día descubrirán que Lope se manifestaba irónico y demoledor: "El vulgo es necio.  Y pues lo paga es justo, / hablarle en necio para darle gusto". Entre necios, bobos y aprovechados anda el juego. El día en que se decidan a leer un buen libro (no la bazofia millonaria que a diario se les ofrece), algo cambiará para bien de todos.
  Escribo todo esto porque acabo de encontrar un documento de archivo, revelador. Fechado en el mes de mayo de 1993, al pòco de cambiar la Presidencia de la Región de Murcia, coincidente con la terminación de los trabajos y los días del V Centenario del Descubrimiento de América. Yo vicepresidía la Comisión correspondiente y muchas cosas hicimos, persiguiendo la letra escrita siempre que fue posible, porque las palabras habladas vuelan y desaparecen.
  Me escribe la nueva Presidenta y me agradece la felicitación, añadiendo el siguiente párrafo: "En cuanto al interés que manifiestas por plantearme la situación del Instituto de Estudios Iberoamericanos, te comunico que en cuanto mi agenda me lo permita, te recibiré, con mucho gusto".
  El tal Instituto lo habíamos planteado, y acordado su creación, justo en las postrimerías del Centenario, como consecuencia natural de los muchos trabajos, para que continuara la relación con los países hermanos de América. La base y cimientos vendrían constituídos por el notable capítulo documental acumulado en los últimos años, que incluían varias colecciones de libros y Premios  Literarios e Históricos en marcha.
   Veintitrés años han pasado, no inutilmente, desde entonces. Terminó su presidencia la señora firmante de la epístola, vinieron otros presidentes, discurrieron abundantes aguas bajo los puentes del Segura. Y del Instituto nunca más se supo. Amén.
  repito.  Aquí hace falta más lectura, que los libros no hacen daño excesivo. Dicho en latín queda mejor: "Tolle et lege".

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