(masculinos, "Cardenal Belluga" y "Ruiz de Alda", nombres indicativos de la situación; femeninos "Monjas Carmelitas" y "Monjas de Jesús María", no menos significativos) algo intentaban, si que con escaso eco y éxito más alla del constreñido SEU.
En ese contexto, que dirían los cursis de ahora mismo, un buen día el futuro profesor recibió una sorprendente invitación: participar en una Mesa Redonda sobre la Universidad, presidida por el Catedrático de Filosofía del Derecho, doctor Mariano Hurtado. Se realizaría en al Colegio de las Carmelitas y se le invitaba por ser estudiante brillante, bien preparado y discreto, según decían sus maestros y las calificaciones de los académicos cursos.
Aceptó complacido, sin sospechar que su intervención levantaría polémica y alguna bastante airada manifestación del público asistente, por otra parte universitarios todos, unos cuantos profesores y muchos estudiantes. Aquello resultaría premonitorio y un cierto estigma para el estudiante, motejado de "político" a partir de entonces, en el sentido no precisamente amable que el calificativo comportaba entonces, prolongado en cierta medida hasta nuestros días. No hay que olvidar la frase del prócer: "Haga como yo, no se meta en política".
Pues bien, allí comenzó a gestarse todo, el magno Archivo que llena estantes y cajas. Expliqué mi ponencia sobre la siguiente tesis: el estudiante es un trabajador más del Estado (ahora le llamaríamos funcionario), por lo que debe percibir un salario en función de resultados y calidad. !Hic Troia fuit!... Muchas propuestas. Hasta que llegó la de un Catedrático airado, cuyo nombre dejo en la penumbra: "¿Salario al estudiante, encima de que es un privilegiado poco trabajador, en general?". No haré ningún comentario ahora.
El caso es que aquello se recogió en un humilde programa y algunas notas a ciclostil, que conservo. Repìto, allí comenzó la historia de doce mil amplios documentos archivados. Buen prolegómeno, sin duda, que auguraba los muchos y buenos cambios sobrevenidos con los años, hasta descubrir la democracia y vivir estos tiempos, pese a todo, mejores que los pasados.
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