!Cómo te reías , Carmen , en tus conversaciones con Ernesto , que también tenía gran sentido del humor , a propósito de sus presuntos caprichos infantiles y temores por su propia salud !
En principio , la ceremonia era como siempre , toda en latín . Y aquí vino una de las primeras observaciones precisas : "Pero es que yo no sé latín . No podeos hacer la investidura". Le aclaraste que todo estaba previsto y sería sencillo . Aún así , camino del aula te insistió en su temor al ridículo , era tremendo .
Luego vino el capítulo del humo . Una profesora de Madrid nos dijo que , al no gustarle el avión , viajaría en tren , pero no podría hacerlo por el humo de los fumadores . Nos paecío sencilla la solución : viajaría en vagón de NO fumadores , como así lo hizo .
Sin duda , la anécdota más emocionante fue la protagonizada por un señor de Sevilla . Primero nos consultó si el señor Sábato viajaría también a Sevilla o cualquier otra ciudad cercano . Le dijimos que lo haría en exclusiva a Murcia . Y ya no insistió .
Pero el día de la ceremonia apareció alguien en carrito de ruedas . Se le dispuso la ubicación adecuada . Y en las conversaciones con los ayudantes , les confesó que por nada del mundo se perdería ver al escritor y saludarlo en persona , pues había leído con fruición todos sus libros con admiración creciente .
Pues bien , al terminar el acto se acercó a mí para rogarme , muy educadamente , si le podría presentar a Sábato , traía uno de sus libros para posible dedicatoria .
Así lo hice , hablamos unos minutos y los dejé conversando mientras le escribía una emotiva y agradecida dedicatoria .
Descubrimos entonces que se trataba de quien había llamado desde Sevilla , desde lo habían traído para no perderse la ocasión . Extraordinario .
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