Siguiendo la tradición de tantos años ( primero solos , después con los hijos y ahora con los nietos ) ayer realizamos el ritual de costumbre . Fuimos a la confitería de los amigos para el cargamento de dulces navideños , española costumbre donde las haya y que se conserva pese a todas las "moderuras" extranjeras y bastante ajenas que nos invaden .
Llegamos a la confitería . Como un rayo se colocaron los cuatro delante de la gran vitrina , casi con la nariz pegada al cristal , como en los cuentos de Dickens .
Esta vez no estabas tú , pero como si estuvieras . Todo el tiempo recordando lo que te gustaba , lo que les recomendabas , etc . En tales ocasiones , yo siempre he sido un acompañante portador de paquetes .
Sabido es que los niños y los dulces son una y la misma cosa , tal que diría Parménides . Todo les apetece y , por ellos , se llevarían la tienda entera .
Así que no les puse coto , eligieron cuanto le vino en gana y cada cual salió con un abultado paquete , que sin duda va a durar bien entrado el año nuevo .
Me interesa destacar dos de los más famosos y vendidos en esta tierra . Por un lado , los cordiales , pequeñas semiesferas de masa a base de almendra y rellenas de cabello de ángel . Comentario de Alejandro el atleta : "Estos son los que más le gustaban a la abuela , ¿verdad?" .
Por otro , los nevaditos , especie de mantecado recubiero de azúcar glas por toda la superficie , un poco empalagosos , pero gratos al paladar .
Nos fuimos contentos como perinolas . Esta Navidad los comeremos en tu nombre y a tu salud .
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