TRANSPASANDO PIRINEOS, DE POITIERS A LA SORBONA
Reconozco haber sido afrancesado cultural toda mi vida , desde lo lejanos años de bachillerato , en los que tuve un magníco profesor galo que me hizo leer todo lo habido y por haber escrito en la lengua de Montaigne o de Moliere o de Victor Hugo o de Balzac y Flaubert y Proust .
Por eso no es de extrañar que mis primeras salidas al exterior precisamente lo fueran al país de los irreductibles galos , la Ciudad de la Luz o las extensas llanuras de Las Landas .
Los viajes los hacía en automóvil , dada mi renuencia a viajar en avión y , sobre todo , por admirar los paisajes naturales y las ciudades y pequeños pueblos que iba encontrando a mi paso . Una forma estupenda para ir enamorándome de la tierras y las personas que a mi paso encontraba , que una cosa es viajar y otra mucho más limitada desplazarse con prisas por las diversas geografías .
La primera vez sucedió directamente a París , invitado por el Liceo donde trabajaba uno de mis antiguos alumnos , para hablarles de los más significativos escritores españoles , una panorámica suficiente para conocer y despertar lecturas que merecieran la pena .
Les hablé de nuestro "Mío Cid" , tan cercano a su "Chanson de Roland" , de Cervantes y el Quijote , que tanto influeron en su propia literatura , del teatro español del siglo de oro , que alguna repercusión tuvo en su teatro clásico , de Galdós , de Machado , de los escritores "afrancesados" del neoclasicismo , y de algunos otros que pudieran interesarles . El amplio coloquio resultó interesante , sobre todo por las peculiares preguntas , que sin duda propiciaron adecuadas respuestas para el interés de los numerosos asistentes .
Visitamos lo fundamental de la ciudad , con la torre Eiffel vista desde el Trocadero al atardecer , paseamos por los Campos Elíseos , etc . Y oímos misa en Notre Dame , donde aproveché para recordarles la novela de Victor Hugo .
Primera visita presque inciática , prenuncio y augurio de las muchas que seguirían , año tras año , ya con un plan perfectamente diseñado con vistas , sobre todo , a sus estudios de Capés , su licenciatura en filología española y la redacción de algunos trabajos de investigación de diversos estudiantes especialmente interesados por lo español y su literatura .
Luego vinieron los pequeños cafetines , los pequeños restaurantes familiares , las reuniones de amigos que allí trabajaban . Y dos excursiones en el París nocturno , gracias a mi cuñado Raimundo que trabajaba en la Embajada nuestra en París : absoluto y deslumbrante descubrimiento de cosas que conocía por los libros y explicaciones varias , incluída la Place Pigalle y el moulin rouge , tan literaturizado ; incluídas las riberas del Sena con sus tenderetes variados y de libros antiguos ; incluído el barrio latino y Montmartre , de tanta resonancia humana y cultural .
Carmen quedó impactada por la ciudad , yo también . Y prometimos volver siempre que fuera posible . Y cumplimos el propósito , porque sabido es que las promesas , como las tentaciones wildeanas , son para cumplirlas y caer en ellas sin remedio .
Volveremos al asunto , que dá mucho de sí , ciertamente .
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