SALGO CON CLARIDAD DE LA ENCRUCIJADA
Tiempo de meditación , conversaciones amables , consejos paterno-maternos , balance de posibilidades , y el pensamiento conformador como "el rayo de un camino en la montaña " , que diría el inefable Machado .
Lo tenía todo claro y clasificado . Primero hablé con mi futuro maestro Baquero . Me lo explicó bien : Ayudante y en disposición de sustituir a los profesores pertinentes . Me quedaba en la Universidad , en principio sine die . Conversación con el Decano y con el Rector , que me recibieron con los brazos abiertos , cara al futuro .
Segundo , conversación con el hermano Aurelio y el Provincial de los Maristas . Profesor de Literatura , Filosofía y Latín , sobre todo con vistas al bachillera superior , cursos sexto y preuniversitario . Horario por la tarde , lo que me permitía la mañana libre para la universidad y mis otras tareas coyunturales .
De modo que , diversiones aparte , mi vida académica quedaba del siguiente modo : las mañanas en la universidad , media tarde en el colegio , y el resto de horario a mi arbitrio .
Comencé el doctorado , que me llevó dos años consultando libros de la Biblioteca Nacional , algunos sin abrir casi cien años , lo que me produjo afección de la pituitaria , que me duraría tres años más .
Me ví envuelto en sustituciones inmediatas . Por razones de ausencia profesional , el profesor Muñoz Cortes me hizo sustituirlo para explicar Dialectología , quinto curso , a los que habían sido mis compañeros el año anterior . Ya os imagináis la situación .
Al poco , el profesor Baquero también me dejó sus clases de Literatura , pues presidía en Madrid un tribunal de Cátedras de Instituto , que realizaba el profesor Juan Estremera , por lo que tuve que hacerme cargo de la Literatura Hispanoamericana .
Buen comienzo , torbellino y ciclón unidos . Pero me vino bien para entender en qué consistía la enseñanza superior en aquellos años , si no convulsos , sí ajetreados .
Mi segunda casa era el Seminario de Filología Románica , bien acompañado por otros dos ayudantes veteranos , Mariblanca Lozano y Sabino Belzunegui , con los que me llevaba muy bien y de los que mucho aprendí , sobre todo de Mariblanca , pues que Sabino era vasco y ático .
Algunas anécdotas curiosas y peregrinas .
Un día el profesor Baquero me llama a su despacho . Nervioso y azorado me dice : "Victorino , esto hay que evitarlo , o cuando menos moderarlo . He notado que cinco alumnas , nada feas por cierto , se sienta en la larga mesa del Departamente , frente a sus apuntes , pero en el mismo lado de la mesa y frente a la suya pequeña , hasta que llega la hora de cierre . ¿No le parece extraño? Yo creo que poco estudian en esas horas". Empecé a comprender que su Weltanchaaung no coincidía con la de los jóvenes triunfantes . Hablé con ellas : "Desde mañana os sentáis al azar , tanto de frente cuanto de espaldas" . El profesor Baquero quedó tranquilo en adelante .
Otro día me cruzo con el Decano en un pasillo . "Vamos a ver , Polo , ¿cómo viene usted sin corbata?". "Es que hoy no tengo clase". "No importa , el profesor siempre debe andar por aquí perfectamente uniformado" . Mi madre me compró cinco corbatas .
Y la más enjundiosa , también un tanto agridulce al principio . El profesor Estremera me dió clase de Literatura Hispanoamericana en quinto curso . Sucedió algo extraño y desagradable y decidí no asistir a clase durante el tercer trimestre . Me llamaron al orden en todos los tonos , pero no cedí . Debieron quitarme la condición de alumno oficial según la legislación vigente , pero los buenos oficios del Decano propiciaron un examen final escrito . Así lo hice y obtuve el único APROBADO de mi especialidad . No protesté porque la culpa era mía , me gané a pulso el correctivo .
Un año después , el profesor Estremera debió ausentarse un tiempo . Y fué él precisamente quien solicitó que fuera yo quien lo sustituyera , que lo cortés no quita lo valiente . Y así comenzó mi aventura con la Literatura Hispanoamericana , que se prolongaría hasta mi dilatada jubilación .
Debo decir que , con el tiempo , llegamos a ser buenos amigos . Y cuando empecé a traer a los escritores y organizar encuentros , el profesor Estremera era uno de los preferentes invitados . Incluso su hija Fuensanta , excelente alumna , ingresó en mi equipo de trabajo con toda naturalidad y buenos resultados , pues cuando la inteligencia predomina y no existen ruindades pacatas , la vida resulta hermosa y agradable .
No hay comentarios:
Publicar un comentario