El viejo profesor ahora recuerda , porque así se lo han contado en más de una ocasión , que lo nacieron en una pequeña población de Castilla la Nueva , de cuyo nombre sí quiere acordarse, donde transcurrieron plácidos sus primeros años de infancia . Le llaman Fuenteálamo , nombre poético con reverberaciones de Naturaleza cuasi virgen , sin duda porque alguien instaló una pequeña fuente de agua fresca venida de la próxima y pequeña montaña . Y otro alguien , más imaginativo , dió en plantar un álamo , por mor del reconocimiento lontano y la sombra amiga que un día pudiere ofrecer .
De su pueblo natal apenas podía recordar nada , pues que salió de allí con unos meses , camino de tierras más altas y más altas montañas , que contribuyeron a conformar su fuerte temperamento en carácte r aprueba de resistencias numantinas , nunca mejor dicho , como apreciará quien siguiere leyendo estos textos bastante propedéuticos .
Hasta los diez años cumplidos , algunas anécdotas que pudieren aportar cierta luz de orientación .
La pelota de gomaespuma que le robó un compañero de clase a los cinco años , lo que le produjo un contradictorio sentimiento entre la amistad frustrada y el desprecio a la torpeza rural de algunos otros que prferían la rapiña infantil y otras hazañas de semejante jaez , a la lectura de algunos libros apropidos a su edad , amén de frecuentar la escuela con regularidad . Con los años , el ya catedrático de instituto regresó al pueblo , reonoció al ladrón de pelotas , reconvertido en labrador por cuenta ajena , y tuvieron una larga conversación reveladora , de manera que acabaron siendo buenos amigos en la madurez .
El maestro enfadado y acusador . Toda la enseñanza primaria la cursó con su padre , profesional excelente que estuvo un curso académico destinado en Lastras del Pozo , Segovia , por lo que el niño asistió en Albatana , Albacete , a la única escuela existente .
El maestro no debía ser gran cosa , porque suscitó un episodio de infeliz recordación : le acusó de robar un lápiz de color a otro niño y ! válgame dios la que se montó ! , pues no contaba con la madre del niño , híbrido entre Santa Teresa , mujer espartana y madraza donde las haya . Así que , con decisión , y sabedora del "error docente" , cogíó al niño ( que había sido enviado a casa por depredador de lápices ) y se presentó en la escuela . Pidió al maestro más explicaciones a tono con su exquisita educación . Y la conversación mediada , la buena madre miró los bajos del pupitre en que se cometió el presunto hurto , y allí estaba bastante oculto el cuerpo del delito , el nunca bien nombrado lápiz . Se ruborizó el maestro , pidió perdón y la buena madre aprovechó para un sermón entre la ética y el humanismo . Y el infantitito permaneció en la escuela el resto del curso .
Pero es de saber que la buena y decidida madre se preocupo en aquellos meses , ausencia del padre ya indicada , de la perfección lectora y escritora del muchachito . Y a fé que no lo hizo nada mal .
Y así transcurría la feliz niñez del futuro profesor , con el tiempo dividido entre la casona familiar de los abuelos maternos , la escuela con sus horarios cumplidos , y el ancho tiempo en plena naturaleza montaraz , tan necesaria para que la infancia se produzca con gozo y anticipe con aagrado , y cierto grado de sacrificio pertinente , la juventud y la madurez en pleno equilibrio deseable .
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