NUESTRO CAMINO A ELDORADO
Llegó el mes de septiembre y , con él , las primeras lluvias torrenciales , truenos y relámpagos de montaña incluídos . Para la familia del profesor , el mes de septiembre tiene una importancia notable . El día 14 de un reconocido año de gracia nació en un lugar de La Manchael segundo hermano , Bernardo , que mejoró notablemente la entidad humana del mayor con el que , no obstante , se fue mostrando como catecúmeno al principio , como un mejorado alter ego segun iban pasando los años , de manera que su mutua identificación siempre los ha revelado más gemelos de los que en realidad biológica lo son .
Por otra parte , este mes de septiembre abandonaban las dos aldeas precedentes ; Montaves , naturaleza en plenitud sin el menor atisbo de ciudad ; Chavaler , como símbolo y representación de una historia milenaria que terminó en tragedia de fuego y destrucción , con todo lo que ello supone ; y cuatro años despues de lo que aquí se narra , otro prometedor mes de septiembre , el futuro profesor abandonaba las tierras castellanos viejas , para comenzar los estudios de bachillerato en rica población de Castilla la Nueva , luego denominada La Mancha .
Pero regresemos al hilo conductor de la narración itinerante que , por ser fundamental en el devenir de aquella historia ejemplar , será necesario extender a más de un capítulo , para mejor y más cabal entender de lo que quiere decirse .
Todavía la tarde no estaba cayendo , (Machado dixit) , cuando escuchamos el renqueante motor de un pequeño camión a la puerta de casa . Entre el conductor , hombre fornido y amable , y dos vecinos amigos del sñor maestro , cargaron los pocos muebles y las no excesivas pertenencias de la familia .
En la cabina cupieron todos , incluída la pequeña de ocho meses con un lacito rojo en la incipiente melenita , en brazos de la madre , amén del alborozo inquieto de los dos hermanos enfrascados de pleno en la aventura .
Llegados que fueron al cruce de Abejar , el conductor señor Casas detuvo el camión e invitó al señor maestro a un café , quizá carajillo , en la pequeña venta , invitación declinada por la razón que ahora se verá .
Resulta que el señor maestro (insisto en lo señor porque así es como llamaba todo el mundo a los maestros , tiempos respetuosos aquellos ) había tomado posesión de su nueva escuela por la mañana , con un florido ágape en el Ayuntamiento , bien proveído de dulces , canapés y algunas bebidas para la ocasión . Y bien , el buen padre guardó parte de los dulces y una hermosa hogaza de pan blanco , que la señora alcaldesa envolvió en mantel a cuadros . " Para que merienden los niños en el viaje " , dijo con amor de madre .
Cuando el señor maestro abrió el mantel , los ojos de los asombrados niños no daban crédito a lo que allí se les ofrecía . Comieron golosos y alcabo del banquete improvisado , el futuro profesor preguntó investigando con interés : " ¿ De verdad , papá , que en el pueblo hay pan blanco todo el que quieras ? " . " Cierto , y podreis comer todo el que queráis en el desayuno , la comida , la merienda y la cena , amén de estas pastitas de coco y pastelitos los domingos y fiestas de guardar . Hay dos panaderías bien pobladas , la del tío Constancio y la de la tía Rebeca " .
Con el tiempo , los dos niños verificaron la profecía . Y alimentaban bien su cuerpo en crecimiento , igual que alimentaban su espíritu , todo vivido con inquietud de saber y mucho amor en las vivencias que preparaban ad hoc el ya muy agradable camino .
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