lunes, 9 de marzo de 2015

Sorpresas agridulces


  Esta mañana he recibido dos diametralmente opuestas. La primera es el resultado de una encuesta de lectura, desanimadora y frustrante. Numerosos lectores presumen de no haber leído un libro en su vida, porque prefieren dedicar su tiempo a menesteres más prácticos y divertidos. En el pecado llevan la penitencia, aunque se me ocurre preguntar:¿qué hacemos los que a la enseñanza nos dedicamos, en la escuela sobre todo, pero también en el instituto y en la universidad? A la hora del juicio final (no importa la religión elegida) algo de las tinieblas exteriores y el rechinar de dientes nos estará reservado, pues que la educación comporta elevada responsabilidad.
   Mientras tanto, anoche una niña de nueve años me pedía un poco más de tiempo antes de apagar la luz y dormir, porque le faltaban dos páginas para terminar un importante capítulo del libro. Está en el mejor de los caminos posibles para que los cien mil millones de sus neuronas en agraz realicen su hermoso trabajo de hominización aquí en la tierra.  Esto no me sorprendo, pues la conozco desde que nació.
   La sorpresa agradable se refiere a este blog, lo repito, que ha sobrepasado las tres mil visitas. ¿Cómo es posible? Los textos que suelo incorporar no son fáciles, algunos incluso extensos en demasía, quizá para iniciados y, en todo caso, lectores ávidos de páginas y libros. Ello me congratula, como diría el castizo. Y me ofrece motivo de reconocimiento. No todo está perdido, aunque las "inmensas minorías" de Juan Ramón debieran ir extendiendo su número y calidad.

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