Lo recordarás bien , Carmen , pues que se trata de José Cantabella , que tan bien te trató en tus tiempos de sanatorio y con el que desarrollamos una muy buena amistad , en parte porque había sido alumno mío en años todavía buenos de la universidad , en parte por el trato afianzado a través de su profesión en el sanatorio Virgen de la Vega , donde también asistió vigilante y colaborador en el alumbramiento de tus dos nietas , aunque no era su obligación .
Buen profesional y mejor persona . Siempre dentro de la modestia humilde que le caracterizaba , tanto en lo profesional cuanto en lo afectivo . Cuando nos veíamos sin tu presencia , todas las veces me preguntaba por tí , un ratito de conversación a tu propósito .
Lo he sentido muy cercano y doloroso . Entre otras razones , porque se ha vuelto a transgredir la ley natural . Lo propio es que los profesores mueran antes que los alumnos , la elemental cronología así lo programa y exige . De ahí esa aspereza espiritual que me invade , como diría Jaime Balmes el pensador .
Me sucedió la primera vez cuando yo rondaba los treinta y cinco años . Tenía un alumno brillante de Cartagena , que se desplazaba a Murcia todos los día en motocicleta . Más de una vez le advertí del cansancio y los riesgos posibles , aún así continuaba . Hasta que un desventurado día lo arrolló un camión de modo irreversible .
Aquello me marcó en gran medida y necesité recurrir a mis profundas creencias para explicarme lo humanamente inexplicable . Desde entonces , me ha sucedido en más de veinte ocasiones . Y siempre con idéntica respuesta perpleja por mi parte . Los humanos somos así , grandes para tantas cosas , tan limitados para otras .
En todo caso , espero que Dios me conceda un tiempo de vida , pese a mi edad bastante provecta . Y que no me llegue la noticia de ningún otro alumno que me preceda en el tránsito definitivo y , para todos los hombres , gloriosamente salvador .
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