miércoles, 10 de febrero de 2016

"El pergamino de Shamat", una novela extensa

El autor es un buen antiguo alumno, ahora contertulio en la página face donde me ocupo de libros y, en general, de cosas culturales, por contrarrestar un poco estos tiempos apresurados y bastante ramplones que nos toca vivir, tan desnortados que unos titiriteros (antiguos cómicos de la legua) han sido encarcelados y pueden caerles ocho años de prisión, mientras presuntos corruptos(?) robadores de cientos de millones pasean por la calle como si tal cosa. El sistema legal de este país debe ir al psiquiatra y algunos jueces y fiscales deben hacérselo mirar. !Qué disparate! Cuando creíamos que sólo eran tiempos difíciles para la lírica.
  Pero volvamos a lo que importa. Esta novela se extiendo a lo largo de setecientas cincuenta páginas bien pobladas de letra impresa, que abarcan treinta y ocho capítulos bien definidos, desde "Mi origen, el ajedrez", hasta "La consecución", pasando por "La vieja Daifa",  "El adios a Granada" o "La magia y el vino de Málaga".
  La voy a leer con la atención que se merece.  Pero antes se me ocurren don o tres puntos de reflexión, que no serán ociosos, espero, para los lectores que pueblan plazas y bibliotecas, así como para los escritores en agraz o a medio camino de su carrera.
  Primero, la extensión. Sin duda, el autor ha sopesado el impacto que producirá su obra en el posible lector, además de comprador. Y aquí un elogio sin dudarlo: ha podido más su concepto y praxis de la literatura, que traduce fuerza moral y convicciones, a propósito de la obra de arte y sus exigencias.
  Por otra parte, ha sorteado bien la singladura entre Scilla y Caribdis, sin dejarse tentar por los sibilinos cantos de sirena cerca de las necesidades editoriales, problemas de financiación, cansancio de los  lectores acostumbrados a cosas más ligeras, etc. Y eso dice mucho en su favor.
  Finalmente, el tiempo dedicado a su escritura. Hay que tener una vocación acendrada y a prueba de presiones, para arrostrar los peligros que semejante empresa entraña. Es claro, la obra de arte exige mucho y no permite concesiones coyunturales, para diferenciarse de los miles de libros que se publican, algunos éxitos de ventas, que no pasan de la comunicación correctamente escrita o de la simple distracción para unas horas en blanco.
  El autor se llama Pedro Diego Gil López y ha buceado en el reino Nazarí con implicaciones en el reino de Murcia, viaje iniciático mediante. Lo felicito por el planteamiento y logro. Y prometo una opinión cuando termine la lectura.

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