He cumplido el ritual , Carmen . Mejor dicho , hemos cumplido el ritual , porque me acompañas siempre . Lo hemos cumplido como siempre desde que vivimos en Murcia.
Tú siempre fuiste muy religiosa y practicante . Te viene desde la niñez , impronta familiar y de tu colegio de monjas para bien .
Verás , en el sentido de religosidad practicada retengo dos imágenes móviles . La primera se refiere a la catedral , cuando vivíamos cebe el río ye llevábamos a la misa dominical a los tres hijos pequeños , la menor todavía en la silleta . Nos colocábamos al final de la sillería , madre previsora tú , para que los niños pudieran moverse un tanto por las grandes naves , madre ordenada y amantísima tú .
La segunda se refiere a jueves y viernes santo , doble a su vez , tarde de jueves y mañana de viernes . Recuerdo los dos últimos en que ya estabas un poco cansada . Reposabas un poco de siesta y , dinámica y animosa siempre , dedicabas un tiempo a tu cuidado personal . Elegante siempre , bien vestida para la ocasión como de costumbre , luciendo las tres entrañables joyas que te acompañaron tantísimos años , vinculadas a los miembros de tu familia más circular . Y peinada como recién salida de la peluquería . Al acceder a la calle te colgabas de mi brazo , cuyo peso amoroso sentía yo camino de la iglesia , de vez en cuando me decías que aminorara un poco el paso . Y así llegábamos a la iglesia de los Franciscanos , donde elegiste casarte y que , además , era la parroquia de la universidad . Luego llegábamos a la de San Lorenzo . Y al cabo , a la impresionante catedral , siguiendo un itinerario . Tres visitas a los Monumentos , apenas sin hablar , en ungido recogimiento tal que exigía la vigilia cuaresmal . Y cuando terminaba la peregrinación religiosa de dos en compañía , la colación humana y reparadora de energías , un caliente chocolate con churros frente al palacio episcopal .
El viernes era distinto . Te acostabas y levanbas muy temprano . Tiempo para tu acicalamiento minucioso y para dejar preparada la comida familiar , la tradicional paella que los nietos no se cansaban de alabar al grito aguerrido y victorioso de !el arroz de la abuela es el mejor del mundo! . Si es que hasta eras una cocinera excepcional .
En determinado momento llamabas a tu amiga Elisa y os encaminábais a la Plaza del Ayuntamiento para ver la procesión de los salzillos ente la algarabía del pueblo por las calles . Sabías que no me gustaban las procesiones y por eso nunca presionaste para que os acompañara . Yo me asomaba a la terraza de casa fumando un habano , mientras os contemplaba caminar hasta rirar el edificio de las Oblatas en la Plaza de la universidad . El resto era vuestra fiesta de obligado cumplimiento placentero .
Pasado que era el tiempo preciso , varias horas , llamabas por teléfono para decirme que ya estábais sentadas en la Plaza de Santo Domingo . Y yo acudía y nos tomábamos una colación o tentempié ligero , hasta que súbito decías invariablemente : " ! Oh , qué tarde se nos ha hecho ! Vámonos , que tengo que hacer la paella y ya sabes cómo son los nietos " . La verdad es que nunca supe como eran en tales circunstancias , pero lo cierto es que nos íbamos camino del buen yantar .
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